15/02/2025

La lata con el vino sin alcohol.

 

Ha comenzado la temporada de las grandes ferias gastronómicas en España y en Europa, el pasado mes de Enero se celebró el Madrid Fusión y hace unos días se celebró la Barcelona Wine Week.

Mientras que el evento de Madrid es más un congreso, tiene una intención más “divulgativa”, la de Barcelona es más una feria para realizar contactos y compra-venta de vinos a nivel profesional, pero en ambos eventos hay muchas ponencias en las que se habla y trata sobre el mercado del vino, nuevos retos, nuevos escenarios, oportunidades de negocio, de lo bien o menos bien que les va a unos y otros en el sector.

Seguro, seguro, seguro que ha habido alguna charla o debate de qué es lo que busca realmente el verdadero cliente de las bodegas, es decir, nosotros los consumidores…, lo que pasa es que no ha tenido repercusión o no ha suscitado el interés de los medios de comunicación.

Lo que sí ha tenido una parte importante de la atención, es el “auge” de los vinos sin alcohol, pero solo de boquilla. A la hora de la verdad, ¿dónde están esos vinos sin alcohol, quién lo compra, cuántos y cuántas lo beben?

Por el mes de mayo , escribí una entrada sobre la desalcoholización del vino (esta), ya contaba cómo se elaboran estos vinos y ya hablaba de las dudas que me surgían con su consumo. Por entonces había un run-run sobre el vino sin alcohol y el vino con bajo contenido alcohólico, que iba a pegar muy fuerte en el verano, que si luego las navidades iba a ser la repera, que el consumo iba a crecer muy rápido y de la mano de millenials y Generación Z.

¿Alguien ha visto que estas profecías se hayan cumplido?

De acuerdo, el hecho de que yo no consuma este tipo de “bebidas” o que no las vea en mi entorno, no quiere decir que no existan o que no se consuman, pero tendría que existir algún tipo de movimiento, algún eco en redes sociales de que consumo está en marcha, y cuando digo redes sociales, no solo me refiero a Tik-tok, Facebook o X-Twitter, no hay signos de que esta bebida se esté bebiendo en los bares o en los hogares. Por poner un ejemplo, la cerveza artesanal, realmente tiene unos consumos muy bajos, el otro día leía en un informe sobre consumo de bebidas y alimentos en España (Mercasa 2024), que la cerveza artesanal no representa ni el 0,1% del consumo total de cerveza, pero sin embargo sí es un producto que está a la venta en todo tipo de tiendas y mercados, hay bares/garitos/tascas que las ofrecen y las tienen en sus barras, pero sin embargo, el vino sin alcohol (de momento) no tienen esa presencia, al menos no tan evidente, parece que habita más en medios de comunicación y conversaciones en ferias y gastro-eventos que realmente una presencia en la vida del día a dia.

Todo este movimiento de vino sin alcohol cada vez se está pareciendo más a las turras que nos han dado con el vino en lata, que… por cierto ¿quién se acuerda del vino en lata, ¿ha significado algún cambio de hábitos, la hemos llevado a la playa como decían, la estamos consumiendo en el bar o en casa?, ¿o por el contrario se ha llevado un castañazo (y bastante gordo) y ya nadie apuesta por ella? Iban a revolucionar el mundo del vino… y han acabado en concurso de acreedores o en quiebra técnica.

Tanto el ruido del vino en lata como el del vino sin alcohol comparten unos orígenes muy parecidos, nos dicen que es una tendencia al alza entre los jóvenes Millenials y Gen Z de Estados Unidos, pero cuando empiezas a leer las noticias, ni es en todo Estados Unidos, ni entre todos los jóvenes de estas generaciones, al final son tendencias en estados de un fuerte nivel económico y por jóvenes que tienen un nivel de vida medio alto o alto. También hay que tener en cuenta que la mayoría de la generación Z aún no ha cumplido la edad legal para beber alcohol en EEUU, así que cualquier encuesta/estudio o noticia hay que cogerlas con pinzas. En cualquier caso, no deja de ser curioso que los mismos que nos dijeron que bebían vino en lata, ahora son prácticamente abstemios.

