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26/10/2024

Menos Oros, Caperucita. 5ª Parte: Conclusiones (y II)

 

Llegó el final del análisis de Bacchus. Creo que no me ha merecido la pena todo el tiempo que le he dedicado, hay muchas horas de curro detrás, pero la conclusión ya la sabía antes de empezar a teclear la primera frase de la primera entrada de este monográfico. Temo decepcionaros un poco, pero vamos allá.

Bacchus, y como este, todos los concursos de vinos, no sirven absolutamente  para nada al público general tal y como están planteados. Una “competición” que abarca miles de participantes, en la que se entregan cientos de medallas, es como si quisiéramos reconocer a todos los corredores de 100 metros lisos que estén por debajo de los 11 segundos. Es muy probable que ni tú ni yo logremos alcanzar la marca, pero podemos ya sabíamos con antelación que esos corredores son los más rápidos del mundo, sería muy aburrido presenciar cómo dan una medalla, otra medalla, otra medalla, otra, otra, otra... pero exactamente ¿por qué? En las Olimpiadas, se premia a los tres primeros con una medalla, y del 4º al 10º con un diploma olímpico (y estos últimos ni siquiera tienen una ceremonia de entrega del título).

 Reconocer a cientos de marcas, aunque “sólo” sean el 30% de las muestras presentadas, no tiene ningún valor, más si estas marcas se repiten año tras año. Una competición es cuando decides premiar a 5 vinos por categoría y un ganador absoluto (no, AEPEV, no me refiero a vuestro modelo), pero claro, eso supondría que muchos vinos y bodegas se quedan sin “reconocimiento”, es decir, sin publicidad, y este tipo de concursos no son nada si no hay publicidad de por medio, porque cuando una bodega anuncia que ha tenido una medalla en el Bacchus, Mundus Vini o Decanter, al final estás haciendo publicidad… del concurso.

Otra conclusión que saco de Bacchus, es que no creo que tampoco sirva como herramienta de marketing de las bodegas para hacerse vender a los distribuidores, y por los mismos motivos, llega un momento en que muchas bodegas tienen medallas de tantos concursos que lo raro, lo exclusivo, lo extravagante es no tener medallas. Puede ser eso o que para poder empezar a hablar con un distribuidor tengas que tener 10 medallas del Bacchus, 5 Mundus Vini, una media de 87 puntos Parker y una foto con Tim Atkin en un majuelo…, si no, no lo entiendo.

Tres cosas más y termino.

No me resisto a enseñaros este cuadro.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.
Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Entre la edición de 2015 y la de 2023, han formado parte del concurso 353 catadores, de los cuales 220 (casi el 63%) lo han sido en una única edición, lo cual está bastante bien, hay mucha rotación. Casi todos los jurados tienen un perfil profesional relacionado con el vino, quiero decir, que conocen de primera mano lo que es un vino con defectos, lo que es un vino correcto o un vino interesante, no quiero decir que tengan que reconocer cada vino que catan, pero son más que capaces de distinguir vinos batalleros de vinos que realmente tienen un interés, entonces, no me explico ciertas medallas que recurrentemente se dan a vinos batalleros y mucho batalleros, y aquí hay tres problemas:

1.    O las muestras enviadas a concurso no tienen nada que ver con los vinos que se encuentran en el mercado (de suceder así, la organización del concurso debería hacer algo).

2.    O los catadores, a cata ciega, no son capaces de distinguir un vino batallero (no tiene sentido).

3.     O es que esos vinos tienen realmente un interés para recibir esas puntuaciones y reconocimientos.

Esto último, me rechina. Si la muestra presentada a concurso es del mismo vino que puedo comprar en el súper, si este vino ha sido capaz de tener un reconocimiento “elevado” por parte de sumilleres, Master of Wine, comunicadores, enólogos, etc. ¿por qué luego se cargan las tintas contra el vino de supermercado o vinos que tienen una tirada de millones de botellas?

No, oiga, vamos a ver. Si por un lado me están diciendo que estos vinos no tienen ningún interés, pero por otro me están reconociendo (mediante cata ciega), que SI posee un interés por encima de otros vinos, y que además está siendo reconocido por profesionales del sector ¿EN QUÉ DEMONIOS QUEDAMOS? Por eso sería interesante saber quiénes son los que catan los vinos, y por qué se les ha asignado los mismos (o al menos, los criterios), porque a lo mejor en una mesa en la que podían estar Pedro Ballesteros, Santi Rivas, Norrel Robertson o Zoltan Nagy (catadores en la edición de 2021, por poner un ejemplo real), han podido formar parte del jurado que han dado una medalla de Oro a varios Jaume Serra, Mayor de Castilla o Viña Albalí.

