07/06/2025

¿Hay que reinventar las Denominaciones de Origen? – Segunda parte, sistemas de calidad… ¿avanzada?

 



No sé muy bien cómo abordar hoy este tema, en la entrada anterior te he contado (a grandes rasgos) lo que es una denominación de origen, lo que son vinos de la tierra, los vinos de pago, pero hoy no no sé muy bien por dónde empezar, hay muchas cosas que me gustaría comentar, porque este tema tiene muchísimas facetas, no es para nada algo simple, y es que, además, es imposible mantener una opinión fija y cuadriculada, si no más bien firme como el roble y flexible como el junco, que decía aquel, pero… intentaré que no sea tan pesado como para aburrir a las ovejas, ni demasiado superficial y que al final no diga nada o casi nada.

Si las denominaciones de origen surgieron para dar una identidad y un origen al vino, la particular forma en cómo se hace en determinados sitios, demostrar que con las uvas autóctonas españolas también se pueden hacer buenos vinos, conseguir que el consumidor medio sea capaz de situar un vino en un mapa y que, al menos, sea consciente de que existen varias zonas en España donde se producen vinos de calidad, entonces se podría considerar que las DOs han cumplido con su misión, algunas mejor que otras, eso sí, pero la sensación que tengo, es que eso pasó a un segundo plano rápidamente, estuvo muy bien reivindicar que aquí también sabemos hacer las cosas, pero inexplicablemente, el siguiente paso fue amparar toda la morralla que se hacía…, y un poco más.

 Bueno, bastante más.

En algún momento, los consejos reguladores comenzaron a abrirse, a admitir a grandes bodegas y cooperativas, que sí, que son de la zona geográfica amparada por la DO, pero que sus vinos solo aportan volumen, no tienen más mérito. Y esto posteriormente, ha dado pie a cometer el mayor error que han podido cometer muchas DO: permitir que bodegas y cooperativas industriales puedan poner una tirilla de una denominación de origen en la parte trasera de sus botellas. Con el tiempo han ido cogiendo peso en consejos reguladores, que en algunos casos, tampoco es que les hagan ascos a medidas que puedan proponer estos gigantes, baste como ejemplo lo que ha pasado en las DO Valdepeñas, donde los dos mayores grupos bodegueros industriales se han lanzado (literalmente) mierda entre ellos porque unos y otros etiquetaban vinos jóvenes como si fuesen crianzas o reservas, y ¡se acusaban mutuamente de fraude! Al final la Audiencia Nacional les ha dicho que con su pan se lo coman, que todos, bodegas, consejo regulador, la consejería de agricultura de Castilla-La Mancha lo sabían y lo permitían, en definitiva, han echado a perder a toda una DO.

Lo normal es que las DOs y la IGPs tengan una gama de calidades, lo que no es normal es que  una DO ampare casi cualquier vino, desde un Torre Muga a un Pata Negra, es como si no existiera un nivel de calidad mínima requerida, que todo valga, confundiendo al consumidor. Hay mucho “cuñao” y prensa especialita decir que hay vinos de dos o tres euros de tal o cual denominación que son tan buenos (o incluso mejores) que los vinos más caros de esa misma denominación, y sintiéndolo mucho, no. Hay vinos de 10-15 € que son muy buenos y hasta  mejores que otros de 25-50€, pero no son la mayoría, pero el 99,9999999% de los vinos de 2 y 3€ son poco más que morralla, que sí, que es vino porque su elaboración cumple con lo que dice la legislación española, que no puedo negar que tiene unos consumidores a los que les gusta ese producto, que lo buscan y lo compran…, no estoy diciendo que se tenga que retirar del mercado, pero sí creo que todas las figuras de calidad no deberían permitir este tipo de vinos.

Si lo vemos desde el punto de vista de los propios bodegueros, creo que tampoco les interesa demasiado el que existan, bajo su misma denominación, vino de calidad baja (o muy baja), ni creo que les guste el que un consumidor pueda hacer una comparación, simplista tal vez, de que si este vino de 2 o 3€ pertenece a una denominación, es porque debe tener cierta calidad, y entonces… ¿para qué pagar más por un vino?, o si lo vemos desde otro ángulo, si esta (baja) calidad es la que me están ofreciendo esta denominación, pues mejor buscar otro vino de otra denominación.

El consumidor medio sí que es capaz de entender mejor que peor que un Tondonia, Vega Sicilia, Belondrade, etc., no es lo mismo que el Pata Negra o el Viña Albali, aunque pertenezcan a la misma denominación, pero también este mismo consumidor es el que luego va a pedir los manidos riojitas, riberitas, verdejitos. Estos motes vienen, precisamente, de la aceptación de esta baja calidad como representante de toda la denominación. Si yo tengo una bodega en la que me preocupo de tener bien cuidada la viña, si me molesto en hacer un buen trabajo en bodega, investigo, me formo, si soy capaz de ofrecer un buen producto por 10, 15 o 25€ ¿me beneficia o me perjudica el que me puedan comparar con estos vinos?

El grave problema es cómo definir calidad mínima de una forma objetiva. Un análisis químico serviría para eliminar vinos defectuosos, pero no va a medir la calidad de una forma precisa. Un análisis sensorial por parte de una entidad independiente podría ser una buena forma, pero claro, para una denominación o una IGP pequeñita de pocas bodegas y pocos vinos sería posible, pero para denominaciones con decenas o cientos de bodegas y miles de marcas, aparte del tiempo que llevaría hacerlo, supondría un gasto enorme (y en pocos años, estoy seguro que habría acusaciones de que tal empresa o tal otra, certifica a la baja o al alta…) Según normativa europea, esto ya se debería estar haciendo, pero los estante de supermercados e hipermercados están llenos de magníficos y memorables reservas de Rioja, Ribera, Toro por 5€ (o incluso menos).

Y ya que ando con el tema de calidades.

Durante demasiado tiempo, la diferenciación de la calidad de vinos en las DO se ha percibido, o se ha querido confundir, con la crianza del mismo, es decir, aquello de que un vino reserva es mejor que un crianza, un crianza mejor que un vino joven, etc., y pudo tener su lógica hace tiempo, en el sentido de que si partes de un buen vino joven, de su crianza se podría obtener un vino con aún más calidad, o dicho de otro modo, si tienes un vino regulero, ya le puedes poner la mejor barrica del mundo, que al final vas a tener un crianza de mierda.

Esta clasificación ha quedado obsoleta, tanto para las bodegas como para los consumidores, peeero apenas si ha sido mejorada. Dada la fama internacional de los gurús reparte puntos como Parker, Jancis, Suckling, y ya en casa, Peñín o Proensa, sus puntuaciones se utilizan como indicador de la calidad, no solo de las bodegas, si no de las propias denominaciones, cuantos más vinos con más altas puntuaciones haya en una denominación, mayor calidad habrá. Por otro lado, artículos como los que Luis Gutiérrez dedicó a Rueda o los reportajes que Tim Atkin realiza sobre Rioja o Ribera, tienen una repercusión enorme sobre esta percepción de la calidad de las denominaciones, pero…, al fin y al cabo son percepciones personales, no dudo que profesionales también, pero basta recordar la repercusión que ha tenido el gusto personal de Parker, como hubo bodegas y denominaciones que “adaptaron” la forma de hacer sus vinos con el fin de que fueran del gusto de este señor, y así obtener más puntos. Pero, de un tiempo a esta parte, percibo cómo las guías, los reportajes de la prensa especializada, tienden a reivindicar más a la bodega que a la DO, incluso las bodegas más significativas, tienden a alejarse de la imagen que proyectan sus propias denominaciones, al punto que ya hay bodegas (sobre todo en Rioja y Ribera del Duero), que no verían con malos ojos imitar el sistema de calidad de las bodegas de Burdeos.

