Llegó
el final del análisis de Bacchus. Creo que no me ha merecido la pena todo el
tiempo que le he dedicado, hay muchas horas de curro detrás, pero la conclusión
ya la sabía antes de empezar a teclear la primera frase de la primera entrada
de este monográfico. Temo decepcionaros
un poco, pero vamos allá.
Bacchus,
y como este, todos los concursos de vinos, no sirven absolutamente para nada al público general tal y como están planteados. Una
“competición” que abarca miles de participantes, en la que se entregan cientos de
medallas, es como si quisiéramos reconocer a todos los corredores de 100 metros
lisos que estén por debajo de los 11 segundos. Es muy probable que ni tú ni yo
logremos alcanzar la marca, pero podemos ya sabíamos con antelación que esos corredores
son los más rápidos del mundo, sería muy aburrido presenciar cómo dan una
medalla, otra medalla, otra medalla, otra, otra, otra... pero exactamente ¿por
qué? En las Olimpiadas, se premia a los tres primeros con una medalla, y del 4º
al 10º con un diploma olímpico (y estos últimos ni siquiera tienen una
ceremonia de entrega del título).
Reconocer a cientos de marcas, aunque “sólo”
sean el 30% de las muestras presentadas, no tiene ningún valor, más si estas
marcas se repiten año tras año. Una competición es cuando decides premiar a 5
vinos por categoría y un ganador absoluto (no, AEPEV, no me refiero a vuestro
modelo), pero claro, eso supondría que muchos vinos y bodegas se quedan sin
“reconocimiento”, es decir, sin publicidad, y este tipo de concursos no son
nada si no hay publicidad de por medio, porque cuando una bodega anuncia que ha
tenido una medalla en el Bacchus, Mundus Vini o Decanter, al final estás
haciendo publicidad… del concurso.
Otra
conclusión que saco de Bacchus, es que no creo que tampoco sirva como
herramienta de marketing de las bodegas para hacerse vender a los
distribuidores, y por los mismos motivos, llega un momento en que muchas
bodegas tienen medallas de tantos concursos que lo raro, lo exclusivo, lo extravagante
es no tener medallas. Puede ser eso o que para poder empezar a hablar con un
distribuidor tengas que tener 10 medallas del Bacchus, 5 Mundus Vini, una media
de 87 puntos Parker y una foto con Tim Atkin en un majuelo…, si no, no lo
entiendo.
Tres cosas
más y termino.
No me
resisto a enseñaros este cuadro.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND. |
Entre la edición de 2015 y la de 2023, han formado parte del concurso 353 catadores, de los cuales 220 (casi el 63%) lo han sido en una única edición, lo cual está bastante bien, hay mucha rotación. Casi todos los jurados tienen un perfil profesional relacionado con el vino, quiero decir, que conocen de primera mano lo que es un vino con defectos, lo que es un vino correcto o un vino interesante, no quiero decir que tengan que reconocer cada vino que catan, pero son más que capaces de distinguir vinos batalleros de vinos que realmente tienen un interés, entonces, no me explico ciertas medallas que recurrentemente se dan a vinos batalleros y mucho batalleros, y aquí hay tres problemas:
1. O
las muestras enviadas a concurso no tienen nada que ver con los vinos que se
encuentran en el mercado (de suceder así, la organización del concurso debería
hacer algo).
2. O
los catadores, a cata ciega, no son capaces de distinguir un vino batallero (no
tiene sentido).
3. O es que esos vinos tienen realmente un
interés para recibir esas puntuaciones y reconocimientos.
Esto
último, me rechina. Si la muestra presentada a concurso es del mismo vino que
puedo comprar en el súper, si este vino ha sido capaz de tener un
reconocimiento “elevado” por parte de sumilleres, Master of Wine,
comunicadores, enólogos, etc. ¿por qué luego se cargan las tintas contra el
vino de supermercado o vinos que tienen una tirada de millones de botellas?