Ojo, con esto yo no estoy haciendo defensa del vino batallero. Si a tí te gusta, me parece poco menos que estupendo y espero que sigas disfrutando de él. Personalmente, no es el vino que más me guste beber “a palo”, pero lo que estoy tratando de decir es que aquí hay una absurda falta de coherencia. Hay muchos Master of Wine, sumilleres, enólogos, comunicadores especializados, gurús del wineloverismo (patrio y/o internacional) que hablan pestes y desprecian el vino de supermercado, ¡¡¡pero luego forman parte de jurados de concursos QUE PREMIAN VINOS BATALLEROS!!! ¿Esto cómo se come, cómo se defiende?, ¿qué pasa aquí, que a estos jurados les han engañado? Pues, oye, puede ser, vas un año, realizas tus catas, concedes unas puntuaciones en base a tus conocimientos y experiencias, y resulta que entre los premiados están vinos del súper. Te haces con una botella del mismo vino, lo abres en casa… y no es lo mismo, ni se le parece. “¡Hoiga, emosido engañado!” Para la próxima edición, que vaya Rita.

https://www.comprarbanderas.es/bandera-emosido-enganado-id21503.html


Pero qué pasa cuando no has ido ni una, ni dos, ni tres veces. Por poneros dos ejemplos, Pedro Ballesteros (Master of Wine) y Santi Rivas (gurú) han ido hasta en cinco ediciones, y como ellos, hasta 41 catadores han participado entre 5 y 9 ediciones. ¿Puede ser qué si el catador o catadora tiene cierto estatus, les pongan en las mesas en las que siempre ponen los Noé, Les Terrases, los mejores vinos internacionales que se presentan a concurso?

Y esto no pasa solo en Bacchus, posiblemente en el 99% de los concursos suceda lo mismo.

 

Y ahora vamos a por la organización. Ven, ven.

Bacchus, en particular, tiene un grave problema con esto al entregar más medallas de Oro que de Plata, estas dos últimas ediciones se han entregado el triple de medallas de Oro que de Plata, casi da la sensación de que han dejado las medallas de Plata en algo así como un trofeo tipo “gracias por haber participado, sigue intentándolo”.

Por otra parte, tantas medallas hacen que siempre sean las grandes bodegas quienes las ganen ya que (hasta ahora) son las que más dinero pueden destinar a estas promociones. Imaginaos a esa bodega pequeñita de Escalerillas de Abajo que ha ganado dos medallas de Oro, que las muestra todo orgulloso al paisano de al lado, y este le responde que le parece muy bien, pero que en la radio dicen que Don Simón ha ganado 432 medallas en 2023 y que encima lo puedo encontrar por toda España.

¿Soluciones? Pues endurecer los requisitos para obtener medallas bajando la tasa de premios a un 10% o menos, o limitar el número de muestras que puede presentar una bodega.

Lo que también necesita una solución urgente son las comunicaciones públicas que la organización cuelga de su web, que por otra parte, necesita una renovación urgentemente, se podría hacer arqueología digital con ese formato. Necesitan rabiosamente un corrector ortográfico, no es coña. Uno de los grandes problemas que he tenido a la hora de cohesionar una base de datos es que me encontraba los mismos nombres pero con faltas de ortografía, por poner dos ejemplos, me he encontrado Alvaro y Álvaro, Rodriguez y Rodríguez… Es más, en los distintos reglamentos a los que he visto, por razones que no entiendo, no tildan buena parte de las mayúsculas. Por ejemplo, la palabra “artículo” lleva tilde en la “i”, y no me vale ese bulo de que no se tildan las mayúsculas, porque la propia RAE indica que no hay ninguna norma o motivo por el que no se deban tildar mayúsculas. 

Otro ejemplo, en el Artículo III del reglamento (realmente, en todos los reglamentos desde la edición de 2021), pone: “ARTICULO III.- INSCRIPCION Y REMISION DE MUESTRAS.”, mientras que el Artículo VII dice: “ARTICULO VII.- FUNCIONES ESPECÍFICAS DEL DIRECTOR DEL CONCURSO DURANTE SU REALIZACIÓN.”, es decir, que poder han podido, pero por la razón que sea, alguien ha estimado que no es necesario poner todas las tildes.

Pero el problema que creo que deberían revisar más a fondo, es el de la coherencia de los datos que publican y que se contradicen entre sí.

Insisto en que yo he hecho una frikada, que salvo un tarao como yo, nadie va a coger medalleros y va a hacer una base de datos, y que claro que puede haber errores con los nombres de bodegas, que un año las denomines de una forma y al siguiente las llames de otra forma, como el caso de las cooperativas que pueden tener hasta 3 nombres distintos, o que haya vinos de Jerez que en ocasiones tienen el apellido VOS o VORS y en otras no. Me queda claro que este tipo de errores no tienen porqué ser exclusivamente de la organización del concurso, que puede ser un error de la propia bodega al rellenar las fichas de inscripción de los vinos porque no se fijan, o no recuerdan cómo denominaron a la propia bodega o a sus vinos en ediciones anteriores. Entiendo que si la organización no hace una base de datos con los participantes año a año, existan estos errores de coherencia de este tipo.

Pero lo que no tiene disculpa son errores de información. Tal y como os he contado en las anteriores entradas, hay muchas divergencias entre lo que dicen los comunicados de prensa, los medalleros y las fichas de los catadores, que insisto de nuevo, con datos que proporciona la propia organización desde su web. Me hago cargo de que todos nos equivocamos, que todos podemos subir documentos con alguna errata, pero también es verdad que se puede rectificar y se puede subir la rectificación, se pueden incluso hacer por RRSS, pero me da por pensar que más que errores de información, pueden ser problemas de comunicación, y os pongo dos ejemplos.