Resumiendo muy mucho y simplificando bastante, el sistema de calidad de los vinos de Burdeos es una pirámide de tres niveles: el inferior que lo forman los vinos más genéricos, se pueden producir en toda la región de Burdeos, son los vinos más “baratos” y accesibles; el nivel intermedio lo forman las denominaciones locales como Médoc, Pomerol, Sauternes, donde se diferencia mucho la zona geográfica donde se producen, las características de los suelos, o el clima. La calidad de los vinos es más alta, y su precio, también. En la cima de la pirámide están los vinos de prestigio, todos ellos están ahí debido a su reputación histórica y su altísimo precio, se producen en propiedades muy específicas (los famosos chateaux). En algunas zonas, esta élite se divide aún más en rangos como Grand Cru, Premier Cru, etc., según clasificaciones tradicionales, y salvo las de Médoc o Sauternes que llevan sin revisarse desde 1855, en el resto de zonas se revisan periódicamente y permiten que una bodega suba o baje de categoría.

Aunque puede sonar bastante bien, lo que pretenden nuestras prestigiosas bodegas, es quedarse en la cima, repartiéndose cada una de ellas por los rangos de máxima calidad, y dejando los niveles inferiores al resto de las bodegas.

Por un momento voy a comprar la idea: el consejo regulador de una de las grandes denominaciones de España, crea un sistema de calidad a la bordelesa, y pone a las grandes bodegas y a las cooperativas que solo producen volumen, en el primer nivel de la pirámide. En el segundo nivel, pondrán a las bodegas que tienen por bandera el terroir, el viñedo, y en el tercer lugar colocarán las bodegas históricas, las que tienen mayor prestigio atendiendo a la calidad Y LOS PRECIOS de sus vinos.

Lo que yo me pregunto es:

-       Primero: ¿quién es el guapo que pone a cada bodega en su sitio, en su nivel?

-       Segundo: ¿aceptarán las bodegas, de buen grado,  estar en un nivel más bajo o menos alto?

-       Tercero: ¿dividimos la cima en varios rangos y los revisamos, que se yo, cada 5-10 años? Si la respuesta es SI, volvemos a la carga: ¿quién es la guapa que hace la división por rangos, con qué requisitos, quién eres tú para bajarme de nivel y subir al mierdas del  vecino?

El crítico Tim Atkin propuso en 2017 crear un sistema de calidad parecido al bordelés para la denominación Rioja, pero sólo la parte de la cúspide, que divide en 5 niveles principales (first grow, second grow, etc.) y un nivel intermedio al que denomina Bodegas Emergentes. Ni corto ni perezoso, el bueno de Tim no esperó a que su propuesta fuese tenida en cuenta por el consejo regulador y desde 2018 publica en su Rioja Special Report, aquellas bodegas que él considera que tienen que ocupar esos 5 niveles, basándose tanto en la calidad de los vinos (que el mismo cata y puntúa), la trayectoria de la bodega, si sus vinos mantienen, aumentan o bajan la calidad de los mismo, así como la valoración de las personas que se encargan de hacer los vinos. Esta lista se actualiza cada año, las bodegas pueden permanecer en el mismo nivel, subir, bajar uno o varios niveles, pueden desaparecer o incluso pasar del nivel intermedio al second grow, el segundo nivel principal.

En contra de lo que opino de la mayoría de los gurús repartepuntos, Tim Atkin me parece el más coherente de todos, con una mentalidad mucho más abierta y sobre todo, más implicado personalmente a la hora de puntuar e interactuar con las bodegas, aunque sé que también hay mucho trabajo por detrás, mucho antes de que Tim realice las visitas a bodegas, consejos reguladores. Creo que su sistema tiene toda la lógica para el mercado del vino, ya que está orientado al modelo comercial anglosajón, pero a mí no me convence.

Primero: porque, aunque sea una copia bien hecha de un sistema reconocible, al final el consumidor, las comparaciones con Burdeos y otras denominaciones que se basen en el mismo sistema, van a ser inevitables. Las comparaciones, per se, no son malas, pero se corre el riesgo de que esto termine siendo una discusión de fútbol entre cuñaos.

Segundo: con lo que nos gusta en este país copiar mal las ideas, imagínate cuando lo repliquen en otras denominaciones de España, el cacao que vamos a tener de clasificaciones patrias.

Y tercero: porque esto, al final, será como añadir otra etiqueta al vino, distinguimos por color, crianza, dulzor, método de elaboración, dónde se elabora, si tiene taytantos certificados, reconocimientos, medallas, puntos, estrellas y ahora le metemos si está en tal grow o en tal groucho.

Y a esto, añádele que en ná y menos, las etiquetas se llenarán de micro zonificaciones como vino de pueblo, de páramo, de viñedo singular, de risco con pendiente media, vino de isla…

Pero como este jardín es bastante grande y profundo, y ya por hoy te he dado mucho la brasa, de esto te hablaré en la próxima entrada.




15/04/2025

¿Hay que reinventar las Denominaciones de Origen? – Primera parte, ¿Qué es una Denominación de Origen?


Sé que este tema me va a dar muchos dolores de cabeza, y sé que voy a meter la pata en un montón de ocasiones, hablar sobre denominaciones de origen, vinos de la tierra, indicaciones geográficas protegidas no es ni divertido ni fácil de contar.

Lo más normal es que cualquiera haya oído mil millones de veces hablar sobre denominaciones de origen, vinos de la tierra o incluso vinos de pago, pero, ¿sabemos realmente lo que son esas cosas, o asumimos que lo sabemos, pero en el fondo no lo tenemos tan claro?

Esta primera parte, la dedicaré a explicar de una forma algo condensada lo que son las Denominaciones de Origen, los Vinos de la Tierra, etc., y ya en siguiente entrada, dar mi opinión, por qué fue tan importante crear estas figuras de calidad (que es como se las conoce), si a día de hoy siguen siendo necesarias tal y como funcionan.

Al igual que clasificamos los vinos por su color, por su crianza, o por su forma de elaboración, también se pueden clasificar los vinos en función del lugar en el que se elaboran, destacando las particularidades dependiendo del sitio de donde proceden, y de esta forma, que el consumidor dé valor a lo que se está bebiendo, pero también, para evitar que venga el listo de turno y te quiera colar un vino de Escalerillas de Abajo como si fuese de La Rioja o de Jerez.

En España comenzamos a realizar este tipo de clasificaciones en el primer tercio del siglo XX a imitación de lo que se hacía en Francia desde un siglo antes. En 1932 se creó el Estatuto del Vino para intentar regular el sector y crear las primeras Denominaciones, aunque ya en 1925 se había creado (de aquellas formas) la denominación de origen Rioja. En el mismo año 32 se crearía la del Priorat, en 1935 la de Jerez y a finales de 1936 la de Málaga.

Entre la Guerra Civil y la posterior dictadura, se detuvo casi por completo la creación de nuevas denominaciones, apenas se crearon 4 entre 1940 y 1970. Pero precisamente en 1970, con la aprobación del Estatuto de la Viña, del Vino y de los Alcoholes, se fomentó la creación de nuevas denominaciones, y entre 1970 y 2003 se crearon 50, entre ellas Rueda, Ribera del Duero, Cava, Toro, Valdepeñas...