No,
oiga, vamos a ver. Si por un lado me están diciendo que estos vinos no tienen
ningún interés, pero por otro me están reconociendo (mediante cata ciega), que SI
posee un interés por encima de otros vinos, y que además está siendo reconocido
por profesionales del sector ¿EN QUÉ DEMONIOS QUEDAMOS? Por eso sería
interesante saber quiénes son los que catan los vinos, y por qué se les ha
asignado los mismos (o al menos, los criterios), porque a lo mejor en una mesa
en la que podían estar Pedro Ballesteros, Santi Rivas, Norrel Robertson o
Zoltan Nagy (catadores en la edición
de 2021, por poner un ejemplo real), han podido formar
parte del jurado que han dado una medalla
de Oro a varios Jaume Serra, Mayor de Castilla o Viña
Albalí.
Ojo,
con esto yo no estoy haciendo defensa del vino batallero. Si a tí te gusta, me
parece poco menos que estupendo y espero que sigas disfrutando de él. Personalmente,
no es el vino que más me guste beber “a palo”, pero lo que estoy tratando de
decir es que aquí hay una absurda falta de coherencia. Hay muchos Master of
Wine, sumilleres, enólogos, comunicadores especializados, gurús del
wineloverismo (patrio y/o internacional) que hablan pestes y desprecian el vino
de supermercado, ¡¡¡pero luego forman parte de jurados de concursos QUE PREMIAN
VINOS BATALLEROS!!! ¿Esto cómo se come, cómo se defiende?, ¿qué pasa aquí, que
a estos jurados les han engañado? Pues, oye, puede ser, vas un año, realizas
tus catas, concedes unas puntuaciones en base a tus conocimientos y
experiencias, y resulta que entre los premiados están vinos del súper. Te haces
con una botella del mismo vino, lo abres en casa… y no es lo mismo, ni se le
parece. “¡Hoiga, emosido engañado!” Para la próxima edición, que vaya Rita.
Pero
qué pasa cuando no has ido ni una, ni dos, ni tres veces. Por poneros dos
ejemplos, Pedro Ballesteros (Master of Wine) y Santi Rivas (gurú) han ido hasta
en cinco ediciones, y como ellos,
hasta 41 catadores han participado entre 5 y 9 ediciones. ¿Puede ser qué si el
catador o catadora tiene cierto estatus, les pongan en las mesas en las que
siempre ponen los Noé, Les Terrases, los mejores vinos internacionales que se
presentan a concurso?
Y esto
no pasa solo en Bacchus, posiblemente en el 99% de los concursos suceda lo
mismo.
Y
ahora vamos a por la organización. Ven, ven.
Bacchus,
en particular, tiene un grave problema con esto al entregar más medallas de Oro
que de Plata, estas dos últimas ediciones se han entregado el triple de
medallas de Oro que de Plata, casi da la sensación de que han dejado las
medallas de Plata en algo así como un trofeo tipo “gracias por haber
participado, sigue intentándolo”.
Por
otra parte, tantas medallas hacen que siempre sean las grandes bodegas quienes
las ganen ya que (hasta ahora) son las que más dinero pueden destinar a estas
promociones. Imaginaos a esa bodega pequeñita de Escalerillas de Abajo que ha
ganado dos medallas de Oro, que las muestra todo orgulloso al paisano de al
lado, y este le responde que le parece muy bien, pero que en la radio dicen que
Don Simón ha ganado 432 medallas en 2023 y que encima lo puedo encontrar por toda España.
¿Soluciones?
Pues endurecer los requisitos para obtener medallas bajando la tasa de premios
a un 10% o menos, o limitar el número de muestras que puede presentar una bodega.
Lo que
también necesita una solución urgente son las comunicaciones públicas que la
organización cuelga de su web, que por otra parte, necesita una renovación
urgentemente, se podría hacer arqueología digital con ese formato. Necesitan
rabiosamente un corrector ortográfico, no es coña. Uno de los grandes problemas
que he tenido a la hora de cohesionar una base de datos es que me encontraba
los mismos nombres pero con faltas de ortografía, por poner dos ejemplos, me he
encontrado Alvaro y Álvaro, Rodriguez y Rodríguez… Es más, en los distintos
reglamentos a los que he visto, por razones que no entiendo, no tildan buena
parte de las mayúsculas. Por ejemplo, la palabra “artículo” lleva tilde en la
“i”, y no me vale ese bulo de que no se tildan las mayúsculas, porque la
propia RAE indica que no hay ninguna norma o
motivo por el que no se deban tildar mayúsculas.