1.   - Si nos fijamos en el reglamento del año 2024, podemos ver que es el reglamento de la XXII edición correspondiente al año… 2022, son los típicos fallos cuando reúsas un documento, cambias dos cosas y lo subo sin leerlo entero.


2.  En las notas de prensa de las distintas ediciones, siempre indican que el número de catadores eran 80, menos en la edición de 2023 que ya ponían que eran 89, Si os fijáis en el cuadro que he puesto un poco más arriba, salen los catadores que ha habido cada año, y no cuadran con lo que indican las notas de prensa.

 

Claro, ves esto y te preguntas, ¿nadie de la organización revisa lo que sube, que se corresponda con lo que publican? Es más, ¿nadie de la prensa especializada les ha dado por contrastar estos datos? Que estamos de acuerdo en que no se van a poner a contar botella a botella o catador a catador en cada concurso de vinos, pero ¿nadie se atrevió a preguntar a la UEC, por ejemplo, por qué siempre ha habido 80 catadores, independientemente de las muestras que se presentan?, algo así como “Pepe ¿cómo que este año habéis subido de 80 a 89 los catadores?, o “María, ¿cómo es que han subido tanto el número de las medallas de Oro este año?”

Esto me da por pensar que si la organización no se molesta en leer lo que publica, si los medios especializados se limitan a publicar la nota de prensa que les pasan (o pagan por publicar) y no hacen preguntas, ¿por qué le debería interesar al público los resultados de un concurso de vinos?

Es más, ¿a quién le puede interesar un Concurso de Vinos?




23/10/2024

Menos Oros, Caperucita. 4ª parte: Conclusiones (I de II)


 

Bueno, pues al final he tenido que dividir las conclusiones en dos, jamás pensé que me ocuparían tanto, y de hecho he reducido o simplificado varios argumentos, sin perder coherencia con lo que he publicado y pienso acerca de este Bacchus, y por lo tanto, de los concursos de vinos. Vamos allá.

Que estas entradas han sido una auténtica frikada, lo admito desde la primera frase. Sé que no tiene sentido analizar un concurso, ni de vinos ni de nada realmente, si no se dispone de toda la información posible, y a pesar de que los organizadores de los concursos de vinos cuelgan la lista de ganadores de forma pública en sus webs, es tan sólo la parte del brilli-brilli. Es como juzgar el campeonato de Fórmula 1 conociendo solo a los tres primeros pilotos de cada carrera, sus equipos, el que dio la vuelta rápida y el favorito del público, nos faltaría conocer a todos los pilotos que participaron, todas las incidencias de la carrera, las decisiones de los comisarios, etc.

Entonces, ¿por qué lo he hecho? Pues porque creo que es interesante saber qué es un concurso de vinos, si realmente tienen algún tipo de importancia las medallas o reconocimientos que entregan, y todo ello… pues con el conocimiento mínimo, con una base que está coja, que no sabemos todo el trasunto interno, pero qué os digo, este es el primer punto negativo que encuentro en este tipo de eventos.

¿Por qué lo he hecho con el Bacchus? Pues porque es de los pocos concursos que ofrecen/publican su información de forma que también se pueda descargar. También cuentan con “pocos” galardones si lo comparamos con otros concursos internacionales tipo Decanter o el IWC. En un primer momento juzgué que podría ser capaz de manejar la información, y en eso me equivocaba.

 

Partiendo de la base de que no creo que los concursos de vinos sean de utilidad ni para el aficionado al vino, ni para el gran público, Bacchus no me ha hecho cambiar de opinión, todo lo contrario, me demuestra que los concursos de vinos es una herramienta de marketing dirigida a, a, esto…, a …, a no sé muy bien a quién, pero no está dirigido al consumidor de vinos, al menos de una forma directa.

En otras entradas había sacado la conclusión de que los concursos de vino estaban mas enfocados a un sector muy específico del vino, el de la compra/venta de vinos, y Bacchus en este aspecto no es muy distinto, de hecho, muchos de los catadores del concurso son personas relacionadas con la importación y exportación de vinos, pero quizás si que es un concurso que me ha hecho modificar un algo de lo que pensaba (spoiler: no para bien).

El origen de estas entradas fue el mensaje que me envió una persona y la machacona publicidad de García-Carrión por la radio. Si la pretensión inicial del concurso es la de captar la atención de consumidor, misión cumplida, no solo la tienen, si no que además estoy dándoles más publicidad aún, pero ese no es su espíritu, o al menos no es eso lo que dicen las bases del concurso (ni mucho menos lo que esperan los participantes).

Si. García Carrión ha obtenido 22 medallas de Oro, es el campeón por medallas de esta edición (y de otras).

Si, los vinos de las bodegas en las que Álvaro Palacios tiene algo que ver, han vuelto a ha ganar una nueva medalla de Oro cada uno de ellos.