 

Cuando España se incorpora en 1986 a eso que llamábamos CEE, toda la industria tuvo que adaptarse poco a poco a las normativas y reglamentos europeos, de ahí que a finales de los 90 surgieran las primeras indicaciones geográficas protegidas, concretamente los llamados “Vinos de la Tierra”.

En 2003, se crea en España la actual Ley de la Viña y el Vino, ya plenamente adaptada a numerosos reglamentos europeos sobre la agricultura y el vino, y que normaliza (en el más amplio sentido de la palabra) todo lo referido a denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas.

Pero, ¿qué es realmente una Denominación de Origen (por acortar, DO) o una indicación geográfica protegida y (IGP)? Tanto DOs como IGPs, básicamente certifican que un producto agrícola o producto alimenticio, procede de la zona geográfica que indica su etiqueta. Por ejemplo, si tú tienes un producto con una etiqueta que pone que es de la DO Cardeñosa de las Zaheras, eso significa que ese producto ha sido producido, elaborado y preparado en una zona geográfica delimitada y reconocida como Cardeñosa de las Zaheras, que puede ser un pueblo, una provincia, un espacio comprendido entre varias provincias o incluso entre varias comunidades autónomas (aunque esto último no es lo más usual).  

Esto es importante porque puede ser que en el pueblo de al lado, exista un producto parecido, (por no decir que igual), pero que al estar fuera del área geográfica delimitada por esta DO, no puede venderse como DO Cardeñosa de las Zaheras.

Centrándome más en el caso del vino, los vinos que se producen bajo una DO ó una IGP, además de proceder del sitio de donde dicen ser, se tienen que elaborar con unas variedades de uvas determinadas, de unas zonas concretas, y con un proceso de elaboración y crianza claramente definidos. Todo ello tiene que estar recogido en un pliego de condiciones que se tiene que cumplir (o que se debería cumplir), y que ha sido creado por un órgano de gestión (un consejo regulador, una asociación de bodegas…), que será el encargado de supervisar de que esto es así y certificar que tal o cual bodega cumple con las normas, al tiempo que también será el encargado de realizar las modificaciones que se crean… necesarias.

Todo esto no se hace a loco, ni se puede hacer como a alguien le sale de las gónadas, y tampoco es ni fácil ni rápido crear una IGP o una  DO, requiere de mucho trámite administrativo, muchas inspecciones, modificaciones en los pliegos originales, atender las reclamaciones que te pueden hacer terceros.

En el caso de España, primero lo tiene que reconocer la consejería agricultura de la comunidad autónoma donde se quiera establecer la DO o la IGP, después, el Ministerio de Agricultura tiene que dar el visto bueno, y una vez que ponen el sellito, se envía a una oficina de la Unión Europea, que… se toma su tiempo, porque primero se juntará con el chorro de peticiones que se hacen desde 27 países, y segundo, porque pondrán sus reparos, que habrá que corregirlos, que habrá que volver a atender a reclamaciones de terceros, pero esto puede tener hasta su punto positivo, es decir, el espíritu de crear una denominación de origen, o un pago, o un vinos de la tierra, sirve para que el cliente tenga la certeza de que ese producto que tiene en las manos sólo se hace en un sitio determinado, de una forma concreta y que no se hace en otra parte de, al menos, Europa.

Hay varios tipos de IGP y DO en España, a día de hoy, tenemos 6 categorías distintas y que te cuento en orden de menos a más exigencia en la forma de elaborar los vinos, pero por no aburrirte demasiado, te las resumo sin entrar demasiado al detalle. Comenzamos:

Primera categoría, vinos de mesa: básicamente, en cualquier bodega de España que espachurren unas uvas, que fermente el líquido que sale, pasen los controles higiénicos y sanitarios correspondientes, y que el líquido alcohólico resultante se embotelle, ya pueden decir que ese es un vino de mesa. Estos vinos pueden tener algún tipo de crianza, PERO, no lo pueden poner en su etiqueta, ya que al no estar reglamentado en esta categoría lo que es una crianza, ni tampoco cómo se debe hacer. Otra cosa es que en la etiqueta se indique que el vino ha realizado fermentaciones en fudres, huevos de hormigón o vasijas de barro durante tantos meses, y luego que cada uno interprete lo que le dé la gana. Por cierto, estos vinos no tienen por qué indicar la procedencia de las uvas, ni la añada, ni la variedad de uva que se ha usado. Con todo este percal, podrías imaginarte que los vinos amparados en esta categoría son de baja calidad, o vinos que sean excedentes de la producción de bodegas que tengan algún tipo de de DO o IGP… y no te equivocarías demasiado, pero también pueden proceder de bodegas con cierto renombre que no les interese estar atadas a las normativas de otras categorías, pero normalmente son excepciones a la norma.

Segunda categoría, Vinos de la Tierra: Son vinos cuya uva procede de un territorio determinado y delimitado, y que tienen una normativa de cómo se elabora el vino, tipos de uva que se pueden utilizar, los tipos y formas en las que se realiza la crianza. A día de hoy, hay bodegas que las usan como un cajón desastre al que se acogen porque no pueden entrar en una categoría superior porque no cumplen con los requisitos, o bien porque no les interese estar en una DO por distintas razones. Hay una particularidad bastante llamativa en esta categoría, las bodegas pueden estar fuera del límite del territorio de la IGP, siempre y cuando la uva proceda de la propia IGP. Por poner un ejemplo, una bodega de Valencia puede hacer Vino de la Tierra de Castilla y León, siempre y cuando las uvas utilizadas sean de Castilla y León. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

Tercera categoría, Vinos de Calidad con Indicación Geográfica: esta categoría es como la anterior, pero en este caso, tanto las uvas como las bodegas donde se realiza el vino, han de estar en la misma zona geográfica definida por la IGP. Realmente, esta es una categoría que está a medio caballo entre lo que es una VT y una DO. Entiendo que existe por la burocracia y la complejidad de crear una DO (y me imagino que también por el coste que supone crearla) ya que las 5 indicaciones de vino de calidad españolas, geográficamente, son incluso más pequeñas que algunas DO.

Cuarta categoría, Denominación de Origen: sin lugar a dudas, es la categoría más conocida de todas, una denominación de origen significa que las uvas y las bodegas tienen que estar si o si en la zona geográfica en la que se encuentra dicha denominación. Las normas que regulan las DO más exigentes que la de las categorías anteriores. Mientras que los Vinos de la Tierra y los Vinos de Calidad tienen un control menos exhaustivo por parte de la administración pública y de quienes las dirigen, los destinos de la DO los realiza un consejo regulador, que tienen que velar por el estricto cumplimiento de las normas y calidad de los vinos que se hacen en esa zona. El espíritu de esta categoría no es solo el certificar que los vinos se han hecho en una zona determinada, sino que, además, estos vinos tienen que ser de una calidad superior por el rigurosísimo control en cada una de las fases de la elaboración del vino, desde el majuelo hasta el momento en el que compramos la botella.

Quinta categoría, denominación de origen calificada: esta tendría que ser la categoría NON PLUS ULTRA de todas, el modelo más exigente de los vinos españoles. Todos los vinos que salen con la tirilla que ponga DOCa, poco menos que tendrían que ser maná divino, porque aquí no sólo se controla al milímetro de donde procede la uva, ¡no!, la bodega tiene que estar a poca distancia de los viñedos para que las uvas, apenas se hayan vendimiado, al instante se encuentre ya en la bodega, donde manos y ojos meticulosos, solo permitan acceder a ese Olimpo que se llama bodega, a aquellos granos de uva que cumplan con unas exigencias de calidad supremas, ¡bodegas con unos procesos de elaboración de vino solo equiparables a cómo Fidias esculpió la estatua de Zeus Olímpico!, ¡¡¡es que cada uno de los vinos de esta categoría, representan un producto único en este universo!!!, ¡¡¡¿qué digo universo?!!!, ¡¡¡en todas y cada una de las dimensiones del multiverso que ha habido, hay y pueda haber!!! Fuera de coñas, las DOCa se supone que tienen que tener unos controles mucho más rigurosos tanto del origen de las uvas, el proceso de elaboración del vino como la calidad del mismo, de hecho, solo hay 2 DOCa en España (Priorat y Rioja).

