22/11/2024

¿Cultura, qué cultura?


 

Hablar sobre vino, es hablar también de cultura y tradiciones, sobre momentos que compartimos con otras personas, cuando reímos, lloramos o cantamos. El vino, al menos en mi caso, está ligado a celebraciones de navidad, a una bota de vino que se dejaba en una nevera para refrescar la sed en verano, las limonadas en Semana Santa y en las fiestas de San Antolín, mis primeras borracheras de adolescente, bodas, bautizos y comuniones…, en fin, recuerdos que posiblemente también pueden ser muy parecidos al de muchas personas de mi generación y de generaciones anteriores, y que pueden ser comunes más allá del pueblo donde nací, la ciudad en la que vivo o el país en el que habito. Hay una transcendencia que abarca a varios países del mundo, casi todos ellos con culturas que tienen una clara y amplia influencia de las antiguas culturas greco-romanas. A lo que voy es que cualquiera de nosotros puede identificar, independientemente de donde viva, una relación entre la sociedad y la uva, al igual que también existen relaciones similares con otros alimentos como pueden ser los cereales, la leche, la aceituna y todos sus derivados, y que a su vez, todos ellos se relacionan entre sí, de modo que han dado lugar a distintas culturas y tradiciones. Se puede identificar a un pueblo por lo que come y por lo que bebe. Esto es así, es innegable, creo que no me equivoco al decir que existen culturas sobre el aceite, sobre el pan, sobre el queso, y obviamente existe una cultura del vino.

¿Sólo una? A grandes rasgos existen 2 culturas del vino: una cultura de consumo y una cultura hedonista, de placer.

-       La cultura de consumo, seamos sinceros, es una cultura social de consumo recurrente de un alcohol, que en este caso es el vino, al igual que existen otras culturas de consumo, como las de la cerveza, el sake, el whisky o la sidra. Lo llamo cultura porque el consumo de vino tiene unos ritos, tiene unos rituales, tiene una transmisión entre generaciones, y tal y como he comentado antes, se ha integrado en varias sociedades que han conservado y adaptado su consumo a lo largo del tiempo, con todas las consecuencias positivas y negativas del uso y abuso de ese alcohol.

 

-       Existe también una cultura hedonista que es una derivada de la cultura del consumo, es por así decirlo una especialización de esta. Mientras que la cultura del consumo versa precisamente en eso, en el consumo, la cultura hedonista va a resaltar las propiedades de lo que se bebe (sean estas cualidades reales o no), como hace sentir al que lo bebe (ignorando más o menos conscientemente que puede estar provocado por el alcohol), exaltando el origen de la bebida, quien la produce, como la produce, pero además, también tiene un componente elitista y económico (válgame la redundancia). Cuanto mayor sea la calidad del producto (ya sea real o aparente) y cuanto mayor sea el coste del mismo, y por lo tanto, accesible para menos personas, este hedonismo va a tratar de diferenciarse, no ya solo de la cultura del consumo, sino de otros estratos hedonistas en los que el precio y la calidad del vino son menores.

Ambas culturas giran una entorno a la otra, se podrán acercar y se podrán alejar, pero lo que está claro es que la cultura hedonista no puede existir si no hay una cultura de consumo.

Todo esto que te acabo de soltar, viene a cuento de un mantra que leo con mucha frecuencia, aunque en dos versiones distintas:

VERSIÓN Nº 1: “Los españoles no tenemos cultura del vino”

VERSIÓN Nº 2: “Los españoles hemos perdido nuestra cultura del vino”.

Tanto si se hubiera perdido, como si no la hubiera, creo que este mantra es demasiado reduccionista o simplista, a ver.

Cultura de consumo de alcohol hemos tenido desde el principio de los tiempos, la del vino (concretamente) desde que fenicios, cartagineses, griegos y romanos pusieron una sandalia bien en la península, bien en las islas Baleares, y esta cultura de consumo tuvo que desplazar a la que tenían los pueblos celtíberos, que más que posiblemente, estaría basada en el consumo de algún cereal fermentado.

Sabemos que estas civilizaciones se asentaron y comenzaron a producir vino, mercadeaban con el no solo a nivel interno, si no que lo exportaba por todo el Mediterráneo. Tras la caída del imperio romano, se ha seguido haciendo, consumiendo y comerciando vino, forma parte de la cultura de nuestra sociedad a base de relatos orales y escritos, canciones, forma parte de ritos sociales y rituales religiosos (el vino tiene una importancia fundamental en la misa católica), es decir, que al menos hasta el año 2024, sí que tenemos una cultura de consumo de vino sujeta a los cambios que sufría nuestra sociedad.

Como ya he dicho, habiendo consumo alcohólico tiene que haber consumo hedonista. Hay una leyenda que atribuye a Julio Cesar la frase: Beati hispani quibus vivere bibere est (benditos hispanos, para los que vivir es beber), y aunque está atribución es bastante dudosa, si es cierto que los hispanos venimos arrastrando la fama de ser bebedores, digamos…, que desmedidos.

Tanto en la antigua Grecia como Roma, el consumo de vino estaba muy diferenciado entre las clases sociales, no cualquiera podía beber cualquier vino. Si eras un vulgar campesino te tocaba beber el vino más vulgar y de peor calidad, los legionarios romanos bebían posca, que viene a ser una mezcla de vinagre y agua (y cuando digo vinagre, quiero decir vino picado), y conforme era mayor el estatus social, se podía optar a comprar vinos de mejor calidad.

Ojo, he dicho conforme al estatus, quiero decir, que aunque un soldado o un porquero tuvieran dinero para poder comprar vino de calidad, este no podía ser comprado, cada clase tenía atribuida una calidad de vino muy determinada, aunque esta norma se relajaba una vez al año, concretamente a finales de diciembre coincidiendo con el solsticio de invierno cuando se celebraban las Saturnalias.

Aunque con el paso de los siglos estas obligaciones desaparecieron, el consumo de buen vino siempre fue y ha sido para el que lo hacía o el que lo podía comprar, quicir, que el hedonismo siempre ha quedado para quien lo ha podido pagar. Si eras pobre, la máxima satisfacción era poder comprar mucho vino, cuanto más mejor y sin mirar mucho a la calidad, mientras que para el hedonista su satisfacción era y es el poder comprar el vino más caro que se pueda permitir, cuanto más exclusivo y más difícil de conseguir, tanto mejor. Esto ha sido así, mínimo, mínimo, mínimo desde tiempos de Escipión el Africano hasta hoy a la hora de comer.

Creo que cultura del vino hemos tenido, tenemos y está por ver por cuanto tiempo la tendremos.

Si me preguntaran sobre si la cultura del vino en España está en peligro, mi respuesta sería clara: SI, está en claro peligro

Si me preguntaran si está siendo sustituida por otras culturas de consumo y/o hedonistas de otras bebidas, la respuesta es: SI, sin lugar a dudas.

