Os tengo que confesar una
cosa: esta es la quinta versión que hago de esta entrada. La anterior ocupaba
seis páginas escritas, eran casi 14 minutos de lectura. Bueno, pues me dejó
dormido, tal cual. Terminé de editar el audio para el no-podcast, me lo puse
para comprobar que tal había quedado y no llegué ni a la mitad, me quedé frito.
Cuando veo que una entrada
se me queda algo larga, suelo dividirla en varias partes, pero con esta iba a
hacer una excepción y dejarla entera. Está claro que no fue la mejor decisión.
Si alguien tiene problemas para conciliar el sueño, dejaré la entrada original aquí. No
busquéis el audio porque lo he destruido, jamás volverá a ver el Sol.
Al lio.
Llevo leyendo mucho tiempo
una expresión, “generar valor propio”, como un eufemismo para decir que algo
tiene que ser más caro. En el caso del vino español, esto se está utilizando
para decir que cualquier vino que quiera salir al mercado internacional y que
quiera competir con los vinos de alta gama, tienen que situarse en una escala
de precios que evidencie que realmente ese vino no solo es de una calidad
exclusiva, sino que además hay que pagarla. Hasta cierto punto comprendo que el
lujo y la exclusividad es así, pero hay otras cosas que ya no me quedan claras.
Por un lado, no sé si
todos los vinos son capaces de “generar suficiente valor propio” como para que
puedan competir en este mercado de lujo. Hay vinos que han pasado de costar 50€
a casi 300€, y entiendo que tiene que ser así por exigencias del guión, pero lo
que me queda menos claro es que haya vinos que costaban menos de 20€ y que
rápidamente se han puesto en 50€, no sé si con la intención de llegar a ocupar
el espacio que han dejado los primeros o si con la intención de escalar
rápidamente a precios superiores. Pero lo que más me asombra es que estos
precios se están asumiendo, no solo con normalidad, sino que además hay unas
expectativas desaforadas hacerse con ellos, en ocasiones con el fin de
especular, que a mí ni me va ni me viene, pero me da que esto va a terminar en
una burbuja, y si las cosas están ya complicadas en el sector del vino, esto
puede terminar de reventarlo.
Por otro lado, tampoco comprendo
por qué hay que andarse por las ramas y usar, como decía, eufemismos. He
llegado a entender que “generar valor propio” es crear una serie de
características, espacios, historias y otros elementos que permiten diferenciar
un vino de otro, pero esto no deja de ser un marco teórico bien intencionado
para evitar decir que el vino tiene que ser más caro. Si ya lo sabemos, si
desde un punto de vista comercial es evidente. Pero si lo que se pretende es no
asustar al consumidor, al final se va a conseguir lo contrario. Precisamente lo
que el vino necesita es transmitir honestidad, no necesitamos palabras bonitas
ni circos de tres pistas para justificar lo que cuesta una botella de vino, si
precisamente necesitamos es que nos enseñen las costuras del vino, que veamos
porqué un vino tiene que costar lo que cuesta y luego decidamos comprarlo o no,
pero mucho me temo que esto no está en la mente de los que tienen que
transmitirlo, es mucho más cómodo y barato edulcorarnos el escenario.
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