¿A vosotros no os cuesta
diferenciar entre precio y valor de una cosa?
Cierto, hay una serie de definiciones teóricas
más o menos fáciles de comprender, pero mis dudas surgen cuando entro en una
tienda, en un taller, o en un bar, y especialmente cuando veo los precios de lo
que algunos se gastan a la hora de comer en alguno de los restaurantes de moda
o lo que cuestan algunos vinos de alta gama. Vaya por delante que respeto el
que quiera pagar esos precios, al fin y al cabo, cada uno hace con su dinero lo
que mejor le viene; pero en mi mente, en mi foro interno, me resulta
incomprensible el pagar ciertos precios. Todos los vinos parten de un elemento
común, la uva, que como todo en la vida, la hay de distintas calidades,
distintas formas de convertirlas en vino, de envejecerlo, embotellarlo,
distintas formas de comprarlo. Entiendo que no es lo mismo una bodega construida
con materiales prefabricados, a otra que ha sido diseñada por un prestigioso
arquitecto norteamericano, u otra que esté dentro de un castillo o un
monasterio medieval, que las viñas sean centenarias y plantadas en vaso en un
pedregal, y que existan otras que han sido plantadas en espaldera y con riego.
Entiendo que el vino lo haga una multinacional cuyo negocio está, quizá, más
enfocado a obtener el máximo rendimiento económico con la menor inversión
posible, a que lo haga una familia que le gusta vivir (que no sobrevivir) de
algo en lo que ha puesto alma, corazón y vida.
Entiendo, hasta cierto
punto, que el precio también sirve para marcar diferencias para posicionar un
tipo de vino, de modo que acceder a él solo pueda hacerlo un determinado tipo
de consumidor y que esto genere un aura de exclusividad, tanto para las bodegas
que crean ese divino elixir, como para la tienda que lo vende y también para
quien lo compra.
Entonces ¿vale el vino lo
que realmente cuesta?
Respuesta corta: Depende.
Respuesta larga: Depende a
quién le preguntes.
Veréis. A día de hoy, en
2024, el GRAN problema del vino es que hay más vino que gente dispuesta a
beberlo, por distintas razones que ya he contado en otras entradas/episodios, y
como también decía, la forma más lógica de resolver el problema solo se puede hacer
de dos formas posibles:
- Una es aumentar el
consumo de vino, bien porque todos empecemos a beber más o bien porque haya más
consumidores. Tal y como pinta la cosa, ninguna de las dos es sencilla y, en
algunos casos, ni siquiera deseable. Ya sabemos que los excesos del vino no son
compatibles con una buena salud, y de sobra es conocido que las nuevas
generaciones ahora mismo tienen un nulo interés por el vino (lógico, por otra
parte).
- La otra forma, teóricamente más sencilla, es adecuar la
oferta a la demanda, lo que es un bonito concepto, que diría el Sensei.
Aquí el problema radica en
saber qué es lo que se demanda, lo que se va a demandar en el futuro y si
existen los medios para equilibrar las cantidades de vino que saldrán de las
bodegas y lo que nosotros podamos beber, aunque esto no deja de ser una
simpleza.
Me explico.
Hoy en día es posible
saber qué vinos se venden en España, si los bebemos en casa o los bebemos fuera. Se pueden
realizar estudios de mercado y saber cuáles son las tendencias de consumo de
vino por edad, sexo, estado civil, nivel de ingresos, etc. Existen herramientas
que analizan las redes sociales y que pueden mostrar modelos de consumo en el
presente y realizar proyecciones a futuro de todo un universo digital que
habla, consume o posturea con una botella de vino. Yo no digo que esto sea ni
fácil ni barato, pero es algo que está ahí y que se está haciendo en otros
países y con otros productos, pero por alguna razón aquí, ¡ sorpresa!, aquí hemos
decidido que inventen otros (marca España), se cogen datos, estudios,
proyecciones de otros países para hacerlos nuestros aunque culturalmente
existan numerosas diferencias, y lo que es peor, ni siquiera adoptan las
medidas que toman otros países, aquí solo se toman las más fáciles Y baratas.
Otro día tengo que hablaros de esto con más detalles.