Si me preguntaran si esa sustitución se está haciendo a la fuerza o por algún tipo de imposición legal, la respuesta solo puede ser: NO.

Es evidente que sufrimos una continua, quien sabe si irremediable pérdida de cultura del vino, y esto es debido a la perdida de la cultura de base, y siento tener que decir que esa es la cultura del consumo de alcohol. Como ya he dicho en otras ocasiones, para las generaciones anteriores al baby boom, el alcohol más recurrente era el vino y sus destilados, poco más. A partir del baby boom y la entrada de otros competidores, la generalización de destilados, la posibilidad de adquirirlos cada vez a menor coste, el uso de la publicidad masiva por parte de cerveceras y destiladoras, y una vez más, la completa inacción del sector del vino son los que están motivando este cambio, este giro en la cultura vinícola.

La afirmación de que la bajada del consumo de vino en España se debe a la falta de cultura del vino, en mi opinión, cuanto menos es una verdad a medias y muy  simplista que no tiene en cuenta muchos factores, pero el principal es que ahora puedo decidir qué quiero tomar, cuándo lo quiero tomar y cuánto me quiero gastar, aunque esto último está condicionado a cuánto dinero le puedo dedicar a cosas que no son vitales.

No se puede decir en un mismo párrafo que es alarmante la falta de cultura de vino, al tiempo que se desprestigia el tipo de vino que se consume mayoritariamente, es decir, vinos principalmente industriales, hechos por cientos de miles o millones de botellas, vinos con poco o ningún interés organoléptico y que principalmente se consume por su capacidad alcohólica.

Reconozco que muchas veces desprecio esos vinos sin espíritu y que solo se hacen por ser bebidos por pura costumbre de beber una bebida alcohólica, y que el mejor uso que se les puede dar es ser mezclado con refrescos, para guisar, cuando no deberían ir directamente al fregadero, pero al pensarlo bien, este consumo es también uno de esos factores culturales que han existido desde siempre. En el pasado, beber ese alcohol daba al organismo una serie de calorías que no se podían obtener de otra forma, en ocasiones era preferible beber esos vinos a un agua de dudosa salubridad, aunque insisto que muchas veces se ha hecho por el alcohol que contenía. Ahora podemos obtener esas calorías de una forma distinta y casi siempre de mejor calidad, ahora podemos beber agua con mayor seguridad, por lo que el consumo de esos vinos se debe a otros factores, entre los que está la costumbre.

Otro ejemplo, el también muy manido mantra de que “la gente no le importa gastarse 14€ en una copa en una discoteca, pero luego dice que el vino es caro, o que una copa de vino es cara”, responde a esa generalización de la falta de cultura vínica, pero ¡es que son dos contextos distintos! Pedir una copa, un cubata en una discoteca responde a un ritual social en el que lo establecido es  beber este tipo de bebidas en concreto, a sabiendas de que el precio es grotesco, y donde el vino NUNCA ha tenido su sitio, es decir, decido qué, dónde y cuánto bebo ajustado a la socialización y a lo que me puedo permitir.

Ya para ir terminando.

Si, existe una cultura del vino que está en retroceso, y está siendo sustituida por otro tipo de culturas de consumo, está sucediendo desde hace mucho tiempo, y a pesar de que ha sido evidente, solo se ha intentado hacer algo desde hace muy poco tiempo pero de las formas más extrañas (y completamente equivocadas).

A pesar de que se tienen culturas del vino, aún teniendo medios para transmitirla, a día de hoy no se ha logrado tener una pedagogía orientada a los cada vez menos consumidores, que en muchas ocasiones quieren beber tranquilamente un vino, no recibir clases magistrales o una catequesis por parte de gente que les mira por encima del hombro y dentro de la cartera. A la cultura hedonista se llega pacientemente, copa a copa, no agitando el recuerdo del vino del abuelo y las tradiciones del pueblo si es que realmente se quiere cultivar el hedonismo, porque el vino que el abuelo se tomaba en la tasca o el vino popular de las fiestas del pueblo son aún más prescindibles que esos vinos de a 2€ la botella. Para cultivar el hedonismo, para que gastarse 15-20€ en un vino no sea una cosa estrafalaria que se hace una vez al año por navidades (si eso…), no se puede hacer desde el desprecio ni desde una supuesta autoridad moral que da gastarse 40 o 50€ en una botella. Si falta la cultura de consumo, la cultura hedonista terminará por caer estrepitosamente, porque, piensa, ¿cuántas bodegas en España se pueden sostener solo a base de vender vinos de 30/40/50€ o más?, ¿100, 80, 200? La virtud siempre está en el equilibrio, estamos todos de acuerdo que ese vino de 2, 3 o 4€ va a aportar poco o nada a cualquiera de las dos culturas, pero si sigue en ese empeño de minusvalorar a quien lo consume, si no se realizan esfuerzos para reconducir todo lo posible ese consumo a vinos de una calidad, al final el vino terminará siendo un lujo apto para unos pocos, se convertirá en una cultura elitista.

 

09/11/2024

Días de vino y música, Volumen 1.

 



Se me ha ocurrido poner algo de música en el no-podcast, si me seguís desde hace tiempo por este blog, ya sabréis que me gusta mucho poner banda sonora a las entradas, y mientras Spotify lo permitía, durante un buen tiempo puse un acompañamiento musical a las entradas.

Con en el no-podcast, de tanto en cuanto pondré música que esté de alguna forma relacionada con el vino, canciones, pequeños cortes de música que espero que os gusten.


En este primer volumen sonarán Julio Iglesias, Manolo Escobar, UB40, Neil Diamond, Gipsy Kings, Eagles, Barcelona Big Blues Band, Dani Nel·lo y El Último de la Fila.

Aquí os dejo los enlaces al capítulo en Ivoox y Spotify. Es bastante posible que tenga que retirar el enlace de Spotify ya que en ocasiones suele poner problemas por los derechos de autor, por lo que os recomiendo escuchar este episodio por Ivoox.



 

26/10/2024

Menos Oros, Caperucita. 5ª Parte: Conclusiones (y II)

 

Llegó el final del análisis de Bacchus. Creo que no me ha merecido la pena todo el tiempo que le he dedicado, hay muchas horas de curro detrás, pero la conclusión ya la sabía antes de empezar a teclear la primera frase de la primera entrada de este monográfico. Temo decepcionaros un poco, pero vamos allá.

Bacchus, y como este, todos los concursos de vinos, no sirven absolutamente  para nada al público general tal y como están planteados. Una “competición” que abarca miles de participantes, en la que se entregan cientos de medallas, es como si quisiéramos reconocer a todos los corredores de 100 metros lisos que estén por debajo de los 11 segundos. Es muy probable que ni tú ni yo logremos alcanzar la marca, pero podemos ya sabíamos con antelación que esos corredores son los más rápidos del mundo, sería muy aburrido presenciar cómo dan una medalla, otra medalla, otra medalla, otra, otra, otra... pero exactamente ¿por qué? En las Olimpiadas, se premia a los tres primeros con una medalla, y del 4º al 10º con un diploma olímpico (y estos últimos ni siquiera tienen una ceremonia de entrega del título).