Sexta y última categoría: Vinos de pago. Se supone que esta categoría representa lo mejor de lo mejor del vino, en el que los viñedos se encuentran en un espacio muy pequeño y muy determinado, con unas características del suelo y de clima muy diferenciado del resto de viñas del entorno, y cuyo vino tiene una calidad colosal porque la calidad de la uva es extraordinaria.

Lo más curioso es que la palabra “Pago”, no es exclusiva de esta categoría, me explico. En la etiqueta de un vino de mesa no pueden figurar las palabras vino de la tierra, ni denominación de origen o IGP, ni nada que se le parezca o que pueda inducir a pensar de que se trata de un vino que tiene una categoría distinta, lo mismo pasa con los Vinos de la Tierra, no se puede poner nada que incite a pensar que es un vino de una DO, sin embargo, en cualquier categoría puede aparecer la palabra “Pago”, es decir, yo puedo hacer un vino amparado en una VT (por ejemplo) y llamarlo “Pago de la Tomasa”. Es más, puedo crear una asociación a nivel nacional que se llame “Amiguetes de los Pagos” cuyo fin sea la difusión y venta de los vinos de nuestros “Pagos”, aunque pertenezcamos a distintas categorías y seamos de distintos puntos del país, con lo cual, lo que debería ser una figura de calidad muy importante, queda muy desdibujada.

Y hasta aquí, lo que serían las DO y las IGP. Puede ser que os suene eso de vinos de pueblo, vinos de paraje, vinos de zona, viñedos singulares, pero esto son unas subdivisiones territoriales que se han sacado de la manga algunas DO y alguna que otra IGP porque hay bodegas que están presionando para diferenciar sus vinos de los que puede haber dentro de su misma demarcación, es más, cada Denominación o IGP decide qué subdivisión territorial hace, y aunque puede haber ciertas coincidencias con otras demarcaciones en cómo se realizan estas subdivisiones, a día de hoy (que yo sepa), no hay un criterio unificado, mucho menos una norma.

Pero sobre esto y algo más, hablaré en la siguiente entrada. 


15/02/2025

La lata con el vino sin alcohol.

 

Ha comenzado la temporada de las grandes ferias gastronómicas en España y en Europa, el pasado mes de Enero se celebró el Madrid Fusión y hace unos días se celebró la Barcelona Wine Week.

Mientras que el evento de Madrid es más un congreso, tiene una intención más “divulgativa”, la de Barcelona es más una feria para realizar contactos y compra-venta de vinos a nivel profesional, pero en ambos eventos hay muchas ponencias en las que se habla y trata sobre el mercado del vino, nuevos retos, nuevos escenarios, oportunidades de negocio, de lo bien o menos bien que les va a unos y otros en el sector.

Seguro, seguro, seguro que ha habido alguna charla o debate de qué es lo que busca realmente el verdadero cliente de las bodegas, es decir, nosotros los consumidores…, lo que pasa es que no ha tenido repercusión o no ha suscitado el interés de los medios de comunicación.

Lo que sí ha tenido una parte importante de la atención, es el “auge” de los vinos sin alcohol, pero solo de boquilla. A la hora de la verdad, ¿dónde están esos vinos sin alcohol, quién lo compra, cuántos y cuántas lo beben?

Por el mes de mayo , escribí una entrada sobre la desalcoholización del vino (esta), ya contaba cómo se elaboran estos vinos y ya hablaba de las dudas que me surgían con su consumo. Por entonces había un run-run sobre el vino sin alcohol y el vino con bajo contenido alcohólico, que iba a pegar muy fuerte en el verano, que si luego las navidades iba a ser la repera, que el consumo iba a crecer muy rápido y de la mano de millenials y Generación Z.

¿Alguien ha visto que estas profecías se hayan cumplido?

De acuerdo, el hecho de que yo no consuma este tipo de “bebidas” o que no las vea en mi entorno, no quiere decir que no existan o que no se consuman, pero tendría que existir algún tipo de movimiento, algún eco en redes sociales de que consumo está en marcha, y cuando digo redes sociales, no solo me refiero a Tik-tok, Facebook o X-Twitter, no hay signos de que esta bebida se esté bebiendo en los bares o en los hogares. Por poner un ejemplo, la cerveza artesanal, realmente tiene unos consumos muy bajos, el otro día leía en un informe sobre consumo de bebidas y alimentos en España (Mercasa 2024), que la cerveza artesanal no representa ni el 0,1% del consumo total de cerveza, pero sin embargo sí es un producto que está a la venta en todo tipo de tiendas y mercados, hay bares/garitos/tascas que las ofrecen y las tienen en sus barras, pero sin embargo, el vino sin alcohol (de momento) no tienen esa presencia, al menos no tan evidente, parece que habita más en medios de comunicación y conversaciones en ferias y gastro-eventos que realmente una presencia en la vida del día a dia.

Todo este movimiento de vino sin alcohol cada vez se está pareciendo más a las turras que nos han dado con el vino en lata, que… por cierto ¿quién se acuerda del vino en lata, ¿ha significado algún cambio de hábitos, la hemos llevado a la playa como decían, la estamos consumiendo en el bar o en casa?, ¿o por el contrario se ha llevado un castañazo (y bastante gordo) y ya nadie apuesta por ella? Iban a revolucionar el mundo del vino… y han acabado en concurso de acreedores o en quiebra técnica.

Tanto el ruido del vino en lata como el del vino sin alcohol comparten unos orígenes muy parecidos, nos dicen que es una tendencia al alza entre los jóvenes Millenials y Gen Z de Estados Unidos, pero cuando empiezas a leer las noticias, ni es en todo Estados Unidos, ni entre todos los jóvenes de estas generaciones, al final son tendencias en estados de un fuerte nivel económico y por jóvenes que tienen un nivel de vida medio alto o alto. También hay que tener en cuenta que la mayoría de la generación Z aún no ha cumplido la edad legal para beber alcohol en EEUU, así que cualquier encuesta/estudio o noticia hay que cogerlas con pinzas. En cualquier caso, no deja de ser curioso que los mismos que nos dijeron que bebían vino en lata, ahora son prácticamente abstemios.

Entonces Instagram y ahora también Tik-Tok, soportan este mensaje que llega a todo el mundo, y a pesar de que la sociedad, la cultura y la forma de consumo yanqui (que de por sí es bastante heterogénea según seas, por ejemplo, de California o de Dakota del Sur), apenas tiene puntos en común con la europea, pero esto se ignora y nuevamente tenemos montones de publicaciones que dicen que ese movimiento, esa ola está por llegar a Europa y que esa tendencia va a calar en el mercado no tardando mucho, pero… yo que quieres que te diga, a esto del vino sin alcohol, le veo un montón de fallos, muchos rotos entre las costuras, por ejemplo:

Primero, es un producto que no ha pedido nadie, no es un producto que haya surgido de la demanda popular o de un grupo concreto de consumidores, el vino sin alcohol surge por imitación a otros productos similares. La cerveza sin alcohol surgió hace 40 años y ha sabido aprovechar el tirón del consumo de la cerveza a nivel europeo, justo en el momento en el que su consumo llega a crecer hasta superar el del vino, se ha beneficiado de ese auge.

