28/04/2024

¿Tiene que ser caro el vino? 2ª parte: Los que beben


¿A vosotros no os cuesta diferenciar entre precio y valor de una cosa?

 Cierto, hay una serie de definiciones teóricas más o menos fáciles de comprender, pero mis dudas surgen cuando entro en una tienda, en un taller, o en un bar, y especialmente cuando veo los precios de lo que algunos se gastan a la hora de comer en alguno de los restaurantes de moda o lo que cuestan algunos vinos de alta gama. Vaya por delante que respeto el que quiera pagar esos precios, al fin y al cabo, cada uno hace con su dinero lo que mejor le viene; pero en mi mente, en mi foro interno, me resulta incomprensible el pagar ciertos precios. Todos los vinos parten de un elemento común, la uva, que como todo en la vida, la hay de distintas calidades, distintas formas de convertirlas en vino, de envejecerlo, embotellarlo, distintas formas de comprarlo. Entiendo que no es lo mismo una bodega construida con materiales prefabricados, a otra que ha sido diseñada por un prestigioso arquitecto norteamericano, u otra que esté dentro de un castillo o un monasterio medieval, que las viñas sean centenarias y plantadas en vaso en un pedregal, y que existan otras que han sido plantadas en espaldera y con riego. Entiendo que el vino lo haga una multinacional cuyo negocio está, quizá, más enfocado a obtener el máximo rendimiento económico con la menor inversión posible, a que lo haga una familia que le gusta vivir (que no sobrevivir) de algo en lo que ha puesto alma, corazón y vida.

Entiendo, hasta cierto punto, que el precio también sirve para marcar diferencias para posicionar un tipo de vino, de modo que acceder a él solo pueda hacerlo un determinado tipo de consumidor y que esto genere un aura de exclusividad, tanto para las bodegas que crean ese divino elixir, como para la tienda que lo vende y también para quien lo compra.

Entonces ¿vale el vino lo que realmente cuesta?

Respuesta corta: Depende.

Respuesta larga: Depende a quién le preguntes.

Veréis. A día de hoy, en 2024, el GRAN problema del vino es que hay más vino que gente dispuesta a beberlo, por distintas razones que ya he contado en otras entradas/episodios, y como también decía, la forma más lógica de resolver el problema solo se puede hacer de dos formas posibles:

-        Una es aumentar el consumo de vino, bien porque todos empecemos a beber más o bien porque haya más consumidores. Tal y como pinta la cosa, ninguna de las dos es sencilla y, en algunos casos, ni siquiera deseable. Ya sabemos que los excesos del vino no son compatibles con una buena salud, y de sobra es conocido que las nuevas generaciones ahora mismo tienen un nulo interés por el vino (lógico, por otra parte).

-       La otra forma, teóricamente más sencilla, es adecuar la oferta a la demanda, lo que es un bonito concepto, que diría el Sensei.

Aquí el problema radica en saber qué es lo que se demanda, lo que se va a demandar en el futuro y si existen los medios para equilibrar las cantidades de vino que saldrán de las bodegas y lo que nosotros podamos beber, aunque esto no deja de ser una simpleza.

Me explico.

Hoy en día es posible saber qué vinos se venden en España, si los bebemos  en casa o los bebemos fuera. Se pueden realizar estudios de mercado y saber cuáles son las tendencias de consumo de vino por edad, sexo, estado civil, nivel de ingresos, etc. Existen herramientas que analizan las redes sociales y que pueden mostrar modelos de consumo en el presente y realizar proyecciones a futuro de todo un universo digital que habla, consume o posturea con una botella de vino. Yo no digo que esto sea ni fácil ni barato, pero es algo que está ahí y que se está haciendo en otros países y con otros productos, pero por alguna razón aquí, ¡ sorpresa!, aquí hemos decidido que inventen otros (marca España), se cogen datos, estudios, proyecciones de otros países para hacerlos nuestros aunque culturalmente existan numerosas diferencias, y lo que es peor, ni siquiera adoptan las medidas que toman otros países, aquí solo se toman las más fáciles Y baratas. Otro día tengo que hablaros de esto con más detalles.