Si, los vinos de Jerez son los grandes campeones espirituales del concurso, son los que más medallas de la máxima categoría han obtenido, todo esto es impepinable, pero queda por hacer la parte más importante del concurso: el que yo levante el culo del asiento y vaya al súper a por los vinos. Y digo bien, levantar el culo e ir al súper, porque en conjunto, los vinos del súper son los verdaderos ganadores del concurso, y no solo este año.

 

Los Azpilicueta, los Beronia, los Patas Negras, los Ramón Bilbao, Pétalos, son los vinos que te puedes encontrar en casi cualquier supermercado y en el hipermercado al que vas el finde a hacer la compra, y estos son los vinos que acaparan todos los años una buena parte de las medallas de Oro y de Plata. En cuanto a los vinos que han recibido el Gran Bacchus de Oro (cuanta grandilocuencia…), pues no es que sean precisamente difíciles de encontrar, pero no son los vinos que están en el súper que tienes a la vuelta de la esquina, muchos de ellos, Lustau, Mirto, Noé, o los grandes reservas de Portia (por poner unos ejemplos) sí que están en el hiper o en esas tiendas que tienen todos los vinos que hay en el mercado, menos el que ibas buscando.

Al fin y al cabo, ¿cuáles son las bodegas que tienen más medallas? García Carrión, Gonzalez Byass, Freixenet, Pernod Ricard…, entonces…¿qué está reconociendo Bacchus?

Es fácil adivinarlo, pero vamos a rascar un poco más allá de la superficie.  La cúspide de los ganadores de medallas ha quedado claro que es para las grandes bodegas, grandes distribuidoras y cooperativas importantes, pero tal y como os decía en la anterior entrada, casi el 75% de las bodegas que obtienen algún reconocimiento, lo más normal es que obtengan sus medallas en 1, 2 o 3 ediciones y luego, bien deciden no seguir participando o bien han participado y no han vuelto a ganar una medalla. Hasta cierto punto esto tiene lógica, presentarse a los concursos conlleva una serie de gastos (inscripción, transporte de las muestras, pago de cánones si resultas ganador y decides poner pegatinas o usar la imagen de los premios en tus botellas o RRSS) que no es que sean excesivamente caros, pero es más que posible que no logren rentabilizar sus costes con las ventas de sus productos, y me explico.

Imagino que cuando alguien se decide a participar en este tipo de concursos, no lo hace únicamente para que le reconozcan que su vino es muy bueno y, ¡pam!, que le den una medalla para alardear de ella con los colegas en el bar, ¿no? Imagino que ese reconocimiento se va a usar para vender tu vino y tu bodega, bien al público que hasta ahora te desconocía, bien a una distribuidora más allá de la zona donde ya lo estás vendiendo, pero es que tú puedes haber ganado cinco o seis medallas y que nadie se entere, porque, claro, las medallas y los premios son un reclamo, pero es que una vez que lo obtienes ¡tienes que mover también el reclamo! Un medio local o provincial puede hablar, por ejemplo, de las 6 bodegas de la provincia que han ganado una medalla y mencionarte de pasada, pero eso no es una promoción. Ponerlo en la web no es mala idea si la actualizas con cierta frecuencia y tienes suficiente tráfico, pero lo suyo es utilizar anuncios en medios de comunicación, patrocinio de eventos o contratar campañas en RRSS, pero ese es un coste añadido al que hay que sumar los gastos del concurso, ¿realmente merece la pena esa inversión si el vino no está bien distribuido?

Ese gasto no es soportable por muchas bodegas, y hoy aún menos, ¿quién puede permitirse ese pago? Pues mucho me temo que bodegas que estén en disposición de tener un departamento de comunicación o personas que puedan contar con mucho tiempo dedicada a la comunicación de la empresa, quicir, bodegas con posibles.

Esto se va a acentuar aún más en el futuro próximo. Si tal y como parece, el sector del vino está a punto de desplomarse, ¿quién está más dispuesto a gastar dinero en promoción, concursos y ferias? Las bodegas muy pequeñas y cooperativas que se dediquen en exclusiva al vino van a tener que capear el temporal con presupuestos cada vez más cortos, si es que no cierran. Para las medianas y grandes la cosa no es que se presente mucho mejor, Pernod Ricard España está vendiendo toda su división de vinos para centrarse en destilados “premium”, Freixenet ha planteado un ERTE, las bodegas de Félix Solís Aventis quiere pagar unos precios ridículos por las uvas, es decir, que todo el mundo que no tenga fundamentado su negocio al sector del vino de élite, seguramente se va a ver obligado a recortar de todas partes, y de donde menos se pueda recortar, pues seguramente se recorte lo justo y se vean afectados otros departamentos de la bodega. Adivinad cuál es el que tiene más papeletas para sufrir los mayores recortes.

Aparcaré, de momento, el tema de los vinos para hablar del concurso en sí.

Bacchus no es un concurso muy diferente al resto, los organizadores convocan un concurso, le dotan de unas reglas muy sencillitas (demasiado), eligen unos catadores que catan los vinos y les otorgan una puntuación. Si se supera ciertos puntos, les dan una medalla de colorines, la organización publica los ganadores, e incluso les hace una fiesta (si es menester). Publicita a ciertos ganadores (patrocinados) en prensa y pseudomedios especializados y después se ponen a pensar en la edición del año siguiente.