Segundo, el vino sin alcohol surge cuando se está derrumbando su consumo a nivel mundial. Si de por sí cada vez se bebe menos vino, ¿cuál es la motivación para beber vino sin alcohol?, ¿su sabor? Si no se ha conseguido atraer a Millenials, mucho menos a la Gen Z, a que prueben el vino, ¿cómo convencerles de que lo prueben desalcoholizado? Y la verdad es que las generaciones anteriores no están tampoco por la labor de darle una oportunidad a una bebida que consideran ente una herejía o el mismísimo demonio.

Tercero, el vino sin alcohol es una falacia per se, no es un producto natural ni tampoco ecológico como algunos quieren hacer ver. Se parte de un vino que es un fermentado natural, vale, pero para poder separar el alcohol del vino, se necesita de una maquinaria que consume muchísima energía y cuyo subproducto, el alcohol, no puede ser desechado de cualquier forma, y transformarlo en otro producto que pueda tener cierta utilidad, va a requerir del uso de aún más energía. Lógicamente, este gasto en maquinaria y en energía, va a repercutir en el precio del vino sin alcohol. Si uno de los “peros” a la hora de consumir vino es su precio, ¿se va a consumir su versión “sin” que será más cara?

Cuarto, al hilo de lo anterior, ¿qué vino se va a usar para desalcoholizar y venderlo posteriormente? Por maquinaria y costes, solo las grandes bodegas y las bodegas industriales pueden producir estos vinos. No sé a tí, pero a mí no me atrae nada un Pata Negra o Viña Albali sin alcohol. Puede haber excepciones, claro está, bodegas como Torres (Natureo) o Matarromera (Win 0.0)  hacen vinos sin por menos de 10 €, pero no creo que usen lo mejor de cada casa para hacer estos vinos.

Quinto: ¿y usar el vino sin para hacer refrescos o vinos aromatizados? Eeehhmmm, me parecería un error aún mayor. Para empezar, el mundo de los refrescos es un gigante enorme en el que el vino no tiene nada que hacer, primero porque ya existen refrescos a base de vino qué tienen un contenido alcohólico muy bajo o con 0% de alcohol (y al que seguramente las bodegas interesadas ya les están vendiendo vino), es más,  es entrar en un mercado que se basa sobre todo en inversión publicitaria y de marca, incluso más que en producto en sí (porque estas empresas si que se gastan el dinero en crear e investigar el mercado)  Si el mundo del  vino de por sí apenas gasta en imagen, imagina lo que sería entrar en un mercado donde gigantes como Coca Cola, Pepsi o Nestle llevan años y cientos de millones de euros, de libras,  de dólares y  de yenes gastados, para que ahora vengas con un productito a ocupar un nicho de mercado en el que ellos, no es que sean los claros dominadores, es que son ellos los que crean la tendencia y ¿ahora es el mundo del vino el que quiere sumarse y hacerse hueco? Y en cuanto a vinos aromatizados, es como dar la guerra por perdida, es asumir que tu producto por si solo no vale un pimiento, y tienes que meterle algo que sea atractivo al consumidor. Lo más gracioso es que algunos han apostado por el cannabis como aromatizante, es decir, que aunque no sea la maría de los porros, que es un sucedáneo inocuo. Si se ha llegado a la conclusión de que el alcohol es malo, que tiene unos efectos nocivos para la salud, que no es ninguna mentira, alguien decide sustituirlo por un sucedáneo psicotrópico para coger el puntillo…

Sexto (y último): nos están vendiendo, por un lado, que Millenials y generación Z son los que más se preocupan por su salud, que quieren tener hábitos de vida más saludables, y al mismo tiempo son los mayores consumidores de refrescos, en especial de aquellos que tienen un alto contenido en azúcar y cafeína, son también los que más abusan de comidas hipercalóricas, son la generación de la smash Burger (y lo que está por llegar). Esto para mí entra en una contradicción sin sentido. Eliminamos el alcohol de la dieta, de los hábitos de alimentación, pero su lugar vamos a llenar con productos legales que también crean una dependencia, y con uso efectos en la salud tanto o más peligrosos que los del alcohol.

 

Voy terminando, ¿tiene el vino sin alcohol sentido comercial? Si, lo tiene, puede haber un público que busque una bebida sin alcohol, sin gas, que no sea un zumo de frutas, ni lácteos, ni infusiones, ni una bebida ultra azucarada. Ahora, ¿este público será tan numeroso como para generar una demanda que obligue a las bodegas a incluir este tipo de producto en su catálogo? Pues pienso que no. A día de hoy no hay una fuerte demanda de este producto y no veo tan claro que el consumidor habitual de vino (ni el hedonista, ni el alcohólico) introduzca el vino sin alcohol en su consumo rutinario. Tampoco es una tecnología barata, ni sencilla de introducir en bodegas pequeñas o medianas. Creo que vinos con un bajo contenido de alcohol, entre 5 y 8º podrían ser elaborados con una mayor facilidad y con una inversión más asequible, pero habría que ver que recepción tendría entre los consumidores.

No soy un analista de mercado, ni me dedico al marketing, pero tengo la sensación de que esta película ya la he visto. Surge una moda, o te sugieren que hay una nueva moda de consumo de vino en Estados Unidos, quieren implementarla en Europa, empiezan a machacar medios de comunicación con esta supuesta revolución, surgen estudios, se publican artículos, noticias, publirreportajes, que están manipulados, tergiversados o pagados por los interesados en que todo esto salga adelante, pero realmente no hay una base de consumidores que sustenten este producto, ni siquiera su moda.

Es cierto que cada vez se consume menos alcohol, no solo vino o cerveza, pero no necesariamente eso responde a hábitos de alimentación o salud. Todavía pesa mucho el picotazo de consumo alcohol producido por el confinamiento del COVID, aquello pegó un subidón y ahora que el consumo vuelve a una aparente normalidad, parece una curva de consumo baja muy deprisa, pero lo más seguro es que de aquí a 5 años, esa curva tienda a convertirse en una recta. También hay que tener en cuenta factores económicos, el precio de las cosas ha subido más que los sueldos, lo que antes te costaban 3 copas, ahora pagas dos o incluso una, y no hay que olvidar que el alcohol es una las cosas que dejas de consumir si tienes que pagar la luz, la casa y la gasolina del coche. Por otra parte, los mayores consumidores de alcohol (la generación baby boom), está envejeciendo, y ya no realiza el mismo consumo que tenían hace 20 años, es lógico que las curvas de consumo bajen, mucho más si las generaciones posteriores consumimos menos alcohol por muchas y variadas razones, no solo por el “romanticismo” de que queremos cuidar de nuestra salud.

 No creo que vayamos a una sociedad completamente desalcoholizada, pero si que nos dirigimos a una sociedad con nuevos hábitos de consumo en los que habrá muchos productos, alcohólicos y no alcohólicos, en los que habrá modas, habrá tendencias, habrá momento en los que un tipo de bebidas sean las más consumidas, y en otro momento pues habrá otras, pero sintiéndolo mucho, el vino sin alcohol, no tiene pinta que vaya a ser una de ellas.


25/01/2025

Disponibilidad, disponibilidad, disponibilidad.


  

Espero que hayas pasado unas buenas fiestas, que los Reyes, Papá Noel o el monstruo espagueti te hayan traído muchos regalos, y que hayas empezado bien el año.

