A finales del año 2020, mi insigne colega,
Advocatus Vini, creó esta
entrada en el blog que se titula “El alcohol es una droga”, a raíz de un
reportaje de Televisión Española en el que se decía, literalmente: “La droga
legal más consumida en España es el alcohol, concretamente el vino” Aquello
provocó un enorme revuelo de todo el sector “eno-vini-vitícola” patrio,
salieron bodegas, gurús, popes, rasgándose las vestiduras a decir que el vino
no es una droga, que aquella afirmación demonizaba al vino y a la idiosincrasia
mediterránea por los valores que el vino representa, su acervo cultural que
blablablá.
De aquel entonces a día de hoy, la frase se ha
repetido de formas parecidas y los cabreos de los rasga vestiduras más
exaltados se han repetido en los mismos términos: el vino no es una droga, no
hay que demonizar al vino, el vino forma parte de nuestra cultura, blablablá,
blablablá, blablablá.
A ver, yo no estoy aquí para pontificar las
bondades de la vida sin alcohol, ni soy miembro de alcohólicos anónimos, pero
creo, desde hace ya mucho tiempo, que las cosas hay que llamarlas por su nombre
y hay que asumir la realidad.
El alcohol es una droga, nos guste o no nos
guste. Y es una droga, no sólo porque lo
diga la OMS y casi todas las agencias de salud de los países occidentales,
si no que comparte características que nos resultan evidentes en las drogas
ilegales; cumple con los criterios que definen a una sustancia psicoactiva:
altera el funcionamiento del sistema nervioso central, afectando el
pensamiento, el estado de ánimo, la percepción o el comportamiento. Además,
genera dependencia física y psicológica y está más que probado que tiene unos
efectos negativos sobre la salud.
Vale,
me puedes decir que con la cafeína del café pasa algo parecido y que nadie dice
nada sobre los peligros del café, y … error, ya se está alertando de los peligros
que tiene para la salud, el atiborrarse de refrescos con elevadas
concentraciones de cafeína.
En
contra de lo que muchos piensan, no se puede separar el concepto del alcohol de
el del vino. Es más, toda esta campaña en contra de los vinos desalcoholizados,
lo que está demostrando es cómo no se entiende el vino sin alcohol. Hay mucho
movimiento que insiste, que pregona, que un vino desalcoholizado no puede
llamarse vino porque le falta una parte esencial del mismo. Si esto lo tomamos
como una verdad, si encima la definición de vino es "el producto obtenido
exclusivamente de la fermentación alcohólica total o parcial de la uva fresca,
estrujada o no, o del mosto de uva.", no queda más remedio que aceptar
que:
- Uno:
el alcohol es una parte inherente del vino
- Dos: los efectos negativos del alcohol no van a
desaparecer mágicamente por decir tres obviedades.
Estoy
muy de acuerdo con el concepto de consumo responsable, y aunque a mí me joda
alguna que otra salida cuando como o ceno fuera de casa, creo que es
tremendamente positivo que se reduzcan las tasas de alcohol cuando se tiene que
conducir. Y te voy a pedir un favor especial. Antes de llamarme de todo, ponte
en el lugar de una persona que ha perdido un familiar porque alguien bebido se
lo ha llevado por delante o le ha dejado gravemente herido. Ponte, también, en
el lugar de una persona, que simplemente ha ido a tomarse unos vinos con amigos
y ahora tiene que vivir con el trauma de que ha herido o matado accidentalmente
a una persona por haber bebido una copa de más.
Lo
que ya no entiendo es cómo los mismos que están haciendo bandera de esa
moderación, luego salgan indignados a decir que no se demonice el vino.
Claro
que tiene que haber una moderación, como todo en la vida, pero también tenemos
que ser coherentes. El vino es una maravilla, hay una cultura y una historia
detrás de él, cada uno de nosotros puede contar los buenos momentos que hemos
pasado con una copa o una botella de vino, pero también nos sabemos o hemos
vivido historias del exceso, que no necesariamente tienen que terminar en una
tragedia, pero tampoco se pueden escudar en la tradición, las cifras de empleo
o los datos económicos para pedir que esa moderación sea menos…, moderada.
El
consumo de vino, de cerveza, me atrevería a decir que de cualquier alcohol,
está cambiando, y no solo por los millenials o la Gen Z que son a los que están
poniendo de ejemplo, es toda la sociedad la que está cambiando, de esto ya he
hablado en este no-podcast. Sea como fuere, la solución no puede ser la misma
que se está aportando desde el pleistoceno inferior: no hacer nada. Bueno, de
vez en cuando pegarse golpes en el pecho y hacer comunicados copia pega de unos
que se hicieron cuando Viriato.
Creo
que es raro el episodio en el que no diga que el sector del vino es
completamente inmovilista, que comprendo que un sector tan grande le cueste
adaptarse, pero una cosa es que cueste adaptarse y otra cosa es no hacer nada,
y ya sé que esto lo digo continuamente, pero es que tengo la sensación de que
en este sector viven en el día de la marmota.
Cuando
la sociedad entiende que el consumo excesivo de alcohol es un problema para la
salud, ¿qué es lo que contesta el sector del vino? Pues decir que el vino es
salud, y empezar a sacar estudios, de aquellas maneras, diciendo que una o dos
copas de vino es muy sano, y que si la dieta mediterránea, que si la cultura,
que si la importancia en la economía del sector, vamos, la misma respuesta que
dan a distintos problemas.
Está
claro que el sector no va a llegar y decir que no se consuma vino, pero tienen
que enfocar muchísimo mejor el verdadero objetivo de su discurso: consumo
moderado y responsable, adaptado a la situación en la que se encuentre el
bebedor (no es lo mismo beber en tu casa
una botella o estar fuera de casa y tener que coger luego el coche), y
sobre todo, no engañar a la gente: el consumo de vino, por muy moderado que
sea, no aporta ningún beneficio a la salud.
No sé si tiene que ser tal observatorio, o tal
federación de consejos reguladores, o tal asociación de bodegas quienes tienen
que decir que lo que llevan haciendo desde años, no lleva a nada, que lo que
quiera que estén haciendo, no es el camino, ni tampoco pueden estar
constantemente remando en contra de la corriente.
Pero todo pinta a que la próxima vez que algún medio diga que el alcohol es una droga, el sector del vino salga en procesión con sus acólitos, para rasgarse sus vestidos, gritando que no se tiene que demonizar el vino, que es mucho lo que nos jugamos.
En fin....
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