Eso es lo que se ve, el brilli-brilli que decía al principio. Lo importante, lo que se mueve dentro, es lo que queda en sombras, es lo opaco, que entiendo que no nos va en la vida saber y conocer todos los engranajes, pero al mismo tiempo es donde quizás debieran de poner algo más de luz. Creo que sería muy interesante para todos, para los participantes, los importadores/exportadores de vino, y para los que bebemos vino.

Para mí, estos serían esos engranajes que debieran ser más luminosos:

1.    1. Lista de los participantes: la organización indica cuántas muestras participan, pero no dice quiénes participan, sería muy sano conocer a todos los concursantes, así conoceríamos cuántos vinos presentan las grandes bodegas y cuantos ganan (que lo mismo nos llevemos alguna “sorpresa”), si algún vino queda desclasificado algún año…

2.    2. Número de los lotes de las muestras presentadas a concurso: entiendo que las bodegas tienen que indicar el lote del que procede la muestra que envían (artículo III del reglamento), pero este no se indica en los medalleros, de hecho, la publicidad dice que tal vino ha sido premiado, pero no se menciona que lote es el que ha obtenido el premio, ¿puede ser que las grandes bodegas tengan lotes de vino que se destinen sólo a concursos de vinos o que no se destinen a la venta al público? El reglamento no lo tiene en cuenta, pero hay concursos que si exigen que los vinos presentados tienen que estar o vayan a estar a la venta.

3.    3. Puntuaciones de los vinos presentados a concurso: Dos vinos pueden tener un mismo reconocimiento, una medalla de Oro, por ejemplo, pero uno tiene 89 puntos y el otro 92, también serviría para ver si un mismo vino en distintas añadas tiene la misma puntuación o cual es su variación a lo largo de las ediciones. Hay vinos de una misma añada que se presentan en distintas ediciones, quizás eso también es interesante si hubiera una gran variación de catadores de un año a otro.

4.    4. ¿Cuál es el criterio a la hora de elegir a los catadores?: Uno puede elegir a tres personas con las que echarse un mus. Elegir entre 75 y 90 personas para formar parte de un jurado (imagino) que debe responder a algo más de reunir a unos amigos para echarse unos vinos, o personas que están interesadas en conocer el mercado de un país y los que pueda atraer el propio concurso, ¿hay alguna forma de inscripción, se ofrece a personalidades, responde a criterios comerciales?

5.    5. ¿Cuánto cobran los catadores?: si formas un jurado internacional, no creo que todos los catadores estén dispuestos a comprar un billete de ida y vuelta de avión y pagarse unas cuantas noches de hotel de su propio bolsillo para realizar, por otra parte, un trabajo. Habrá gente que le resulte interesante el evento y que luego le saque provecho, puede que haya empresas que se hagan cargo de estos gastos, pero también puede ser que la organización del concurso le interese que vayan figuras reconocidas del mundo del vino que le pueda dar algo más de cache.

6.    6. ¿Cuáles son los criterios para formar los jurados?: en el reglamento (artículo V.3), se indica que los jurados son designados a título personal por el director del concurso, tiene que existir un criterio lógico. Eso o funciona el dedo (tú allí, el otro allá, este bien cerquita mía). Eso me lleva al siguiente punto.

7.    7. Publicar la composición de los jurados: en la edición de 2016, la organización publicó la composición de los jurados, es decir, qué catadores formaban parte de una misma mesa y juzgaban a los mismos vinos. Pero eso pasó en el 2016, ¿fue un error a la hora de publicarlo, se arrepentirían…? quién sabe. También hubiera sido interesante saber quiénes son los jefes de cada jurado, quiénes son los que llevan la batuta.

8.    8. Publicar los vinos que cata cara jurado y el criterio que se ha utilizado: por el número de muestras presentadas, todos los jurados no prueban los mismos vinos, por lo que cada jurado cata una serie de vinos que no catan los otros, ¿cómo se elige que vino bebe cada jurado, por azar? Hay catadores que forman parte de una bodega, ¿sería ético cataran sus propios vinos? También sería muy clarificador saber cuántos puntos ha concedido los jurados en los que están Pedro Ballesteros, Santi Rivas, Ferrán Centelles o Almudena Alberca, por ejemplo, saber los vinos que han catado, y los vinos a los que han concedido medallas, porque alguien, Master of Wine, sumilleres, enólogos, periodistas especializados…, son los que eligen estos vinos. (Tengo unos cuadros muy chulos sobre los catadores, pero creo que ya os he sobrecargado vuestra capacidad de asimilación de los mismos…).