 Reconocer a cientos de marcas, aunque “sólo” sean el 30% de las muestras presentadas, no tiene ningún valor, más si estas marcas se repiten año tras año. Una competición es cuando decides premiar a 5 vinos por categoría y un ganador absoluto (no, AEPEV, no me refiero a vuestro modelo), pero claro, eso supondría que muchos vinos y bodegas se quedan sin “reconocimiento”, es decir, sin publicidad, y este tipo de concursos no son nada si no hay publicidad de por medio, porque cuando una bodega anuncia que ha tenido una medalla en el Bacchus, Mundus Vini o Decanter, al final estás haciendo publicidad… del concurso.

Otra conclusión que saco de Bacchus, es que no creo que tampoco sirva como herramienta de marketing de las bodegas para hacerse vender a los distribuidores, y por los mismos motivos, llega un momento en que muchas bodegas tienen medallas de tantos concursos que lo raro, lo exclusivo, lo extravagante es no tener medallas. Puede ser eso o que para poder empezar a hablar con un distribuidor tengas que tener 10 medallas del Bacchus, 5 Mundus Vini, una media de 87 puntos Parker y una foto con Tim Atkin en un majuelo…, si no, no lo entiendo.

Tres cosas más y termino.

No me resisto a enseñaros este cuadro.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Entre la edición de 2015 y la de 2023, han formado parte del concurso 353 catadores, de los cuales 220 (casi el 63%) lo han sido en una única edición, lo cual está bastante bien, hay mucha rotación. Casi todos los jurados tienen un perfil profesional relacionado con el vino, quiero decir, que conocen de primera mano lo que es un vino con defectos, lo que es un vino correcto o un vino interesante, no quiero decir que tengan que reconocer cada vino que catan, pero son más que capaces de distinguir vinos batalleros de vinos que realmente tienen un interés, entonces, no me explico ciertas medallas que recurrentemente se dan a vinos batalleros y mucho batalleros, y aquí hay tres problemas:

1.    O las muestras enviadas a concurso no tienen nada que ver con los vinos que se encuentran en el mercado (de suceder así, la organización del concurso debería hacer algo).

2.    O los catadores, a cata ciega, no son capaces de distinguir un vino batallero (no tiene sentido).

3.     O es que esos vinos tienen realmente un interés para recibir esas puntuaciones y reconocimientos.

Esto último, me rechina. Si la muestra presentada a concurso es del mismo vino que puedo comprar en el súper, si este vino ha sido capaz de tener un reconocimiento “elevado” por parte de sumilleres, Master of Wine, comunicadores, enólogos, etc. ¿por qué luego se cargan las tintas contra el vino de supermercado o vinos que tienen una tirada de millones de botellas?

No, oiga, vamos a ver. Si por un lado me están diciendo que estos vinos no tienen ningún interés, pero por otro me están reconociendo (mediante cata ciega), que SI posee un interés por encima de otros vinos, y que además está siendo reconocido por profesionales del sector ¿EN QUÉ DEMONIOS QUEDAMOS? Por eso sería interesante saber quiénes son los que catan los vinos, y por qué se les ha asignado los mismos (o al menos, los criterios), porque a lo mejor en una mesa en la que podían estar Pedro Ballesteros, Santi Rivas, Norrel Robertson o Zoltan Nagy (catadores en la edición de 2021, por poner un ejemplo real), han podido formar parte del jurado que han dado una medalla de Oro a varios Jaume Serra, Mayor de Castilla o Viña Albalí.

Ojo, con esto yo no estoy haciendo defensa del vino batallero. Si a tí te gusta, me parece poco menos que estupendo y espero que sigas disfrutando de él. Personalmente, no es el vino que más me guste beber “a palo”, pero lo que estoy tratando de decir es que aquí hay una absurda falta de coherencia. Hay muchos Master of Wine, sumilleres, enólogos, comunicadores especializados, gurús del wineloverismo (patrio y/o internacional) que hablan pestes y desprecian el vino de supermercado, ¡¡¡pero luego forman parte de jurados de concursos QUE PREMIAN VINOS BATALLEROS!!! ¿Esto cómo se come, cómo se defiende?, ¿qué pasa aquí, que a estos jurados les han engañado? Pues, oye, puede ser, vas un año, realizas tus catas, concedes unas puntuaciones en base a tus conocimientos y experiencias, y resulta que entre los premiados están vinos del súper. Te haces con una botella del mismo vino, lo abres en casa… y no es lo mismo, ni se le parece. “¡Hoiga, emosido engañado!” Para la próxima edición, que vaya Rita.

https://www.comprarbanderas.es/bandera-emosido-enganado-id21503.html


Pero qué pasa cuando no has ido ni una, ni dos, ni tres veces. Por poneros dos ejemplos, Pedro Ballesteros (Master of Wine) y Santi Rivas (gurú) han ido hasta en cinco ediciones, y como ellos, hasta 41 catadores han participado entre 5 y 9 ediciones. ¿Puede ser qué si el catador o catadora tiene cierto estatus, les pongan en las mesas en las que siempre ponen los Noé, Les Terrases, los mejores vinos internacionales que se presentan a concurso?

Y esto no pasa solo en Bacchus, posiblemente en el 99% de los concursos suceda lo mismo.

 

Y ahora vamos a por la organización. Ven, ven.

Bacchus, en particular, tiene un grave problema con esto al entregar más medallas de Oro que de Plata, estas dos últimas ediciones se han entregado el triple de medallas de Oro que de Plata, casi da la sensación de que han dejado las medallas de Plata en algo así como un trofeo tipo “gracias por haber participado, sigue intentándolo”.

Por otra parte, tantas medallas hacen que siempre sean las grandes bodegas quienes las ganen ya que (hasta ahora) son las que más dinero pueden destinar a estas promociones. Imaginaos a esa bodega pequeñita de Escalerillas de Abajo que ha ganado dos medallas de Oro, que las muestra todo orgulloso al paisano de al lado, y este le responde que le parece muy bien, pero que en la radio dicen que Don Simón ha ganado 432 medallas en 2023 y que encima lo puedo encontrar por toda España.

¿Soluciones? Pues endurecer los requisitos para obtener medallas bajando la tasa de premios a un 10% o menos, o limitar el número de muestras que puede presentar una bodega.