¿Qué tal has bebido estas navidades? Para mí son las fechas que más vino compro, con la excusa de las fiestas y los regalos lleno la pequeña cava de vinos que tengo, aunque la suelo vaciar con la misma velocidad. Suelo comprar mis vinos favoritos y aquellos que más me han gustado a lo largo del año, pero, sobre todo, me hago con vinos que me da más reparo comprarlos por el precio que tienen. Admito que soy muy cuñado para esto, estoy en ese gran grupo de personas que necesitan justificarse a sí mismos para gastarse más de 20€ en una botella de vino, qué le voy a hacer, sin embargo, este año creo que apenas he comprado alguna botella por ese precio y gastando más o menos que otros años, he comprado más botellas entre los 10-20€ (bueno, muchas más entre 10 y 15€).

Llevo dos años (y los que me quedan) que tengo unos turnos de trabajo, digamos…, que bastante incompatibles con mi afición, se me hace un mundo tener que bajar al centro de Sevilla y bichear en las tiendas y bares de vino, hasta tengo prometida una cata desde hace un año y no encuentro el hueco para hacerla, así que la compra de vino la tengo limitada a un pequeño supermercado cerca de mi casa y que trae algo más que el tópico sota-caballo-rey que hay en todos los super/hipermercados.  También suelo comprar por internet, tanto a bodegas como a tiendas de vino.

Vale, puede parecer que eso de ir al centro de Sevilla lo haya pintado como si fuese a escalar el Everest o un viaje a través de la selva, y no es tanto ni más, pero a las tiendas a las que suelo ir, las más cercanas están a 20 minutos en coche, aparcar relativamente cerca supone dejar el coche en un parking o en zona azul. Otras están en pleno centro de Sevilla, ahí olvídate de aparcar cerca. No es que haya que andar mucho, la ida es muy cómoda y el paseo agradable, lo malo es cuando tienes que volver al coche con varias bolsas o una caja entre las manos, hay que ir sorteando a una masa de turistas que pululan como pollo sin cabeza por las calles, las bicicletas, los monopatines eléctricos, las obras…, en fin, que muchas veces se me quitan las ganas solo de pensarlo.

Internet es un escenario más cómodo, pero también mucho más frio y en ocasiones complicado, tiene la ventaja de que la tienda está siempre abierta, puedo comprar cómodamente desde mi casa a la hora que me dé la gana, comparar precios en varios sitios…, aunque también tiene sus inconvenientes:

El primero:  es que en caso de duda no tienes a nadie que te pueda ayudar. Vale que algunas tiendas tienen una suerte de asistentes virtuales, pero su programación les hace responder de forma predeterminada (aunque esto cambiará cuando les integren la inteligencia artificial) y muchas veces tengo la sensación de que me quieren llevar siempre a los mismos vinos.

El segundo: tienen un catálogo limitado, y… a ver, esto es lógico, sería genial que pudieran tener siempre los vinos que uno quiere y todas las añadas disponibles en un único sitio, (lo que viene siendo imposible), al final siempre estoy sopesando donde coger los vinos, si los cojo donde me ponen mejor precio, pero no tienen buena parte de los vinos que quiero, o los cojo donde tienen más vinos de los que busco, pero no me sale tan a cuenta por el precio que tienen.

Tercero: con toda la lógica del mundo, hay que hacer rentable ese pedido a la tienda, así que muchas veces hay que hacer un pedido mínimo para que te lo envíen a casa y que también (insisto, con toda lógica) ese envío hay que pagarlo, no es de gusto de nadie, pero que te traigan un paquete a casa que puede venir de Navarra, de Valladolid, Barcelona o Madrid por 7-10 euros…, entre tú y yo, no es plato de gusto, pero son unos gastos razonables para un paquete de 9 kilos.

Cuarto: cuando encuentro esos vinos que yo quería, incluso de alguna añada con un par de años en mercado, y al pagar el pedido, (o peor aún, cuando ya lo has pagado…), al rato o al día siguiente te llama alguien de la tienda por teléfono para decirte que bien no tienen esa añada, o lo que es peor, que hace un par de años que no trabajan con esa bodega y no les quedan existencias del vino que has elegido.

Hasta cierto punto puedo entender que es complejo tener una tienda on-line actualizada al instante, que tiene mucho curro el estar actualizándola cada cierto tiempo, trabajar con varias añadas, pero que menos que una o dos veces al año actualices la tienda, al fin y al cabo, es tu escaparate, es lo que ven tus posibles clientes.

Y quinto: porque también hay que decirlo, pedir por internet es genial…, pero el vino no lo tendrás hasta que pasen unos días, no es inmediato, y está esa tortura de tener que estar en casa esperando que el paquete llegue bien, rezando a una misericordiosa deidad para que el mensajero no llegue justo en el momento en el que has ido a por el niño al cole, o que estés reflexionando en el trono de tu casa.

Desde hace ya un buen tiempo, (quizás cinco o seis años), vengo diciendo que una parte importante del problema de la falta de consumo de vino en España es la falta de disponibilidad de vino para el consumidor final, muy por encima de lo que digan gurús, listas de puntos, consejos reguladores más pendientes del enoturismo que del vino o prescriptores adoctrinando desde sus vastos océanos de egocentrismo…, el problema de primera mano para los consumidores habituales de vino, es la falta de disponibilidad de vino, de buen vino y me explico.

En cualquier mercado que entremos en España, podemos encontrar vino, no hace falta que vayamos a una tienda especializada, no hay ningún tipo de limitación para venderlo o comprarlo, pero a pesar de la gran, gran, gran cantidad de bodegas que hay en España, la oferta que podemos encontrar es pequeña y casi siempre es la misma, hay relativamente pocas  diferencias entre supermercados, hipermercados, entre los que están en Lugo, Burgos, Teruel o Murcia, nos vamos a encontrar siempre con etiquetas de las grandes fábricas de vinos, García Carrión, Félix Solís, Anecoop, Grupo Zamora, Osborne, Freixenet por poner algunos ejemplos. Ni siquiera Mercadona, Aldi o Lidl, que tienen etiquetas propias, se libran de tener alguna referencia de estos monstruos. De forma local se pueden contar con pequeñas variaciones, sobre todo en cadenas de supermercados regionales o en hipermercados, imagino que la cercanía de las bodegas y de los distribuidores hacen que sea más fácil.

Resulta muy tentador comprar estos vinos si disponemos de poco tiempo libre o vamos con prisas, y porque no decirlo, si no disponemos de una buena tienda de vinos cerca.

Se critica muchas veces que el consumo de vino en España se base precisamente en estos vinos con una calidad (en la mayor parte de las ocasiones) bastante justita, pero es que es lo más normal si son estos los vinos que se tienen más al acceso de mano, primero porque son los que están donde vamos a comprar las alcachofas, las pizzas y el pescado, y segundo porque son los más accesibles por precio, esto es algo que muchas veces los grandes pensadores del vino no tienen en cuenta, yo soy el primer interesado en que haya un negocio que en me ofrezca un vino de  Valtiendas en Sevilla, pero entiendo que, por un lado las exigencias y condiciones que exigen los super/hipermercados no son fáciles de satisfacer para muchas bodegas, y que las bodegas no tienen una producción que les permita llegar a todas partes, o aunque la tuvieran, no pueden tener delegaciones comerciales por toda España.

Ahí es donde debería llegar la tienda especializada, o al menos un sitio en el que estuviera disponible el poder comprar estos vinos.