Otro
ejemplo, en el Artículo
III del reglamento (realmente, en todos los
reglamentos desde la edición de 2021), pone: “ARTICULO III.- INSCRIPCION Y REMISION DE
MUESTRAS.”, mientras que el Artículo VII dice: “ARTICULO
VII.- FUNCIONES ESPECÍFICAS DEL DIRECTOR DEL CONCURSO DURANTE SU REALIZACIÓN.”,
es decir, que poder han podido, pero por la razón que sea, alguien ha estimado
que no es necesario poner todas las tildes.
Pero
el problema que creo que deberían revisar más a fondo, es el de la coherencia
de los datos que publican y que se contradicen entre sí.
Insisto
en que yo he hecho una frikada, que salvo un tarao como yo, nadie va a coger medalleros y va a hacer una base de
datos, y que claro que puede haber errores con los nombres de bodegas, que un
año las denomines de una forma y al siguiente las llames de otra forma, como el
caso de las cooperativas que pueden tener hasta 3 nombres
distintos, o que haya vinos de Jerez que en ocasiones tienen el apellido
VOS o VORS y en otras no. Me queda claro que este tipo de errores no tienen
porqué ser exclusivamente de la organización del concurso, que puede ser un
error de la propia bodega al rellenar las fichas de inscripción de los vinos porque
no se fijan, o no recuerdan cómo denominaron a la propia bodega o a sus vinos
en ediciones anteriores. Entiendo que si la organización no hace una base de
datos con los participantes año a año, existan estos errores de coherencia de
este tipo.
Pero
lo que no tiene disculpa son errores de información. Tal y como os he contado
en las anteriores entradas, hay muchas divergencias entre lo que dicen los
comunicados de prensa, los medalleros y las fichas de los catadores, que
insisto de nuevo, con datos que proporciona la propia organización desde su
web. Me hago cargo de que todos nos equivocamos, que todos podemos subir
documentos con alguna errata, pero también es verdad que se puede rectificar y
se puede subir la rectificación, se pueden incluso hacer por RRSS, pero me da
por pensar que más que errores de información, pueden ser problemas de
comunicación, y os pongo dos ejemplos.
1. - Si nos fijamos en el reglamento del año 2024, podemos ver que es el reglamento de la XXII edición correspondiente al año… 2022, son los típicos fallos cuando reúsas un documento, cambias dos cosas y lo subo sin leerlo entero.
2. En las notas de prensa de las distintas ediciones, siempre indican que el número de catadores eran 80, menos en la edición de 2023 que ya ponían que eran 89, Si os fijáis en el cuadro que he puesto un poco más arriba, salen los catadores que ha habido cada año, y no cuadran con lo que indican las notas de prensa.
Claro,
ves esto y te preguntas, ¿nadie de la organización revisa lo que sube, que se
corresponda con lo que publican? Es más, ¿nadie de la prensa especializada les
ha dado por contrastar estos datos? Que estamos de acuerdo en que no se van a
poner a contar botella a botella o catador a catador en cada concurso de vinos,
pero ¿nadie se atrevió a preguntar a la UEC, por ejemplo, por qué siempre ha
habido 80 catadores, independientemente de las muestras que se presentan?, algo
así como “Pepe ¿cómo que este año habéis subido de 80 a 89 los catadores?, o
“María, ¿cómo es que han subido tanto el número de las medallas de Oro este
año?”
Esto
me da por pensar que si la organización no se molesta en leer lo que publica,
si los medios especializados se limitan a publicar la nota de prensa que les
pasan (o pagan por publicar) y no hacen preguntas, ¿por qué le debería
interesar al público los resultados de un concurso de vinos?
Es
más, ¿a quién le puede interesar un Concurso de Vinos?