Entonces Instagram y ahora también Tik-Tok, soportan este mensaje que llega a todo el mundo, y a pesar de que la sociedad, la cultura y la forma de consumo yanqui (que de por sí es bastante heterogénea según seas, por ejemplo, de California o de Dakota del Sur), apenas tiene puntos en común con la europea, pero esto se ignora y nuevamente tenemos montones de publicaciones que dicen que ese movimiento, esa ola está por llegar a Europa y que esa tendencia va a calar en el mercado no tardando mucho, pero… yo que quieres que te diga, a esto del vino sin alcohol, le veo un montón de fallos, muchos rotos entre las costuras, por ejemplo:

Primero, es un producto que no ha pedido nadie, no es un producto que haya surgido de la demanda popular o de un grupo concreto de consumidores, el vino sin alcohol surge por imitación a otros productos similares. La cerveza sin alcohol surgió hace 40 años y ha sabido aprovechar el tirón del consumo de la cerveza a nivel europeo, justo en el momento en el que su consumo llega a crecer hasta superar el del vino, se ha beneficiado de ese auge.

Segundo, el vino sin alcohol surge cuando se está derrumbando su consumo a nivel mundial. Si de por sí cada vez se bebe menos vino, ¿cuál es la motivación para beber vino sin alcohol?, ¿su sabor? Si no se ha conseguido atraer a Millenials, mucho menos a la Gen Z, a que prueben el vino, ¿cómo convencerles de que lo prueben desalcoholizado? Y la verdad es que las generaciones anteriores no están tampoco por la labor de darle una oportunidad a una bebida que consideran ente una herejía o el mismísimo demonio.

Tercero, el vino sin alcohol es una falacia per se, no es un producto natural ni tampoco ecológico como algunos quieren hacer ver. Se parte de un vino que es un fermentado natural, vale, pero para poder separar el alcohol del vino, se necesita de una maquinaria que consume muchísima energía y cuyo subproducto, el alcohol, no puede ser desechado de cualquier forma, y transformarlo en otro producto que pueda tener cierta utilidad, va a requerir del uso de aún más energía. Lógicamente, este gasto en maquinaria y en energía, va a repercutir en el precio del vino sin alcohol. Si uno de los “peros” a la hora de consumir vino es su precio, ¿se va a consumir su versión “sin” que será más cara?

Cuarto, al hilo de lo anterior, ¿qué vino se va a usar para desalcoholizar y venderlo posteriormente? Por maquinaria y costes, solo las grandes bodegas y las bodegas industriales pueden producir estos vinos. No sé a tí, pero a mí no me atrae nada un Pata Negra o Viña Albali sin alcohol. Puede haber excepciones, claro está, bodegas como Torres (Natureo) o Matarromera (Win 0.0)  hacen vinos sin por menos de 10 €, pero no creo que usen lo mejor de cada casa para hacer estos vinos.

Quinto: ¿y usar el vino sin para hacer refrescos o vinos aromatizados? Eeehhmmm, me parecería un error aún mayor. Para empezar, el mundo de los refrescos es un gigante enorme en el que el vino no tiene nada que hacer, primero porque ya existen refrescos a base de vino qué tienen un contenido alcohólico muy bajo o con 0% de alcohol (y al que seguramente las bodegas interesadas ya les están vendiendo vino), es más,  es entrar en un mercado que se basa sobre todo en inversión publicitaria y de marca, incluso más que en producto en sí (porque estas empresas si que se gastan el dinero en crear e investigar el mercado)  Si el mundo del  vino de por sí apenas gasta en imagen, imagina lo que sería entrar en un mercado donde gigantes como Coca Cola, Pepsi o Nestle llevan años y cientos de millones de euros, de libras,  de dólares y  de yenes gastados, para que ahora vengas con un productito a ocupar un nicho de mercado en el que ellos, no es que sean los claros dominadores, es que son ellos los que crean la tendencia y ¿ahora es el mundo del vino el que quiere sumarse y hacerse hueco? Y en cuanto a vinos aromatizados, es como dar la guerra por perdida, es asumir que tu producto por si solo no vale un pimiento, y tienes que meterle algo que sea atractivo al consumidor. Lo más gracioso es que algunos han apostado por el cannabis como aromatizante, es decir, que aunque no sea la maría de los porros, que es un sucedáneo inocuo. Si se ha llegado a la conclusión de que el alcohol es malo, que tiene unos efectos nocivos para la salud, que no es ninguna mentira, alguien decide sustituirlo por un sucedáneo psicotrópico para coger el puntillo…