No puedo pretender tener debajo de mi casa una tienda que me ponga el vino que yo quiera cuando yo quiera, (que si alguien quiere hacerlo, por mí genial, no os cortéis) yo como consumidor habitual pues tengo que poner de mi parte en conseguir algo que yo quiero y que no es una necesidad vital. Pero al mismo tiempo creo que tiene que existir una forma comercial que acerque el vino de calidad y que esté disponible para todo el mundo, y cuando hablo de disponibilidad es tanto la material como la que afecta a la cartera.

Soy muy consciente de que esto es una quimera, que tener un establecimiento que solo vende vinos al público es inviable per se, forzosamente la venta de vino al público general tiene que ser una parte de otro negocio, bien hostelería, bien distribución, bien alimentación… y sé que me van a llover palos por decir esto, pero la solución para que exista una disponibilidad de producto y precio, en gran medida tiene que pasar por las cadenas o agrupaciones de supermercados e hipermercados, por el mero hecho de que tienen la logística de distribución plenamente desarrollada. Lo malo es que ni unos ni otros están interesados en vender un producto que cada vez tiene menos demanda y que ocupa muchas baldas, durante mucho tiempo y que solo tienen una venta regular en unos periodos cortos en el tiempo. Yo ya he visto en varios pequeños y grandes mercados que cada vez les van recortando más espacio y creo que a medio plazo puede ser que veamos que los dejan arrinconados en uno o dos lineales y que vendan una selección algo mayor en periodos muy puntuales del año como puede ser octubre, Navidades, San Valentín, o el día de la madre o el padre.

Otra solución pasaría por acuerdos de distribución, ya no solo de bodegas con distribuidoras, si no de consejos reguladores con distribuidores.

Ya sé que esto es más quimera todavía, no tengo mucha idea de distribución y comercio, pero creo que las relaciones que puedan tener los consejos reguladores fuera de su ámbito territorial pueden ser aprovechadas para crear, no una red de distribuidores (eso es demasiado soñar), pero si una serie de contactos y acuerdos determinados con una serie de distribuidores o actores que permitan a una bodega pequeña, no sé, de Valtiendas, de Arlanza el que puedan tener sus vinos en Sevilla, en Granada o en Teruel.

Effffm, pero me pongo la venda antes de la pedrada que me viene, está claro que a los tres días ya habrá un jaleo de por qué se ha elegido a tal distribuidora, o que tal otra pone los precios más altos que a los de tal otra denominación para beneficiarles, o es el primo Zumosol de tal otro representante de aquella asociación de vinos de la tierra…

Sé que esto son ideas cogidas con pinzas y por parte de alguien que no tiene ni la más repajolera idea del negocio del vino, mi misión es beberlo de la mejor forma posible, pero creo que si hay interés por parte de las bodegas y consejos reguladores en, como poco, mantener el consumo de vino en España, es un tema que se tenían que haber puesto a él hace muchos años. Si tal y como pinta la cosa, si los Estados Unidos deciden a poner de nuevo aranceles, va a  sobrar aún más vino y no quedará más remedio que colocarlo en otra parte.

Como dije en el primer corto del no-podcast, ¡sacad el vino de los almacenes!, no lo vendáis a cualquier precio, ni de cualquier manera, pero hay que sacar las botellas de los botelleros y mostrarlas en la calle. Ahora es el mejor momento para daros a conocer, si hay que arriesgar, este es el momento porque la gente aún dispone de margen para gastar dinero en cosas no vitales.

Disponibilidad, disponibilidad, disponibilidad, este es el camino, porque está muy bien llenarse la boca con grandes ideas y grandes filosofías, está muy bien hablar y reconocer nuestra cultura, pero el que se llena de palabras en vez de hechos, es como el que siembra y antes no ha arado, al final no hay fruto.

 

Disponibilidad, disponibilidad, disponibilidad.

Espero que hayas pasado unas buenas fiestas, que los Reyes, Papá Noel o el monstruo espagueti te hayan traído muchos regalos, y que hayas empezado bien el año.

¿Qué tal has bebido estas navidades? Para mí son las fechas que más vino compro, con la excusa de las fiestas y los regalos lleno la pequeña cava de vinos que tengo, aunque la suelo vaciar con la misma velocidad. Suelo comprar mis vinos favoritos y aquellos que más me han gustado a lo largo del año, pero, sobre todo, me hago con vinos que me da más reparo comprarlos por el precio que tienen. Admito que soy muy cuñado para esto, estoy en ese gran grupo de personas que necesitan justificarse a sí mismos para gastarse más de 20€ en una botella de vino, qué le voy a hacer, sin embargo, este año creo que apenas he comprado alguna botella por ese precio y gastando más o menos que otros años, he comprado más botellas entre los 10-20€ (bueno, muchas más entre 10 y 15€).

Llevo dos años (y los que me quedan) que tengo unos turnos de trabajo, digamos…, que bastante incompatibles con mi afición, se me hace un mundo tener que bajar al centro de Sevilla y bichear en las tiendas y bares de vino, hasta tengo prometida una cata desde hace un año y no encuentro el hueco para hacerla, así que la compra de vino la tengo limitada a un pequeño supermercado cerca de mi casa y que trae algo más que el tópico sota-caballo-rey que hay en todos los super/hipermercados.  También suelo comprar por internet, tanto a bodegas como a tiendas de vino.

Vale, puede parecer que eso de ir al centro de Sevilla lo haya pintado como si fuese a escalar el Everest o un viaje a través de la selva, y no es tanto ni más, pero a las tiendas a las que suelo ir, las más cercanas están a 20 minutos en coche, aparcar relativamente cerca supone dejar el coche en un parking o en zona azul. Otras están en pleno centro de Sevilla, ahí olvídate de aparcar cerca. No es que haya que andar mucho, la ida es muy cómoda y el paseo agradable, lo malo es cuando tienes que volver al coche con varias bolsas o una caja entre las manos, hay que ir sorteando a una masa de turistas que pululan como pollo sin cabeza por las calles, las bicicletas, los monopatines eléctricos, las obras…, en fin, que muchas veces se me quitan las ganas solo de pensarlo.

Internet es un escenario más cómodo, pero también mucho más frio y en ocasiones complicado, tiene la ventaja de que la tienda está siempre abierta, puedo comprar cómodamente desde mi casa a la hora que me dé la gana, comparar precios en varios sitios…, aunque también tiene sus inconvenientes:

El primero:  es que en caso de duda no tienes a nadie que te pueda ayudar. Vale que algunas tiendas tienen una suerte de asistentes virtuales, pero su programación les hace responder de forma predeterminada (aunque esto cambiará cuando les integren la inteligencia artificial) y muchas veces tengo la sensación de que me quieren llevar siempre a los mismos vinos.

El segundo: tienen un catálogo limitado, y… a ver, esto es lógico, sería genial que pudieran tener siempre los vinos que uno quiere y todas las añadas disponibles en un único sitio, (lo que viene siendo imposible), al final siempre estoy sopesando donde coger los vinos, si los cojo donde me ponen mejor precio, pero no tienen buena parte de los vinos que quiero, o los cojo donde tienen más vinos de los que busco, pero no me sale tan a cuenta por el precio que tienen.

Tercero: con toda la lógica del mundo, hay que hacer rentable ese pedido a la tienda, así que muchas veces hay que hacer un pedido mínimo para que te lo envíen a casa y que también (insisto, con toda lógica) ese envío hay que pagarlo, no es de gusto de nadie, pero que te traigan un paquete a casa que puede venir de Navarra, de Valladolid, Barcelona o Madrid por 7-10 euros…, entre tú y yo, no es plato de gusto, pero son unos gastos razonables para un paquete de 9 kilos.