Lo que también necesita una solución urgente son las comunicaciones públicas que la organización cuelga de su web, que por otra parte, necesita una renovación urgentemente, se podría hacer arqueología digital con ese formato. Necesitan rabiosamente un corrector ortográfico, no es coña. Uno de los grandes problemas que he tenido a la hora de cohesionar una base de datos es que me encontraba los mismos nombres pero con faltas de ortografía, por poner dos ejemplos, me he encontrado Alvaro y Álvaro, Rodriguez y Rodríguez… Es más, en los distintos reglamentos a los que he visto, por razones que no entiendo, no tildan buena parte de las mayúsculas. Por ejemplo, la palabra “artículo” lleva tilde en la “i”, y no me vale ese bulo de que no se tildan las mayúsculas, porque la propia RAE indica que no hay ninguna norma o motivo por el que no se deban tildar mayúsculas. 

Otro ejemplo, en el Artículo III del reglamento (realmente, en todos los reglamentos desde la edición de 2021), pone: “ARTICULO III.- INSCRIPCION Y REMISION DE MUESTRAS.”, mientras que el Artículo VII dice: “ARTICULO VII.- FUNCIONES ESPECÍFICAS DEL DIRECTOR DEL CONCURSO DURANTE SU REALIZACIÓN.”, es decir, que poder han podido, pero por la razón que sea, alguien ha estimado que no es necesario poner todas las tildes.

Pero el problema que creo que deberían revisar más a fondo, es el de la coherencia de los datos que publican y que se contradicen entre sí.

Insisto en que yo he hecho una frikada, que salvo un tarao como yo, nadie va a coger medalleros y va a hacer una base de datos, y que claro que puede haber errores con los nombres de bodegas, que un año las denomines de una forma y al siguiente las llames de otra forma, como el caso de las cooperativas que pueden tener hasta 3 nombres distintos, o que haya vinos de Jerez que en ocasiones tienen el apellido VOS o VORS y en otras no. Me queda claro que este tipo de errores no tienen porqué ser exclusivamente de la organización del concurso, que puede ser un error de la propia bodega al rellenar las fichas de inscripción de los vinos porque no se fijan, o no recuerdan cómo denominaron a la propia bodega o a sus vinos en ediciones anteriores. Entiendo que si la organización no hace una base de datos con los participantes año a año, existan estos errores de coherencia de este tipo.

Pero lo que no tiene disculpa son errores de información. Tal y como os he contado en las anteriores entradas, hay muchas divergencias entre lo que dicen los comunicados de prensa, los medalleros y las fichas de los catadores, que insisto de nuevo, con datos que proporciona la propia organización desde su web. Me hago cargo de que todos nos equivocamos, que todos podemos subir documentos con alguna errata, pero también es verdad que se puede rectificar y se puede subir la rectificación, se pueden incluso hacer por RRSS, pero me da por pensar que más que errores de información, pueden ser problemas de comunicación, y os pongo dos ejemplos.

1.   - Si nos fijamos en el reglamento del año 2024, podemos ver que es el reglamento de la XXII edición correspondiente al año… 2022, son los típicos fallos cuando reúsas un documento, cambias dos cosas y lo subo sin leerlo entero.


2.  En las notas de prensa de las distintas ediciones, siempre indican que el número de catadores eran 80, menos en la edición de 2023 que ya ponían que eran 89, Si os fijáis en el cuadro que he puesto un poco más arriba, salen los catadores que ha habido cada año, y no cuadran con lo que indican las notas de prensa.

 

Claro, ves esto y te preguntas, ¿nadie de la organización revisa lo que sube, que se corresponda con lo que publican? Es más, ¿nadie de la prensa especializada les ha dado por contrastar estos datos? Que estamos de acuerdo en que no se van a poner a contar botella a botella o catador a catador en cada concurso de vinos, pero ¿nadie se atrevió a preguntar a la UEC, por ejemplo, por qué siempre ha habido 80 catadores, independientemente de las muestras que se presentan?, algo así como “Pepe ¿cómo que este año habéis subido de 80 a 89 los catadores?, o “María, ¿cómo es que han subido tanto el número de las medallas de Oro este año?”

Esto me da por pensar que si la organización no se molesta en leer lo que publica, si los medios especializados se limitan a publicar la nota de prensa que les pasan (o pagan por publicar) y no hacen preguntas, ¿por qué le debería interesar al público los resultados de un concurso de vinos?

Es más, ¿a quién le puede interesar un Concurso de Vinos?




23/10/2024

Menos Oros, Caperucita. 4ª parte: Conclusiones (I de II)


 

Bueno, pues al final he tenido que dividir las conclusiones en dos, jamás pensé que me ocuparían tanto, y de hecho he reducido o simplificado varios argumentos, sin perder coherencia con lo que he publicado y pienso acerca de este Bacchus, y por lo tanto, de los concursos de vinos. Vamos allá.

Que estas entradas han sido una auténtica frikada, lo admito desde la primera frase. Sé que no tiene sentido analizar un concurso, ni de vinos ni de nada realmente, si no se dispone de toda la información posible, y a pesar de que los organizadores de los concursos de vinos cuelgan la lista de ganadores de forma pública en sus webs, es tan sólo la parte del brilli-brilli. Es como juzgar el campeonato de Fórmula 1 conociendo solo a los tres primeros pilotos de cada carrera, sus equipos, el que dio la vuelta rápida y el favorito del público, nos faltaría conocer a todos los pilotos que participaron, todas las incidencias de la carrera, las decisiones de los comisarios, etc.

Entonces, ¿por qué lo he hecho? Pues porque creo que es interesante saber qué es un concurso de vinos, si realmente tienen algún tipo de importancia las medallas o reconocimientos que entregan, y todo ello… pues con el conocimiento mínimo, con una base que está coja, que no sabemos todo el trasunto interno, pero qué os digo, este es el primer punto negativo que encuentro en este tipo de eventos.

¿Por qué lo he hecho con el Bacchus? Pues porque es de los pocos concursos que ofrecen/publican su información de forma que también se pueda descargar. También cuentan con “pocos” galardones si lo comparamos con otros concursos internacionales tipo Decanter o el IWC. En un primer momento juzgué que podría ser capaz de manejar la información, y en eso me equivocaba.

 

Partiendo de la base de que no creo que los concursos de vinos sean de utilidad ni para el aficionado al vino, ni para el gran público, Bacchus no me ha hecho cambiar de opinión, todo lo contrario, me demuestra que los concursos de vinos es una herramienta de marketing dirigida a, a, esto…, a …, a no sé muy bien a quién, pero no está dirigido al consumidor de vinos, al menos de una forma directa.

En otras entradas había sacado la conclusión de que los concursos de vino estaban mas enfocados a un sector muy específico del vino, el de la compra/venta de vinos, y Bacchus en este aspecto no es muy distinto, de hecho, muchos de los catadores del concurso son personas relacionadas con la importación y exportación de vinos, pero quizás si que es un concurso que me ha hecho modificar un algo de lo que pensaba (spoiler: no para bien).

