¿Qué demonios es “generar valor añadido al vino”?, ¿a qué se refieren
bodegueros, críticos, prescriptores, masters of wine, gurús y demás mentes
pensantes cuando dicen que el vino español necesita generar valor añadido para
que tenga reconocimiento internacional?, es más, ¿cualquier vino puede generar
valor añadido? Si no es así ¿cómo y quién decide qué vino puede generarlo: el
que lo hace, el que lo distribuye, el que lo aconseja, el que lo vende o el que
lo sirve, quizás quién lo compra?
Pensé que esta entrada me iba a resultar más fácil poder explicar lo que yo
he entendido por “generar valor añadido”, pero me he encontrado con muchas
contradicciones a la hora de plantearlo. En un primer momento, quería explicar
lo que podía ser el valor añadido desmenuzando el proceso de elaboración del
vino, desde la viña hasta el momento en el que alguien compra una botella de
vino. Me quedó demasiado farragoso, llevaba cuatro páginas escritas y aún no me
había metido en el meollo.
Poseriotmente pensé hacer un símil con el tiramisú. Como lo lees, con el
tiramisú, mejor dicho, con cuatro tipos de tiramisú: uno ultraprocesado, otro semi
industrial, otro artesanal hecho con ingredientes ecosostenibles, y un cuarto
hecho por un italiano siguiendo a rajatabla la receta tradicional.
Terminé por descartar esta idea cuando por descuido casi le pego un
mordisco al ratón. Bueno, realmente no ha sido por eso, al final mezclé Roma
con Santiago y llegaba un momento en el que no quedaba claro si estaba hablando
sobre tiramisús, vinos o la quinta esencia del universo observable.
Así que he cogido lo mejor de ambas ideas, las he condensado en esta
entrada, he guardado lo que me quedaba de tiramisú en el frigo y que sea lo que
Dionisos quiera.
Primera pregunta: ¿qué
quiere decir “crear valor añadido”?
No he terminado de encontrar una definición precisa como la tienen otros
conceptos, con distintas acepciones que se adecuan al contexto en el que se
utiliza.
¿Generar valor añadido es que un vino cueste más dinero por el lugar geográfico
del que proviene, por el nombre de la bodega o personas que crean ese vino,
porque pertenece a una DO importante o que en ese momento está de moda o porque
le han dado un montón de puntos y varios premios?
¿Generar valor añadido consiste en usar una serie de técnicas de cultivo
ecológicas o biodinámicas en la viña, consiste en usar unos depósitos de
hormigón en forma de huevo para la fermentación del vino?, ¿consiste en
realizar crianzas más o menos largas o el uso de materiales distintos a los
habituales para el envasado del vino?, ¿consiste en usar energías renovables
durante todo el proceso de elaboración y transporte del vino?
¿Generar valor añadido consiste en crear un relato en el que se juntan el
entorno natural en el que crece una viña y sufridos héroes y heroínas sin capa,
que transforman el fruto de una uva archicentenaria en un vino que exprese la
esencia de ese territorio inhóspito, contado de una forma bucólica, épica, como
si fuera un cantar de gesta?
¿Es el enoturismo crear valor añadido?, ¿lo es subir el precio del vino a
tenor de las puntuaciones que dan en las guías o los gurús reparte puntos y que
sin pestañear pagan los más puristas?
Quizás sea la mezcla de varias de estas cuestiones, o puede que sea seguir
la moda que dictan desde publicaciones anglosajonas sin que nadie se plantee
que quizás no tengan nada que ver nuestra cultura (de esto quizás escriba no
tardando mucho).
Pregunta número 2,
¿todos los vinos pueden generar su valor propio?
Pues esto también me plantea sus dudas.
Imaginad que pongo delante vuestra cuatro botellas de vino:
-
La primera: un vino de menos de 4€
que se encuentra en cualquier supermercado, vinos con DO o sin ella, de calidad
baja o medio baja, lo que vulgarmente llamaríamos un brebaje, esos que
requieren ser cortados con CocaCola o Casera, pero es un vino que se vende muy
bien entre mayores de 65 años y cuñados
que creen que es un robo pagar más de 5€ por algo menos de un litro de vino.
-
Segunda botella: vino de entre 8 y 30€,
de las DO más reconocidas o de las que se encuentran de moda; relativamente
fácil de conseguir si se pide a bodega, tiendas especializadas o plataformas
digitales tipo Bodeboca, raramente se ve en supermercados o hipermercados. Vino
reconocido/aclamado por un público más que iniciado. Algunos gurús han hablado
sobre él, aunque por estética lo consideran un vino menor.
-
Tercera botella: vino con prestigio
entre los prescriptores, gurús, vendechuflas y prensa especializada. Cuesta
entre 30 y 100€ la botella, son vinos representativos de las bodegas que los
elaboran, aunque no necesariamente son sus topes de gama. Aportan prestigio a
sus DO o incluso tienen la suya propia. Vinos de contrastada calidad, muchos de
ellos marcan tendencia por la forma en cómo se elaboran o por el nombre de sus
elaboradores. Son los vinos que empiezan a tener su propio relato. Para aquellos
que se pueden permitir comprarlos con cierta regularidad (o eso dicen), dicen
que son sus vinos básicos, son los vinos que comprarían los iniciados una o dos
veces cada tres navidades.