Sexto (y último): nos están vendiendo, por un lado, que Millenials y generación Z son los que más se preocupan por su salud, que quieren tener hábitos de vida más saludables, y al mismo tiempo son los mayores consumidores de refrescos, en especial de aquellos que tienen un alto contenido en azúcar y cafeína, son también los que más abusan de comidas hipercalóricas, son la generación de la smash Burger (y lo que está por llegar). Esto para mí entra en una contradicción sin sentido. Eliminamos el alcohol de la dieta, de los hábitos de alimentación, pero su lugar vamos a llenar con productos legales que también crean una dependencia, y con uso efectos en la salud tanto o más peligrosos que los del alcohol.

 

Voy terminando, ¿tiene el vino sin alcohol sentido comercial? Si, lo tiene, puede haber un público que busque una bebida sin alcohol, sin gas, que no sea un zumo de frutas, ni lácteos, ni infusiones, ni una bebida ultra azucarada. Ahora, ¿este público será tan numeroso como para generar una demanda que obligue a las bodegas a incluir este tipo de producto en su catálogo? Pues pienso que no. A día de hoy no hay una fuerte demanda de este producto y no veo tan claro que el consumidor habitual de vino (ni el hedonista, ni el alcohólico) introduzca el vino sin alcohol en su consumo rutinario. Tampoco es una tecnología barata, ni sencilla de introducir en bodegas pequeñas o medianas. Creo que vinos con un bajo contenido de alcohol, entre 5 y 8º podrían ser elaborados con una mayor facilidad y con una inversión más asequible, pero habría que ver que recepción tendría entre los consumidores.

No soy un analista de mercado, ni me dedico al marketing, pero tengo la sensación de que esta película ya la he visto. Surge una moda, o te sugieren que hay una nueva moda de consumo de vino en Estados Unidos, quieren implementarla en Europa, empiezan a machacar medios de comunicación con esta supuesta revolución, surgen estudios, se publican artículos, noticias, publirreportajes, que están manipulados, tergiversados o pagados por los interesados en que todo esto salga adelante, pero realmente no hay una base de consumidores que sustenten este producto, ni siquiera su moda.

Es cierto que cada vez se consume menos alcohol, no solo vino o cerveza, pero no necesariamente eso responde a hábitos de alimentación o salud. Todavía pesa mucho el picotazo de consumo alcohol producido por el confinamiento del COVID, aquello pegó un subidón y ahora que el consumo vuelve a una aparente normalidad, parece una curva de consumo baja muy deprisa, pero lo más seguro es que de aquí a 5 años, esa curva tienda a convertirse en una recta. También hay que tener en cuenta factores económicos, el precio de las cosas ha subido más que los sueldos, lo que antes te costaban 3 copas, ahora pagas dos o incluso una, y no hay que olvidar que el alcohol es una las cosas que dejas de consumir si tienes que pagar la luz, la casa y la gasolina del coche. Por otra parte, los mayores consumidores de alcohol (la generación baby boom), está envejeciendo, y ya no realiza el mismo consumo que tenían hace 20 años, es lógico que las curvas de consumo bajen, mucho más si las generaciones posteriores consumimos menos alcohol por muchas y variadas razones, no solo por el “romanticismo” de que queremos cuidar de nuestra salud.

 No creo que vayamos a una sociedad completamente desalcoholizada, pero si que nos dirigimos a una sociedad con nuevos hábitos de consumo en los que habrá muchos productos, alcohólicos y no alcohólicos, en los que habrá modas, habrá tendencias, habrá momento en los que un tipo de bebidas sean las más consumidas, y en otro momento pues habrá otras, pero sintiéndolo mucho, el vino sin alcohol, no tiene pinta que vaya a ser una de ellas.


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