El origen de estas entradas fue el mensaje que me envió una persona y la machacona publicidad de García-Carrión por la radio. Si la pretensión inicial del concurso es la de captar la atención de consumidor, misión cumplida, no solo la tienen, si no que además estoy dándoles más publicidad aún, pero ese no es su espíritu, o al menos no es eso lo que dicen las bases del concurso (ni mucho menos lo que esperan los participantes).

Si. García Carrión ha obtenido 22 medallas de Oro, es el campeón por medallas de esta edición (y de otras).

Si, los vinos de las bodegas en las que Álvaro Palacios tiene algo que ver, han vuelto a ha ganar una nueva medalla de Oro cada uno de ellos.

Si, los vinos de Jerez son los grandes campeones espirituales del concurso, son los que más medallas de la máxima categoría han obtenido, todo esto es impepinable, pero queda por hacer la parte más importante del concurso: el que yo levante el culo del asiento y vaya al súper a por los vinos. Y digo bien, levantar el culo e ir al súper, porque en conjunto, los vinos del súper son los verdaderos ganadores del concurso, y no solo este año.

 

Los Azpilicueta, los Beronia, los Patas Negras, los Ramón Bilbao, Pétalos, son los vinos que te puedes encontrar en casi cualquier supermercado y en el hipermercado al que vas el finde a hacer la compra, y estos son los vinos que acaparan todos los años una buena parte de las medallas de Oro y de Plata. En cuanto a los vinos que han recibido el Gran Bacchus de Oro (cuanta grandilocuencia…), pues no es que sean precisamente difíciles de encontrar, pero no son los vinos que están en el súper que tienes a la vuelta de la esquina, muchos de ellos, Lustau, Mirto, Noé, o los grandes reservas de Portia (por poner unos ejemplos) sí que están en el hiper o en esas tiendas que tienen todos los vinos que hay en el mercado, menos el que ibas buscando.

Al fin y al cabo, ¿cuáles son las bodegas que tienen más medallas? García Carrión, Gonzalez Byass, Freixenet, Pernod Ricard…, entonces…¿qué está reconociendo Bacchus?

Es fácil adivinarlo, pero vamos a rascar un poco más allá de la superficie.  La cúspide de los ganadores de medallas ha quedado claro que es para las grandes bodegas, grandes distribuidoras y cooperativas importantes, pero tal y como os decía en la anterior entrada, casi el 75% de las bodegas que obtienen algún reconocimiento, lo más normal es que obtengan sus medallas en 1, 2 o 3 ediciones y luego, bien deciden no seguir participando o bien han participado y no han vuelto a ganar una medalla. Hasta cierto punto esto tiene lógica, presentarse a los concursos conlleva una serie de gastos (inscripción, transporte de las muestras, pago de cánones si resultas ganador y decides poner pegatinas o usar la imagen de los premios en tus botellas o RRSS) que no es que sean excesivamente caros, pero es más que posible que no logren rentabilizar sus costes con las ventas de sus productos, y me explico.

Imagino que cuando alguien se decide a participar en este tipo de concursos, no lo hace únicamente para que le reconozcan que su vino es muy bueno y, ¡pam!, que le den una medalla para alardear de ella con los colegas en el bar, ¿no? Imagino que ese reconocimiento se va a usar para vender tu vino y tu bodega, bien al público que hasta ahora te desconocía, bien a una distribuidora más allá de la zona donde ya lo estás vendiendo, pero es que tú puedes haber ganado cinco o seis medallas y que nadie se entere, porque, claro, las medallas y los premios son un reclamo, pero es que una vez que lo obtienes ¡tienes que mover también el reclamo! Un medio local o provincial puede hablar, por ejemplo, de las 6 bodegas de la provincia que han ganado una medalla y mencionarte de pasada, pero eso no es una promoción. Ponerlo en la web no es mala idea si la actualizas con cierta frecuencia y tienes suficiente tráfico, pero lo suyo es utilizar anuncios en medios de comunicación, patrocinio de eventos o contratar campañas en RRSS, pero ese es un coste añadido al que hay que sumar los gastos del concurso, ¿realmente merece la pena esa inversión si el vino no está bien distribuido?

Ese gasto no es soportable por muchas bodegas, y hoy aún menos, ¿quién puede permitirse ese pago? Pues mucho me temo que bodegas que estén en disposición de tener un departamento de comunicación o personas que puedan contar con mucho tiempo dedicada a la comunicación de la empresa, quicir, bodegas con posibles.

Esto se va a acentuar aún más en el futuro próximo. Si tal y como parece, el sector del vino está a punto de desplomarse, ¿quién está más dispuesto a gastar dinero en promoción, concursos y ferias? Las bodegas muy pequeñas y cooperativas que se dediquen en exclusiva al vino van a tener que capear el temporal con presupuestos cada vez más cortos, si es que no cierran. Para las medianas y grandes la cosa no es que se presente mucho mejor, Pernod Ricard España está vendiendo toda su división de vinos para centrarse en destilados “premium”, Freixenet ha planteado un ERTE, las bodegas de Félix Solís Aventis quiere pagar unos precios ridículos por las uvas, es decir, que todo el mundo que no tenga fundamentado su negocio al sector del vino de élite, seguramente se va a ver obligado a recortar de todas partes, y de donde menos se pueda recortar, pues seguramente se recorte lo justo y se vean afectados otros departamentos de la bodega. Adivinad cuál es el que tiene más papeletas para sufrir los mayores recortes.

Aparcaré, de momento, el tema de los vinos para hablar del concurso en sí.

Bacchus no es un concurso muy diferente al resto, los organizadores convocan un concurso, le dotan de unas reglas muy sencillitas (demasiado), eligen unos catadores que catan los vinos y les otorgan una puntuación. Si se supera ciertos puntos, les dan una medalla de colorines, la organización publica los ganadores, e incluso les hace una fiesta (si es menester). Publicita a ciertos ganadores (patrocinados) en prensa y pseudomedios especializados y después se ponen a pensar en la edición del año siguiente.

Eso es lo que se ve, el brilli-brilli que decía al principio. Lo importante, lo que se mueve dentro, es lo que queda en sombras, es lo opaco, que entiendo que no nos va en la vida saber y conocer todos los engranajes, pero al mismo tiempo es donde quizás debieran de poner algo más de luz. Creo que sería muy interesante para todos, para los participantes, los importadores/exportadores de vino, y para los que bebemos vino.

Para mí, estos serían esos engranajes que debieran ser más luminosos:

1.    1. Lista de los participantes: la organización indica cuántas muestras participan, pero no dice quiénes participan, sería muy sano conocer a todos los concursantes, así conoceríamos cuántos vinos presentan las grandes bodegas y cuantos ganan (que lo mismo nos llevemos alguna “sorpresa”), si algún vino queda desclasificado algún año…

2.    2. Número de los lotes de las muestras presentadas a concurso: entiendo que las bodegas tienen que indicar el lote del que procede la muestra que envían (artículo III del reglamento), pero este no se indica en los medalleros, de hecho, la publicidad dice que tal vino ha sido premiado, pero no se menciona que lote es el que ha obtenido el premio, ¿puede ser que las grandes bodegas tengan lotes de vino que se destinen sólo a concursos de vinos o que no se destinen a la venta al público? El reglamento no lo tiene en cuenta, pero hay concursos que si exigen que los vinos presentados tienen que estar o vayan a estar a la venta.