El caso es que en España se
está simplificando al extremo, están tratando de convencernos a golpe de
martillo que el consumo de vino en nuestro país se divide en dos grupos: el
vino de alta gama (lujo y “premium”), y por otro lado los vinos “populares,
fáciles de beber” hechos a gran escala, o sea, que en este país o bebemos muy
caro o muy barato.
Lo primero que me pasa por
la cabeza es preguntar qué es lo que pasa con los vinos que se quedan en medio
de estas dos categorías, ¿no existen, no son representativos? en serio ¿solo bebemos
Don Simón o La Faraona?
Aunque diéramos por cierta
esta teoría, aunque solo fuera por un minuto, enseguida nos daríamos cuenta que
cada uno de esos dos grandes y monolíticos grupos tienen innumerables
subdivisiones. Me encantaría poneros una ponencia que dio el director del
Observatorio del Mercado del Vino, Rafael del Rey, el pasado 15 de abril en el
Duero Wine Fest donde sin ningún rubor se vino a decir que en España la gama
media del vino ha muerto, y que esos vinos que ahora se encuentran en un limbo,
que no les queda más remedio que migrar, bien al bando del vino caro, bien al
del barato, bien al bando de la calidad, el prestigio y el relato cultural, o
al bando del vino popular, fresco y dulcecito, y se pretende que con estos
mimbres sean suficientes para el futuro del vino español.
Tal y como lo veo, el vino
facilón, el granel, el vino de dos-tres euros la botella, el vino basto, tiene
la muerte asegurada en no menos de 15 años, al menos como ahora lo conocemos. Es
bastante probable que su futuro pase a ser refrescos a base de vino, zumo
concentrado y gas, cuando no sea destinado a bebidas sin alcohol o bajo
contenido en alcohol (de esto también habrá que hablar).
¿Qué es lo que va a pasar
entonces con los vinos que no responden a esta clasificación o no quieren verse
en este grupo? Pues si seguimos la lógica que se quiere imponer, tendrán que
subir de precio, ojo, no para que paguemos un precio justo y lógico por lo que
estamos bebiendo, que es lo que se debería haber hecho hace mucho tiempo y que
es por lo que tenían que haber luchado muchas bodegas. La verdadera razón es
que los precios van a subir, o debieran subir para diferenciarse por precio del
vino de más baja calidad, es decir, que la apreciación de la calidad de un vino
se haga fundamentalmente por su precio. Para ello, de alguna forma se
establecerán unos “vinos patrones”, con un precio determinado y a partir de ahí
se podrá establecer si un vino tiene más o menos calidad, es decir, si un vino
cuesta más que el vino patrón eso querrá decir que ese vino es de mucha
calidad, y si cuesta menos, pues será un vino fácil y popular. La de lobos
vestidos de ovejas que esto va a crear.
Es aquí y ahora cuando os
pregunto, ¿tiene que ser el vino más caro?, mejor dicho ¿tiene que ser el vino
más caro por este motivo?
Es más, si realmente nos
dirigen a un escenario en el que sólo hay dos ofertas súper concentradas, con
sus trampas, porque no os quepa duda que las trampas que ya hay hoy en día no
van a desaparecer (seguramente se transformarán), a lo que nos gusta realmente el
vino nos van a poner en un serio problema, y este es gastar más en vino pero
consumiendo considerablemente menos, y esta situación habrá quien pueda
afrontarla bien, regular o mal, y que muy probablemente termine con muchos
consumidores, al igual que hoy sucede con Millenials y Generación Z, que pasen
a un amplio mercado de bebidas y refrescos alcoholizados o no, siendo el vino
una bebida con escaso interés, que se consuma
en ocasiones muy puntuales, algo así como lo que pasa hoy en día con el
consumo de vinos espumosos.
Y esto va para las cabezas
pensantes del vino, hechiceros de tercera venidos a ser gurús reparte puntos, #winefakers: la virtud siempre ha estado en el
medio, en tener capacidad de movimiento hacia gamas medio altas y medio bajas,
si creéis que ensanchando la base de la pirámide a costa de la desaparición de
la parte de en medio, os vais a meter un ostiazo del que nadie va a salir vivo,
ya no los consumidores, porque hay otros mercados, otros nichos en los que
caben, el problema es que os vais a cargar el propio sector del vino, os estáis
disparando al pie, ¿o es que creéis que cuando solo queden tres que puedan
comprar vino, os lo van a comprar a vosotros?
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