25/02/2023

Sobre los concursos y premios del vino, 4ª parte ¿Para que sirve un concurso de vinos? (y II)

 

Echando un vistazo a los ganadores españoles de los distintos galardones de concursos de vinos, abruma la cantidad de vinos que se producen por decena o centenares de miles de botellas, es decir, bodegas industriales como Félix Solís, García-Carrión, Freixenet, Grupo Zamora (Ramón Bilbao), grandes cooperativas, etc. Los reconocimientos son en todas las categorías, desde la más alta a la más baja, da igual, ahí tienes un vino que no pasa a ser mediocre codeándose con grandes vinos. Tomando el ejemplo del vino de la entrada anterior, el Marqués de Carrión reserva, Decanter le puntúa con 92 puntos y le otorga una medalla de plata. Este mismo concurso da el mismo reconocimiento a un Termanthia 2014, pero mientras este último se vende por unos 250 €, el Don Simón embotellado cuesta ¡20 veces menos!, unos 12€, ¿realmente alguien se puede creer que ambos vinos tienen la misma calidad? Sinceramente, no he probado ninguno de los dos, pero me resultaría muy difícil de creer que ese vino en concreto, el de 12€, sea comparable al otro que cuesta 250€. Y lo peor es que hay ejemplos parecidos en casi todos (por no decir que todos) los concursos, vinos mediocres con puntuaciones idénticas a vinos que tienen un reconocimiento muy superior, tanto por los expertos como por los iniciados, y esto tiene su miga.

 

Al final la sensación es que nos encontramos con dos vinos de características similares con el mismo galardón y/o puntuación pero con unas calidades y precios muy alejados, ¿cómo se come esto? No estamos comparando entre un vino tinto y uno blanco, o entre un vino joven o un crianza que pueden ser catados por distintos jurados, muy por el contrario, se supone que estos vinos han tenido que catarse en la misma sesión y ahora entramos en las suposiciones:

 

Supuesto nº 1:  los jueces que cataron el Termanthia ¿fueron los mismos que el Marqués de marras? Si la respuesta es si ¿realmente no encontraron ninguna diferencia entre ambos vinos, son tan parecidos cualitativamente? Si la respuesta es no ¿existe alguna escala para puntuar los vinos?, quiero decir, unos jurados determinan que el vino X tenga una puntuación determinada, al tiempo que en otra mesa otra serie de jurados deciden dar la misma puntuación a un vino Z, luego entiendo que tiene que existir un vino patrón o un elemento patrón que sirve para adjudicar las puntuaciones.

 

Supuesto nº 2: los vinos que participan en los concursos, ¿son los mismos que nos podemos encontrar en la calle? Todos los concursos establecen que así sea, pero ¿eso luego se comprueba? Hay concursos que dicen que si, que hacen una selección de los ganadores, los compran a ciertos distribuidores y comparan. Vais a perdonarme que sea un mal pensado, pero ¿por qué los organizadores no hacen una compra de incognito en tiendas y/o supermercados?, vamos, donde el consumidor realiza sus compras.

 

Esto me lleva a otra pregunta, cuando se hacen públicos estos premios, ¿a ningún jurado le extrañan estas puntuaciones o reconocimientos? Y me refiero concretamente a los jurados que luego trabajan como sumilleres, prescriptores, críticos… ¿tampoco se extrañan de estas cosas, nadie les ha preguntado cómo es posible que valoren vinos corrientes de la misma forma que vinos más serios?

 

En el mismo sentido, ¿qué pensarán los pequeños bodegueros cuando ven que sus vinos tienen el mismo premio (o incluso inferior) que los vinos industriales, aún cuando sus vinos cualitativamente son superiores? Por poner un ejemplo, Dominio del Bendito Las Sabias 2018, Decanter le concede una medalla de bronce y 86 puntos, ¿realmente es inferior a un Pata Negra o a un Mayor de Castilla?, ¿realmente es interesante “competir” en estos concursos?

 

Entiendo que sí a juzgar el número de participantes en los mismos, pero cuando coges una lista de premiados y compruebas el número de premios que se llevan las bodegas industriales, no puedo evitar pensar en si realmente podemos criticar a un paisano por comprar estos vinos mediocres si tienen el mismo reconocimiento que vinos más serios.

 

A lo largo de esta entrada me he centrado (quizás demasiado) en un vino y un concurso en concreto, puede ser, he preferido ilustrarla con un ejemplo por no marear mucho la lectura, pero con los enlaces que he ido dejando en estas cuatro entradas, si queréis podéis comprobar que hay muchos más casos. Lo curioso del caso es que al hablar de este tipo de concursos casi nadie me ha hablado demasiado bien de forma positiva, quiero decir, reconocen que hay mucho trabajo y muchos profesionales que sacan adelante este tipo de eventos, al tiempo que reconocen que los criterios a la hora de conceder reconocimientos están bastante cuestionados, premios exagerados, demasiados vinos “batalleros”, demasiada mediocridad; pero también se habla de que es una de las pocas posibilidades de dar relevancia al vino, de darlo a conocer tanto a los consumidores como a los profesionales, lo cual suena más a una excusa baratera que a un alivio.

Evidentemente hay que promocionar los vinos, hay que promocionar las bodegas, hay que mostrarlos al público, ¿pero ésta es la mejor solución posible?

 

 Yo creo que no.

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