9.    9. ¿Se comprueba que los vinos ganadores se corresponden con lo que puede encontrar el público? Para mí es el gran fallo de todos los concursos de vinos, y entiendo que las organizaciones de los concursos no le pongan interés, pero es que es necesario: saber si el lote de la muestra que se ha remitido a concurso, es el mismo que puede comprar cualquier persona, ya sea en un establecimiento físico o en una tienda por internet, y es tan fácil como realizar al día siguiente del fallo del concurso,  una comprar anónima en varios establecimientos de los ganadores del concurso, y que unos catadores independientes comprueben que el jurado de concurso y el público en general están bebiendo el mismo vino, porque (entiendo) que el fin último del concurso es reconocer la calidad de los vinos que podemos beber todos, ¿no? Vale, entiendo que comprar todos los ganadores supone un gasto elevado, quizás inasumible, para la organización, pero ¿por qué no hacen, al menos, como en el Concurso Mundial de Bruselas y hacen (y publican) un control de calidad, tal y como ellos indican en el artículo 19 de su reglamento? No creo que sea difícil.

Hasta aquí la primera parte de las conclusiones, si todo va bien, el fin de semana publicaré la segunda Y ÚLTIMA.

Lo prometo.

15/09/2024

Menos Oros, Caperucita. 1ª Parte: Bacchus y las 21+1 medallas de Oro.

 

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Estoy tan tranquilo escuchando la radio y, de repente, sale un anuncio: la bodega García Carrión obtiene 22 medallas de oro en el prestigioso concurso Bacchus.

Pues como que me resbala un poco.

Como ya he dicho en este mismo blog, no me fío de los concursos de vinos, y también alguna que otra vez ya os he contado lo que me parece la calidad de los vinos de García-Carrión, me alegro por él o la que le guste, pero no es mi marca.

Al cabo de unos días, un amigo me manda un mensaje por tuiter: “Sólo tú puedes disfrutar esta noticia” y me manda un enlace a esta noticia de Vinetur con este bonito titular:

Récord histórico: García Carrión, la bodega más premiada en la historia de Bacchus

Bueno, pienso, tampoco es tan raro, presentará todos los años un chorro de vinos, es normal que le den chorrocientas medallas.

Pero lo mejor es el subtítulo: “García Carrión consolidan su liderazgo mundial con 22 medallas de oro en Bacchus 2024”

A ver. Espera. Para la cinta, vamos a pensar lo que estamos diciendo…

¿Qué García Carrión consolida lo qué?

Que García Carrión es un líder de ventas de vino a nivel mundial, pues mira, me lo creo, no son unos vinos que me gusten, pero hay que reconocer que venden millones de botellas y que tienen un peso específico en el sector del vino, mi enhorabuena a sus accionistas.

Que este “liderazgo mundial” se consolide por obtener 22 medallas de oro de un concurso de vino, ¿en qué se basa este artículo (guion gordo) publirreportaje?, es más, ¿liderazgo de qué?, porque lo primero que pensé es que se hacía referencia a un liderazgo dentro del mismo concurso o por el número de ventas, pero es que leyendo el primer párrafo del artículo-promoción, dice:

Bacchus, organizado por la Unión Española de Catadores (UEC), es actualmente el concurso internacional de vinos más destacado en España, conocido por su rigor y excelencia.”

Anda, ¿y esto quién lo decide, bajo qué criterios, dónde se ha publicado, qué es lo que han dicho el resto de concursos nacionales?

Pero justo al lado me encuentro la solución: “El jurado de Bacchus está compuesto por Masters of Wine, Masters of Sommelier, enólogos de renombre y periodistas especializados, lo que subraya la seriedad del certamen.”

Vale, han sido los cojones morenos de alguien pasaba por ahí, porque de todos es sabido que los otros concursos de vinos no son serios ni traen jurados de renombre y/o profesionalidad.

Y como se trata de un concurso abierto a todos los países del mundo y García Carrión es el que más medallas de oro ha ganado, junto con los cojones morenos del que pasaba por ahí, ya sabemos porqué esta bodega es el líder mundial… de lo que sea.

Pues esto, para mí…, ya era suficiente para dedicarle una, dos o varias entradas para el blog y daros mi opinión sobre Bacchus y las 21+1 medallas que le han dado a García Carrión en la edición del 2024. Quedaros con eso de las 21+1 medallas.

 

En este punto, tengo que advertir que las entradas pueden ser algo plomos y aburridas, van a salir datos, números, referencias al reglamento del concurso de vinos o a otras publicaciones del blog, pero entiendo que si voy a dar una opinión sobre el concurso y sobre los participantes del concurso, tenéis que conocer cuáles son los fundamentos de esta opinión con datos lo más objetivos e imparciales que me sean posible, pero intentando ser lo más ameno posible.

Dicho esto, entrad por vuestra cuenta y riesgo, ya que una vez que comencéis a leer, ya nunca volveréis a ser las mismas personas que antes fuisteis.

 

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Para empezar.

¿Qué es Bacchus y la Unión Española de Catadores?

La Unión Española de Catadores se definen como “una organización sin ánimo de lucro que pretende fomentar la cata y el conocimiento del vino y otros alimentos.”, se prestan a asesorar a empresas que requieran de análisis sensoriales de alimentos, al tiempo que colaboran y/u organizan concursos de vinos, como el que ahora os voy comentar, el Bacchus.