El caso es que en España se está simplificando al extremo, están tratando de convencernos a golpe de martillo que el consumo de vino en nuestro país se divide en dos grupos: el vino de alta gama (lujo y “premium”), y por otro lado los vinos “populares, fáciles de beber” hechos a gran escala, o sea, que en este país o bebemos muy caro o muy barato.

Lo primero que me pasa por la cabeza es preguntar qué es lo que pasa con los vinos que se quedan en medio de estas dos categorías, ¿no existen, no son representativos? en serio ¿solo bebemos Don Simón o La Faraona?

Aunque diéramos por cierta esta teoría, aunque solo fuera por un minuto, enseguida nos daríamos cuenta que cada uno de esos dos grandes y monolíticos grupos tienen innumerables subdivisiones. Me encantaría poneros una ponencia que dio el director del Observatorio del Mercado del Vino, Rafael del Rey, el pasado 15 de abril en el Duero Wine Fest donde sin ningún rubor se vino a decir que en España la gama media del vino ha muerto, y que esos vinos que ahora se encuentran en un limbo, que no les queda más remedio que migrar, bien al bando del vino caro, bien al del barato, bien al bando de la calidad, el prestigio y el relato cultural, o al bando del vino popular, fresco y dulcecito, y se pretende que con estos mimbres sean suficientes para el futuro del vino español.

Tal y como lo veo, el vino facilón, el granel, el vino de dos-tres euros la botella, el vino basto, tiene la muerte asegurada en no menos de 15 años, al menos como ahora lo conocemos. Es bastante probable que su futuro pase a ser refrescos a base de vino, zumo concentrado y gas, cuando no sea destinado a bebidas sin alcohol o bajo contenido en alcohol (de esto también habrá que hablar).

¿Qué es lo que va a pasar entonces con los vinos que no responden a esta clasificación o no quieren verse en este grupo? Pues si seguimos la lógica que se quiere imponer, tendrán que subir de precio, ojo, no para que paguemos un precio justo y lógico por lo que estamos bebiendo, que es lo que se debería haber hecho hace mucho tiempo y que es por lo que tenían que haber luchado muchas bodegas. La verdadera razón es que los precios van a subir, o debieran subir para diferenciarse por precio del vino de más baja calidad, es decir, que la apreciación de la calidad de un vino se haga fundamentalmente por su precio. Para ello, de alguna forma se establecerán unos “vinos patrones”, con un precio determinado y a partir de ahí se podrá establecer si un vino tiene más o menos calidad, es decir, si un vino cuesta más que el vino patrón eso querrá decir que ese vino es de mucha calidad, y si cuesta menos, pues será un vino fácil y popular. La de lobos vestidos de ovejas que esto va a crear.

Es aquí y ahora cuando os pregunto, ¿tiene que ser el vino más caro?, mejor dicho ¿tiene que ser el vino más caro por este motivo?

Es más, si realmente nos dirigen a un escenario en el que sólo hay dos ofertas súper concentradas, con sus trampas, porque no os quepa duda que las trampas que ya hay hoy en día no van a desaparecer (seguramente se transformarán), a lo que nos gusta realmente el vino nos van a poner en un serio problema, y este es gastar más en vino pero consumiendo considerablemente menos, y esta situación habrá quien pueda afrontarla bien, regular o mal, y que muy probablemente termine con muchos consumidores, al igual que hoy sucede con Millenials y Generación Z, que pasen a un amplio mercado de bebidas y refrescos alcoholizados o no, siendo el vino una bebida con escaso interés, que se consuma  en ocasiones muy puntuales, algo así como lo que pasa hoy en día con el consumo de vinos espumosos.

Y esto va para las cabezas pensantes del vino, hechiceros de tercera venidos a ser gurús reparte puntos,  #winefakers: la virtud siempre ha estado en el medio, en tener capacidad de movimiento hacia gamas medio altas y medio bajas, si creéis que ensanchando la base de la pirámide a costa de la desaparición de la parte de en medio, os vais a meter un ostiazo del que nadie va a salir vivo, ya no los consumidores, porque hay otros mercados, otros nichos en los que caben, el problema es que os vais a cargar el propio sector del vino, os estáis disparando al pie, ¿o es que creéis que cuando solo queden tres que puedan comprar vino, os lo van a comprar a vosotros?    

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