Cuarto: cuando encuentro esos vinos que yo quería, incluso de alguna añada con un par de años en mercado, y al pagar el pedido, (o peor aún, cuando ya lo has pagado…), al rato o al día siguiente te llama alguien de la tienda por teléfono para decirte que bien no tienen esa añada, o lo que es peor, que hace un par de años que no trabajan con esa bodega y no les quedan existencias del vino que has elegido.

Hasta cierto punto puedo entender que es complejo tener una tienda on-line actualizada al instante, que tiene mucho curro el estar actualizándola cada cierto tiempo, trabajar con varias añadas, pero que menos que una o dos veces al año actualices la tienda, al fin y al cabo, es tu escaparate, es lo que ven tus posibles clientes.

Y quinto: porque también hay que decirlo, pedir por internet es genial…, pero el vino no lo tendrás hasta que pasen unos días, no es inmediato, y está esa tortura de tener que estar en casa esperando que el paquete llegue bien, rezando a una misericordiosa deidad para que el mensajero no llegue justo en el momento en el que has ido a por el niño al cole, o que estés reflexionando en el trono de tu casa.

Desde hace ya un buen tiempo, (quizás cinco o seis años), vengo diciendo que una parte importante del problema de la falta de consumo de vino en España es la falta de disponibilidad de vino para el consumidor final, muy por encima de lo que digan gurús, listas de puntos, consejos reguladores más pendientes del enoturismo que del vino o prescriptores adoctrinando desde sus vastos océanos de egocentrismo…, el problema de primera mano para los consumidores habituales de vino, es la falta de disponibilidad de vino, de buen vino y me explico.

En cualquier mercado que entremos en España, podemos encontrar vino, no hace falta que vayamos a una tienda especializada, no hay ningún tipo de limitación para venderlo o comprarlo, pero a pesar de la gran, gran, gran cantidad de bodegas que hay en España, la oferta que podemos encontrar es pequeña y casi siempre es la misma, hay relativamente pocas  diferencias entre supermercados, hipermercados, entre los que están en Lugo, Burgos, Teruel o Murcia, nos vamos a encontrar siempre con etiquetas de las grandes fábricas de vinos, García Carrión, Félix Solís, Anecoop, Grupo Zamora, Osborne, Freixenet por poner algunos ejemplos. Ni siquiera Mercadona, Aldi o Lidl, que tienen etiquetas propias, se libran de tener alguna referencia de estos monstruos. De forma local se pueden contar con pequeñas variaciones, sobre todo en cadenas de supermercados regionales o en hipermercados, imagino que la cercanía de las bodegas y de los distribuidores hacen que sea más fácil.

Resulta muy tentador comprar estos vinos si disponemos de poco tiempo libre o vamos con prisas, y porque no decirlo, si no disponemos de una buena tienda de vinos cerca.

Se critica muchas veces que el consumo de vino en España se base precisamente en estos vinos con una calidad (en la mayor parte de las ocasiones) bastante justita, pero es que es lo más normal si son estos los vinos que se tienen más al acceso de mano, primero porque son los que están donde vamos a comprar las alcachofas, las pizzas y el pescado, y segundo porque son los más accesibles por precio, esto es algo que muchas veces los grandes pensadores del vino no tienen en cuenta, yo soy el primer interesado en que haya un negocio que en me ofrezca un vino de  Valtiendas en Sevilla, pero entiendo que, por un lado las exigencias y condiciones que exigen los super/hipermercados no son fáciles de satisfacer para muchas bodegas, y que las bodegas no tienen una producción que les permita llegar a todas partes, o aunque la tuvieran, no pueden tener delegaciones comerciales por toda España.

Ahí es donde debería llegar la tienda especializada, o al menos un sitio en el que estuviera disponible el poder comprar estos vinos.

No puedo pretender tener debajo de mi casa una tienda que me ponga el vino que yo quiera cuando yo quiera, (que si alguien quiere hacerlo, por mí genial, no os cortéis) yo como consumidor habitual pues tengo que poner de mi parte en conseguir algo que yo quiero y que no es una necesidad vital. Pero al mismo tiempo creo que tiene que existir una forma comercial que acerque el vino de calidad y que esté disponible para todo el mundo, y cuando hablo de disponibilidad es tanto la material como la que afecta a la cartera.

Soy muy consciente de que esto es una quimera, que tener un establecimiento que solo vende vinos al público es inviable per se, forzosamente la venta de vino al público general tiene que ser una parte de otro negocio, bien hostelería, bien distribución, bien alimentación… y sé que me van a llover palos por decir esto, pero la solución para que exista una disponibilidad de producto y precio, en gran medida tiene que pasar por las cadenas o agrupaciones de supermercados e hipermercados, por el mero hecho de que tienen la logística de distribución plenamente desarrollada. Lo malo es que ni unos ni otros están interesados en vender un producto que cada vez tiene menos demanda y que ocupa muchas baldas, durante mucho tiempo y que solo tienen una venta regular en unos periodos cortos en el tiempo. Yo ya he visto en varios pequeños y grandes mercados que cada vez les van recortando más espacio y creo que a medio plazo puede ser que veamos que los dejan arrinconados en uno o dos lineales y que vendan una selección algo mayor en periodos muy puntuales del año como puede ser octubre, Navidades, San Valentín, o el día de la madre o el padre.

Otra solución pasaría por acuerdos de distribución, ya no solo de bodegas con distribuidoras, si no de consejos reguladores con distribuidores.

Ya sé que esto es más quimera todavía, no tengo mucha idea de distribución y comercio, pero creo que las relaciones que puedan tener los consejos reguladores fuera de su ámbito territorial pueden ser aprovechadas para crear, no una red de distribuidores (eso es demasiado soñar), pero si una serie de contactos y acuerdos determinados con una serie de distribuidores o actores que permitan a una bodega pequeña, no sé, de Valtiendas, de Arlanza el que puedan tener sus vinos en Sevilla, en Granada o en Teruel.

Effffm, pero me pongo la venda antes de la pedrada que me viene, está claro que a los tres días ya habrá un jaleo de por qué se ha elegido a tal distribuidora, o que tal otra pone los precios más altos que a los de tal otra denominación para beneficiarles, o es el primo Zumosol de tal otro representante de aquella asociación de vinos de la tierra…

Sé que esto son ideas cogidas con pinzas y por parte de alguien que no tiene ni la más repajolera idea del negocio del vino, mi misión es beberlo de la mejor forma posible, pero creo que si hay interés por parte de las bodegas y consejos reguladores en, como poco, mantener el consumo de vino en España, es un tema que se tenían que haber puesto a él hace muchos años. Si tal y como pinta la cosa, si los Estados Unidos deciden a poner de nuevo aranceles, va a  sobrar aún más vino y no quedará más remedio que colocarlo en otra parte.

Como dije en el primer corto del no-podcast, ¡sacad el vino de los almacenes!, no lo vendáis a cualquier precio, ni de cualquier manera, pero hay que sacar las botellas de los botelleros y mostrarlas en la calle. Ahora es el mejor momento para daros a conocer, si hay que arriesgar, este es el momento porque la gente aún dispone de margen para gastar dinero en cosas no vitales.

Disponibilidad, disponibilidad, disponibilidad, este es el camino, porque está muy bien llenarse la boca con grandes ideas y grandes filosofías, está muy bien hablar y reconocer nuestra cultura, pero el que se llena de palabras en vez de hechos, es como el que siembra y antes no ha arado, al final no hay fruto.