Muy resumido, Bacchus es un concurso internacional del vinos, vermús y destilados procedentes del vino, que se celebra en España y cuyo espíritu es el reconocer la excelencia y calidad de los mismos (como el otro  99,99% de los concursos de vinos). Para ello, las bodegas y/o destilerías mandan muestras de los productos que quieren que participen en el concurso, y una vez recibidas todas, un ejército de jurados catan estas muestras, de acuerdo con el reglamento del propio concurso, que se encuentra avalado por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). De cómo se realizan estas catas y la forma en cómo se puntúan los vinos, es bastante parecido a lo que ya os conté de forma exhaustiva en esta entrada del blog.

Una vez obtenidas las puntuaciones, pasamos al tema de los premios. La organización del concurso ha decidido que el número de premiados no superaría el 30% del total de muestras presentadas, es decir que si se presentan (por ejemplo) 1000 vinos, como mucho pueden ser premiados 300 (en teoría).

Estos premios están divididos en 3 categorías, a saber:

-       Bacchus de Plata: para vinos con puntuaciones entre los 85 y 88 puntos

-       Bacchus de Oro: para vinos entre 89 y 92 puntos

-       Gran Bacchus de Oro: para vinos con puntuaciones superiores a 93 puntos.

¿Qué pasa si la suma de vinos con “derecho” a medalla supera el tope del 30% de vinos premiados? Pues según los organizadores (artículo XII del reglamento), “un programa informático realizará el oportuno ajuste” No se detalla en qué consiste el ajuste, en otros concursos se eliminan los vinos que menor puntuación tengan, bien por la valoración total, bien por la menor valoración en alguna de las características de la cata. En teoría.

 

Entonces, el mecanismo del concurso (hasta ahora) es relativamente simple: una bodega presenta sus vinos o vermús, estos son catados y puntuados, y si llegan a ciertos puntos, te entregan un bonito diploma que dice que han tenido una medalla de colorines. La realidad es algo más compleja, no quiero extenderme mucho, pero puedes consultar esta entrada del blog en la que os explico todo el entresijo.

 

Hasta aquí el concurso, ahora os explico lo que he hecho yo.


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Mi primera intención era coger los premiados de las últimas cinco ediciones, hacer una coqueta base de datos y ver que salía, si es verdad que los chicos de Don Simón son los que más medallas de oro tienen, qué otras bodegas tienen muchas medallas, y qué vinos son los que están en categorías inferiores a un Pata Negra Valdepeñas, para que nos vamos a engañar.

Una de las (pocas) cosas buenas que tiene la web de Bacchus, es que tiene disponible el medallero de varios años en formato PDF, que fácilmente se pueden convertir en formato Excel. ¿Por qué no hacerlo a un formato Access que es mucho mejor para hacer bases de datos? Pues sobre todo porque hace más de 20 años que no lo manejo y uso Excel con una relativa soltura. No me pidas que te programe una macro o use fórmulas matriciales complejas, pero para hacer una pequeña base de datos de cinco campos (Bodega, marca, añada, IGP y Tipo de Medalla) es más que suficiente, tampoco tenía sentido complicarme la vida.

Iluso que soy.

 

Como aquello parecía más o menos sencillito, me vine p’arriba y decidí que iba a ampliar la base de datos con los medalleros desde 2013 hasta el día de hoy.

 

Ole yo y mi masculinidad. Y ahí empezó el horror.

 

Por un lado, he tenido que usar varios conversores PDF a XLS porque no todos separaban bien los campos, ha habido alguna dificultad con los espacios, los puntos, las comas y el reconocimiento de las mayúsculas, pero esto se puede solucionar relativamente fácil, pero el verdadero problema de la base de datos han sido el nombre de las bodegas, las marcas de los vinos y los nombres de algunas Denominaciones de Origen.

 

Entiendo que para la organización del concurso no es de vital importancia mantener una uniformidad en el nombre de bodegas y marcas, y que muchas veces sean las propias bodegas las que varíen sus propias denominaciones comerciales o societarias. Por poner un ejemplo, una bodega que presenta sus vinos a concurso bajo la figura de Sociedad Cooperativa Agrícola, la misma sociedad se ha denominado en el concurso como “S. Coop A. San Tolomeo”, o “Soc. Cooperativa San Tolomeo”, o “San Tolomeo S.C.A”, o “Bodegas San Tolomeo S.C.A”. No digo nada cuando he encontrado nombres tipo “Agrícola Porronera” que unos años se presentan con ese nombre (que es de la sociedad mercantil), y en otras ediciones usan su nombre comercial tipo “Bodegas del Alto”.

También me he encontrado cambios de sociedades, que me han complicado algo la vida. Ejemplo, Bodegas Valdubón. Imagino que en el principio de los tiempos sería de unos socios, estos lo vendieron a Freixenet, y ahora es propiedad de Ferrer Wines, por lo que a la hora de tabular los vinos no puedo hacer que todos sean de una bodega única o de un mismo grupo empresarial.