3.    3. Puntuaciones de los vinos presentados a concurso: Dos vinos pueden tener un mismo reconocimiento, una medalla de Oro, por ejemplo, pero uno tiene 89 puntos y el otro 92, también serviría para ver si un mismo vino en distintas añadas tiene la misma puntuación o cual es su variación a lo largo de las ediciones. Hay vinos de una misma añada que se presentan en distintas ediciones, quizás eso también es interesante si hubiera una gran variación de catadores de un año a otro.

4.    4. ¿Cuál es el criterio a la hora de elegir a los catadores?: Uno puede elegir a tres personas con las que echarse un mus. Elegir entre 75 y 90 personas para formar parte de un jurado (imagino) que debe responder a algo más de reunir a unos amigos para echarse unos vinos, o personas que están interesadas en conocer el mercado de un país y los que pueda atraer el propio concurso, ¿hay alguna forma de inscripción, se ofrece a personalidades, responde a criterios comerciales?

5.    5. ¿Cuánto cobran los catadores?: si formas un jurado internacional, no creo que todos los catadores estén dispuestos a comprar un billete de ida y vuelta de avión y pagarse unas cuantas noches de hotel de su propio bolsillo para realizar, por otra parte, un trabajo. Habrá gente que le resulte interesante el evento y que luego le saque provecho, puede que haya empresas que se hagan cargo de estos gastos, pero también puede ser que la organización del concurso le interese que vayan figuras reconocidas del mundo del vino que le pueda dar algo más de cache.

6.    6. ¿Cuáles son los criterios para formar los jurados?: en el reglamento (artículo V.3), se indica que los jurados son designados a título personal por el director del concurso, tiene que existir un criterio lógico. Eso o funciona el dedo (tú allí, el otro allá, este bien cerquita mía). Eso me lleva al siguiente punto.

7.    7. Publicar la composición de los jurados: en la edición de 2016, la organización publicó la composición de los jurados, es decir, qué catadores formaban parte de una misma mesa y juzgaban a los mismos vinos. Pero eso pasó en el 2016, ¿fue un error a la hora de publicarlo, se arrepentirían…? quién sabe. También hubiera sido interesante saber quiénes son los jefes de cada jurado, quiénes son los que llevan la batuta.

8.    8. Publicar los vinos que cata cara jurado y el criterio que se ha utilizado: por el número de muestras presentadas, todos los jurados no prueban los mismos vinos, por lo que cada jurado cata una serie de vinos que no catan los otros, ¿cómo se elige que vino bebe cada jurado, por azar? Hay catadores que forman parte de una bodega, ¿sería ético cataran sus propios vinos? También sería muy clarificador saber cuántos puntos ha concedido los jurados en los que están Pedro Ballesteros, Santi Rivas, Ferrán Centelles o Almudena Alberca, por ejemplo, saber los vinos que han catado, y los vinos a los que han concedido medallas, porque alguien, Master of Wine, sumilleres, enólogos, periodistas especializados…, son los que eligen estos vinos. (Tengo unos cuadros muy chulos sobre los catadores, pero creo que ya os he sobrecargado vuestra capacidad de asimilación de los mismos…).

9.    9. ¿Se comprueba que los vinos ganadores se corresponden con lo que puede encontrar el público? Para mí es el gran fallo de todos los concursos de vinos, y entiendo que las organizaciones de los concursos no le pongan interés, pero es que es necesario: saber si el lote de la muestra que se ha remitido a concurso, es el mismo que puede comprar cualquier persona, ya sea en un establecimiento físico o en una tienda por internet, y es tan fácil como realizar al día siguiente del fallo del concurso,  una comprar anónima en varios establecimientos de los ganadores del concurso, y que unos catadores independientes comprueben que el jurado de concurso y el público en general están bebiendo el mismo vino, porque (entiendo) que el fin último del concurso es reconocer la calidad de los vinos que podemos beber todos, ¿no? Vale, entiendo que comprar todos los ganadores supone un gasto elevado, quizás inasumible, para la organización, pero ¿por qué no hacen, al menos, como en el Concurso Mundial de Bruselas y hacen (y publican) un control de calidad, tal y como ellos indican en el artículo 19 de su reglamento? No creo que sea difícil.

Hasta aquí la primera parte de las conclusiones, si todo va bien, el fin de semana publicaré la segunda Y ÚLTIMA.

Lo prometo.

05/10/2024

Menos Oros, Caperucita. 3ª Parte: La cosa nuestra.

 


Bueno, esto va ya cuesta abajo, nos vamos acercando a nombres de denominaciones de origen españolas, bodegas que nos suenan, vinos que hemos bebido y/o repudiado.

Si alguien ha llegado hasta aquí de rebote, le cuento, hay dos entradas anteriores a esta, en la primera daba unas pinceladas de lo que es Bacchus, y en la segunda parte hablaba de las cifras globales del concurso y de los vinos/bodegas internacionales que han sido premiados en el concurso. No es que sea imprescindible su lectura, pero ayuda a crear contexto.

 

Voy a intentar llevar la misma estructura que usé con los vinos internacionales, aunque entraré algo más al detalle.

Antes de empezar tengo que aclarar una cosa: he vuelto a encontrar discrepancias entre las notas de prensa de la organización y las dos bases de datos que hice con SUS medalleros, curiosamente, también en los años 2014 y 2017, donde encontré divergencias con el número de premios a vinos de Taiwán e Italia. En un primer momento pensé que podría tratarse de algún fallo de estas bases de datos, y las relaciones que había entre ellas, así que he hecho una nueva base de datos que sigue fundamentada en los medalleros que ha expuesto la organización en su web, ya que la información que contienen es mucho más fiable que las notas de prensa. Asumo que puede haber fallos en mi base de datos, me puedo equivocar, pero los datos son los que son y están sacados de la propia organización.

 

Aclarado este punto, vamos a por el medallero hispano:

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

A lo largo de estas doce ediciones, no ha habido un aumento muy grande en cuanto al número de medallas, como sí ha pasado con los galardones a los vinos extranjeros, que prácticamente han doblado su número total. En el caso español, la variación entre la edición que más medallas se han otorgado con la que menos, es de “apenas” un 15%, pero sí vamos al detalle, veremos cosas interesantes:

-       El número de medallas Gran Bacchus de Oro se ha multiplicado por ¡10!, se ha pasado de entregas entre 5, 7 o 15 medallas a entregar en la pasada edición de 2024 nada menos que 50.