-
Y por último, cuarta
botella: el summum del vino, maná divino, los Vega Sicilia, Pingus, Las
Beatas, Artadi cuando estaba en DOCa Rioja, los vinos que Peñín puntúa con 98
puntos, mientras Luis Gutiérrez se los bebe a morro delante de los bodegueros
que los hacen. No creo que haga falta decir mucho más.
Bien, este es el escenario, ahora vamos a jugar.
Cualitativamente todos estos vinos pueden generar valor propio, menos el
primero, el brebaje alcohólico, pero desde un punto de vista económico, la cosa
cambia. Si durante muchos años España ha sido la campeona del vino barato, no
sólo se va a deber al precio, tiene que haber algo más, no sé, capacidad
logística, formas de pago más beneficiosa que la de otros competidores, adaptación
a otros formatos… Si fuera por una cuestión de precios, un acuerdo por lo
bajini entre franceses e italianos nos barren del mercado en menos de cinco
años, que el acuerdo será todo lo ilegal que queramos, pero ahí tenemos como
vino y aceite español se etiqueta como producto de otros países, quiero decir, no
hay reparos en saltarse las leyes.
Las otras tres botellas pueden generar un valor añadido cualitativo, sin
duda, el problema es qué les diferencia las unas de las otras dentro de una
misma categoría, es decir, ¿cuántas botellas, de ente 8 y 30€ (por ejemplo)
comparten que usan (o dicen usar) viñas prefiloxéricas, que las cultivan de
forma ecológica, o que no usan albúmina para clarificar sus vinos? Vale, para
eso están las críticas, los comentarios de los consumidores, la prensa
especialita, los premios (ejem), pero eso ya lo tenían hasta ahora, no se está
generando algo nuevo. Algunas bodegas pueden decir que cuentan con el entorno,
que están abiertas al enoturismo, y esto en si sí que puede ser un valor
añadido, pero es un valor añadido hoy, en unos años otras bodegas habrán hecho
lo mismo y entonces, adiós valor añadido.
El precio puede parecer ese valor añadido, aumentar los precios con el fin
de marcar una diferencia ente los iguales, de alguna forma, crear una
exclusividad, y esa es la liga en la que juegan las otras dos botellas que
ponía de ejemplo, vinos, bodegas y marcas consolidadas, no aptas para todos los
bolsillos. Son los vinos que representan a las bodegas e incluso a sus DO. Son
vinos con todo un relato a sus espaldas, bien porque tienen una amplia
historia, bien porque cuentan con elaboradores que han adquirido fama incluso
por encima de los vinos que elaboran. Son los vinos que aspiran a codearse con
la élite del vino a nivel mundial, y ahí lo único que vale es la manteca. El
vino de alta calidad español es barato respecto a sus homólogos mundiales,
quien normalmente compra estos vinos no se pasa un año ahorrando para comprar
una botella de la segunda añada más barata, y en muchas ocasiones no les
importa tanto las notas de cata como el precio que tendrá esa botella en unos
cuantos años.
En pocos años, hemos visto vinos que han pasado de costar 50 € a costar
280, quizás con el fin de llegar a esta exclusividad, y entiendo que se tiene
que hacer así, no sería demasiado lógico pasar de 50 a 300€ en poco tiempo,
pero aquí veo dos problemas:
-
El primero es que este es un camino sin
retorno, en el momento que empiezan a subir de precio, aunque no lleguen a esos
puestos de élite, no pueden bajarlos de nuevo, porque puede hacer que se devalúen
las añadas anteriores, es decir, corren del riesgo de quedarse en tierra de
nadie, ni han llegado a la élite ni son un vino corriente.
-
El segundo es que hay, pienso, un riesgo
de crear una burbuja. Hay vinos que han pasado de costar 10-15€ a costar 50€ en
relativamente poco tiempo, aupados muchas veces más por unas expectativas
desaforadas que por un aumento exponencial de la calidad, que no digo que no
tengan, pero puede más el afán de tener (y presumir) de tener tal botella o tal
otra, pero eso puede ser una moda pasajera, mañana un gurú dice que esos vinos
no son para tanto y ¿qué pasaría? Pues eso.
Si tuviera que definir de teórica “crear valor” sería la de crear una serie
de características, espacios, historias que diferencien un gran vino de otro
gran vino, pero la vida no son los mundos de Yupi y aquí no hemos venido a
chuparnos el dedo. Entiendo perfectamente que un señor de Hong Kong o de la
Costa Azul o que viva en Aspen (Colorado), por mucho que le digan que este vino
español es de una calidad tremenda, cuando mire el precio y vea que es menos de
la mitad que cualquier referencia de culto francesa, yanqui o alemana, puede
pensar que le están tomando el pelo, y el/ella/ello quiere poder presumir, o
incluso invertir en un producto que le dé cierto prestigio social y económico.
Lógicamente esto no se hace poniendo un precio ridículamente alto a un vino,
ahí tenemos al Aurum Red (Levógiro/Dextrógiro) a 25.000€ la botella y no va a
ninguna parte; entiendo que hay que construir una marca, una historia, una
carta de presentación que también tiene que competir con la de otros vinos, pero…
vamos a hacernos entre todos un favor: hablemos claro, dejemos metáforas y
subterfugios. Si el vino español, o italiano o finlandés tiene que ser más caro
para ganar posición en el mercado, admitámoslo, pongámoslo negro sobre blanco,
pero dejemos de tomarnos el pelo.
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