También me he encontrado muchísimos vinos de una misma bodega que han sido premiados por distintas razones sociales. Otro ejemplo: Un Viña Monty ha sido galardonado bajo la bodega Montecillo y en otra ocasión bajo Osborne, ¿por qué? porque Montecillo es una bodega del grupo Osborne. Lo mismo pasa con Cruz de Alba o Ramón Bilbao (que pertenecen a Zamora Company), o Portia que pertenece al grupo Faustino.

Esto me lleva al grupo García Carrión. Durante años han presentado sus vinos bajo la bodega que los producía, así los vinos de La Mancha los podía hacer Señorío Los Llanos, o Antaño, o García Carrión La Mancha; los de Ribera los hacía Viña Arnaiz, los de Rioja Marqués de Carrión y los cavas los podía hacer Jaume Serra, por poner un ejemplo. Pero desde la edición de 2023 todos O CASI TODOS los vinos del grupo García Carrión se atribuyen los premios a J. García Carrión independientemente del origen o bodega que produzca el vino.

Como lo que pretendo es hacer una comparación de los premios que ha obtenido a lo largo de las ediciones del concurso, y hacer comparaciones con otras bodegas y grupos empresariales, he tenido que coger las bases de datos y unificar los vinos de distintas bodegas pero que pertenecen a una misma empresa o grupo empresarial, teniendo en cuenta siempre que he podido, los cambios de propiedad de bodegas o empresas. Otro ejemplo clarificador: Bodegas Galegas es una marca que engloba a varias bodegas, Rectoral de Amandi, Rectoral do Umia o Bodega Alanís entre otras, que han obtenido premios con el nombre de estas bodegas o con el nombre de la bodega matriz.

 

Pero esto también me da problemas.

 

Los medios de comunicación y la propia García Carrión publicitan (que no anuncian) que en la edición Bacchus 2024 este grupo empresarial ha obtenido 22 medallas de oro. Según el listado de premios de esta edición, García Carrión ha obtenido 21 medallas de oro que son estás:

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

¿Dónde está la medalla 22, ha habido un error de algún tipo? Pues eso pensaba yo, pero en un par de comunicados publicitarios he visto que atribuían la medalla 22 al vino “Navas del Emperador Crianza 2020”, pero este vino no lo ha presentado (teóricamente) García Carrión a concurso, lo ha presentado Desarrollo de Marcas, que es una gran distribuidora de alimentos de marca blanca para distintos supermercados como Lupa, MásyMás, SuperTambo entre otros, y este no es el único vino que ha ganado alguna medalla con Desarrollo de Marcas, algunos también pertenecen a García Carrión, pero también a Cruz Conde, por poner el enésimo ejemplo.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Hay un caso parecido con Lidl, que presentó en las ediciones de los años 2014, 2015 y 2016 una parte importante de los vinos que comercializaba (y algunos aún comercializa hoy), pero que son vinos por/para que no hace esta cadena de supermercados, no sé si las bodegas propietarias de esos vinos han podido presentar los mismos vinos pero con otros nombres en esos mismos año u otros.

Creado por Víctor Fernández Arribas. Licencia CC BY-NC-ND.

Otro gran problema para crear las bases de datos ha sido la ortografía, es asombrosa la cantidad de tildes que faltan a lo largo de todas las ediciones, sobre todo en las cinco últimas. El problema reside en que están mezclados los errores con la palabra bien escrita. Por poner ejemplo, Martín de Códax puede estar escrito como Martín Codax o Martin Codax, muy raramente como Martín Códax.

Sebastian, Mexico, Republica de Moldavia, Martin, Martinez, entre otros, llenan los registros de las bases de datos. ¿Es fácil de solucionar? Si, pero no. Se puede reemplazar Martin por Martín, pero ¿y Diez por Díez? Pues esa pelea he tenido con Diez Siglos de Verdejo, Bodegas Diez de Merito (las dos sin tilde) o Alvarez y Diez (lo mismo)

 

Y si toooooodo esto ha pasado con las bodegas españolas, no quiero pensar lo que puede haber con bodegas de Túnez (con tilde), México, Alemania, Eslovenia, República Checa, Brasil, etcétera. Es que, de hecho, no me atrevo a meter mano a esa parte de las bases de datos porque puede que me tengan que ingresar en un frenopático. No obstante, alguna cosilla comentaré en la próxima entrada.

 

Y ya para finalizar los problemas, o bien Excel o bien mi portátil no tienen suficiente capacidad para gestionar una única base de datos, por lo que he tenido que dividirla en dos, una del año 2013 al 2019 y otra del 2020 al 2024, la cosa ha mejorado pero tampoco es para tirar cohetes.

 

¿Por qué me he puesto algo extenso, pesado y tostón explicando esto? Porque en las próximas entradas expondré partes de las bases de datos, haré referencias a tales bodegas, vinos, medallas, y a pesar de las horas que he dedicado a corregir errores, cohesionar datos y consolidarlos, es posible que haya algún error bien por mi parte, bien por parte de terceros, pero necesito que comprendáis que lo que está por venir, es complejo de cojones.

 

Eso sí, y a excepción de las medallas de la AEPV, NO VUELVO A HACER UN SOLO ANÁLISIS CONCURSO DE VINOS.

Lo Juro.