-     Prácticamente se han duplicado el número de medallas de Oro, y como en el caso de los vinos internacionales, paulatinamente han aumentado el número de estas medallas mientras que se han reducido las de Plata, de modo que cada vez es más sencillo que si un vino tiene un reconocimiento, este fácilmente puede ser de primera o segunda categoría, fijaros en este cuadro:

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

 Es impresionante ver como en la edición del 2013 las medallas de primera y segunda categoría no sumaban entre sí el 50%, mientras que en la edición del 2024 sobrepasan el 75% de las medallas.

 Puede que en el futuro, los datos de la edición del 2024 sean un caso aislado, pero se aprecia que desde la edición de 2021 hay un cambio radical a la hora de entregar medallas. Esto hace que me plantee si es que ha habido un súbito cambio de calidad en las muestras presentadas a concurso, puesto que la normativa de cada edición, en lo referente a la puntuación para obtener una medalla determinada, no ha cambiado (que se sepa…).

 Pasemos ahora a ver el medallero por denominaciones de origen. No os esperéis muchas sorpresas.

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

 

Una cosilla, soy consciente de que hay faltas de ortografía en el nombre de las DO que aparecen en este cuadro, pero me he cansado de corregir faltas de ortografía, sobre esto también hablaré en la última entrada.

Vayamos a los datos.

 A lo largo de todas las ediciones, han conseguido medallas hasta 103 Indicaciones Geográficas, Denominaciones de Origen, Vinos de la Tierra, etc. Ninguna sorpresa en el reparto de medallas: los vinos de Rioja, Ribera, Rías Baixas y Rueda son los que se llevan algo más del 40% de las medallas concedidas por el concurso. La gran campeona es Rioja por número total de medallas, así como en las categorías de Oro y Plata.

Jerez es la máxima ganadora de medallas Gran Oro (que ya sé que es Gran Bacchus de Oro, pero por acortar, las estoy llamando así), dobla al segundo clasificado que ¡oh, sorpresa!, es Rioja. Ribera del Duero queda relegada a ser segundona en todas las categorías en el mejor de los casos.

 Cosas que veo curiosas:

-       Sorprendente 5º puesto por medallas de los Vinos de la Tierra de Castilla, el 65% de sus medallas son de Plata. Si siguen bajando los reconocimientos de esta categoría, podría perder esta posición, salvo que esas medallas pasen a ser de oro (cosa bastante probable).

-       Muy sorprendente el 12º puesto por medallas para Vinos de Madrid. Es indudable que se pueden hacer vinos buenos en toda España, y según este concurso, se deben de hacer muy buenos por el centro, ya que tienen más medallas que otras DO con más historia como Bierzo, Toro o Montilla-Moriles.

-       25 de las 103 indicaciones siempre han obtenido medallas en las 12 ediciones que he analizado.

-       Por contra, hay 53 que sólo han sido galardonadas entre 1 y 6 ediciones.

-       Sólo Jerez ha ganado, al menos, una medalla Gran Oro en todas las ediciones, por detrás quedan Ribera del Duero que lo ha hecho 11 veces, Rioja en 9 ocasiones y Rías Baixas y Rueda en al menos 7 ediciones.

 

Pasemos ahora al proceloso y doloroso mundo de las bodegas.

En estas 12 ediciones, han sido premiadas hasta 940 bodegas, grupos de bodegas, particulares o supermercados. Se han sucedido cambios en las bodegas, algunas han desaparecido, otras han sido compradas/fusiladas por otras, hay grupos de bodegas/empresas que presentan sus vinos con uno de los nombres comerciales de la bodega, otros presentan unos años los vinos bajo el nombre de una sociedad y al otro con el nombre de una bodega del grupo…, un auténtico dolor de cabeza tras otro. Con el fin de presentar los datos de la forma más coherente posible, aquellas bodegas que pertenezcan a un mismo grupo empresarial las he puesto bajo un solo nombre (grupo Freixenet, Codorníu-Raventós, García Carrión, por ejemplo), las bodegas que han desaparecido o han sido vendidas siguen en el listado con las medallas que hayan obtenido hasta el momento de su venta, y aunque esto afecta más al apartado de vinos, hay marcas de vinos que han tenido hasta tres o cuatro dueños distintos, por lo que habrá tres o cuatro bodegas que tienen medallas con un mismo vino pero de diferentes añadas.

 Hay tres excepciones a esta norma:

1.    Álvaro Palacios, Descendientes de J. Palacios y Bodegas Palacios Remondo, no tengo claro si son un grupo, si son tres bodegas con un accionista común… Y además son un caso curioso.

2.    Bai Gorri y Granbazán, me he dado cuenta que son de un mismo grupo empresarial casi en el mismo momento en el que estoy escribiendo la entrada y ya no pienso toquetear más la base de datos.

3.    Puede haber bodegas que pertenezcan a un mismo grupo de empresas y yo no lo sepa, y al igual que el punto 2, ya no voy a tocar más la base.

 

Como sería interminable poner imágenes de las medallas que tiene cada una de las 940 bodegas, pondré imágenes de lo que encuentre más representativo. Si alguien tiene algún interés especial en saber algún dato en concreto de alguna bodega, que me lo indique en comentarios y lo cuelgo.

 

De primero, unos números generales:

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

De las 940 bodegas que han obtenido alguna medalla, 415 lo han hecho en una sola edición, es decir, un año ganan entre 1 y 5 medallas y ya no vuelven a repetir premio (o quizás no vuelvan a concursar). Entre las 415 han conseguido 519 medallas, una media de 1,25 medallas por bodega.

Por el otro lado, sólo 43 bodegas han obtenido medallas en 10 o más ediciones, entre todas han conseguido 833 medallas en total, eso es casi 1,61 medallas por bodega cada año.

 

Pasemos ahora al ranking con las bodegas que más medallas han obtenido.

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

En el primer lugar, el campeón indiscutible por medallas es García Carrión con 158 en total, casi doblando al segundo grupo empresarial, González Byass que tiene 87 medallas. García Carrión es además el campeón en medallas de Plata y Oro pero no tiene ningún Gran Bacchus de Oro. Bodegas Tradición es el campeón en la categoría reina, Jerez siempre ha pegado fuerte en esta categoría.

La parte alta del ranking está copada por las grandes bodegas industriales, las grandes distribuidoras de vino y alguna de las cooperativas más grandes de este país. Entre las primeras 30 bodegas de este ranking, suman 1311 de las 4648 medallas que se han entregado, o lo que es lo mismo, casi 3 de cada 10 medallas se las han llevado el 3% de las bodegas que alguna vez hayan obtenido un reconocimiento.

 

Entre las curiosidades de este ranking, destaco las siguientes:

   La mayoría de las bodegas tienen entre 1 y 5 medallas, casi todas son pequeñas bodegas anónimas o cooperativas no muy grandes, quizás les suponga una publicidad interesante, aunque quizá debieran invertir más en tener webs más actualizadas y funcionales, hay bodegas que llevan sin actualizar sus webs más de 5 años, les han caducado los certificados de seguridad, o les falla la estructura de la web y te dirige a páginas con datos obsoletos.

 

-       Me resulta de lo más curioso el que supermercados o distribuidores de marca blanca presenten por/para al concurso, no es que sea una constante, Lidl lo hizo en 3 ediciones, Makro en 1 o Desarrollo de Marcas en 3, de momento parecen campañas cortas, pero tal y como pinta la cosa, no me extrañaría que en próximas ediciones sean las distribuidoras quienes “financien” los gastos para presentar los vinos a concurso (para que luego las bodegas se las “apropien”).

 

-       Aunque lo desarrollaré un poco más en el apartado de vinos, las bodegas Álvaro Palacio y, Descendientes de J. Palacios y Palacios Remondo son un caso particular, siempre han obtenido una medalla de Oro en las ocasiones que han sido galardonadas, y siempre con el mismo (y único) vino), las dos primeras en las 12 ediciones analizadas y la última en “sólo” 11, aunque en la edición del  2013 ganaron dos medallas de oro con dos vinos distintos. Compensando.

 

-       Más cosas raras, hay 7 bodegas que sólo tienen medallas Gran Oro. Tres de ellas parece que llegaron, presentaron su vino, besaron el santo y medalla al canto. De las otras, tres han sido ganadoras en esta “generosa” edición de 2024, y la última de ellas, ha ganado una en el 2020, y curiosamente, la otra también en el 2024…

 

-       Si sacamos las medias de las medallas obtenidas en función de las ediciones en las que las bodegas han sido premiadas, tenemos este bonito cuadro.

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

García Carrión saca jugo en cada edición en la que participa. Aunque la organización no indica cuántos y qué vinos participan (sólo informan de los ganadores), la bodega obtiene una media de algo más de 13 medallas en cada edición ¿cuántos vinos tiene que estar presentando cada año para llegar a esta media? Porque estadísticamente, alguno no tiene que ganar premio, ¿no? Ejem

Y pasemos ya, por fin, a los vinos más premiados del concurso, ¿quién será, algún Pata Negra, un Viña Albali, un verdejito tropical, unos imponentes Vega Sicilia, Teso la Monja o Artadi? Vamos a ello.

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.


Pues no hay un único ganador, hay cinco ganadores, cada uno de ellos con 12 medallas en las 12 ediciones:

-       Pedro Ximénez Tradición VOS, con 7 medallas Gran Bacchus  Oro y otras 5 de Oro.

-       Amontillado Tradición VORS, con 3 Gran Bacchus de Oro, más 8 medallas de Oro y una de Plata. Esta bodega iba de tapadillo pero está en todas las salsas.

-       Les Terrases, de Álvaro Palacios y Pétalos del Bierzo, de Descendientes de J.Palacios, los dos con 12 medallas de Oro cada uno. Año que participan, año que les atizan un medallón de Oro.

-       Mirto, de Zamora Company (también conocidos como “los de Ramón Bilbao”), con 1 Gran Bacchus de Oro, 10 Oros y una Plata.

Es decir, 2 vinos de Jerez, un Priorat, uno de Bierzo y un Ribera…, quién lo iba a decir.

La Rioja viene justo por detrás con dos vinos con 11 medallas, La Montesa, de Bodegas Palacios Remondo con 11 medallas de Oro (hay que ver qué mano tiene esta familia…) y Faustino I Gran Reserva, que tiene 3 Gran Bacchus de Oro, 3 de Oro y 5 de Plata.

 

Por categorías, estos son nuestros campeones.

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Queda patente que los vinos de Jerez, y en concreto los de Bodegas Tradición, son los amplios ganadores de la categoría. Con esto queda patente que Jerez gasta pasta en publicidad, que sus vinos son muy buenos, pero los beben 4 y el del tambor….

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Pues como os decía antes, la mano de la familia de Álvaro Palacios copa las primeras posiciones de la categoría Oro. Es tremendamente curioso cómo año a año consiguen siempre la misma medalla, a esto se le llama estabilidad. Los responsables de marketing de estas bodegas pueden hacer el trabajo por adelantado, ya saben de qué color va a ser la medalla del Bacchus 2025. Y si se presentan en 2035, también.

 

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Por fin aparecen los primeros vinos de García Carrión en lo más alto de la clasificación, ha habido que esperar hasta el final, teniendo que compartir el honor con la bodega de Iniesta y la de Castelo de Medina, que está muy desaparecida en RRSS.

 

Sé que estáis un poco cansados, así que no me voy a extender demasiado (hoy).

Curiosidades:

-       Entre los años 2013 y 2024 se han entregado 4648 medallas a 3011 premios, eso quiere decir que muchos vinos sólo han recibido UNA única medalla, concretamente 2128 vinos, ¡algo más del 70%!

-       Esta medalla suele ser la de Plata, la han conseguido hasta 1238 vinos, aunque la de Oro no está demasiado lejos, 815 vinos la tienen, por 75 que tienen el Gran Bacchus de Oro.

-       También hay marcas, 14 concretamente, que han ganado 2 medallas con un mismo vino pero de dos añadas distintas en la misma y única edición. Esto es maximizar recursos.

-       No es raro ver vinos de una misma añada que tienen medallas en más de una edición (y no solo de Jerez).

-       A lo largo de las 12 ediciones, la marca que se repite es “Pata Negra” que cuenta con hasta 28 vinos distintos y de diferentes DO: Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Valdepeñas, Cava, Penedès, Jumilla y La Mancha.

 

-       Los vinos de García Carrión más premiados, a lo largo de todas las ediciones son: Viña Arnaiz Ribera del Duero Crianza, con 6 medallas (2 de Oro y 4 de Plata). Pata Negra Ribera del Duero Reserva, con 6 medallas de plata. Pata Negra Ribera Crianza, con 5 medallas (1 de Oro y 4 de Plata). Y Pata Negra Rueda Verdejo, con 5 medallas (3 de Oro y 2 de Plata). Este último es el que más medallas de Oro tiene, de alguna forma, sería su buque insignia.

 

Si habéis llegado hasta aquí, sabed que os lo agradezco muchísimo, sé que esto es un peñazo importante y valoro el tiempo que habéis utilizado para ello. Con esta información, no exhaustiva del todo, voy a fundamentar una crítica, no sólo a este concurso en concreto, sino a todos los concursos que tienen este formato, y aunque hace año y medio ya dediqué unas cuantas entradas con mi opinión (aquí y aquí), la próxima entrada las complementará.

 

Por cierto, a pesar que me he dirigido a la Unión Española de Catadores en varios correos y tuits para que me resolvieran un par de dudas sobre el medallero del año 2024, en el momento de realizar esta publicación aún no he recibido respuesta.

 

Andarán liadillos con la próxima edición.