22/11/2015

¿Quién me presta una hora?



Sé que soy muy pesado con este tema, pero ya en serio, ¿cómo lo hacéis los que tenéis hijos para sacar una hora para vosotros mismos?, ¿de dónde sacáis tiempo, de dónde lo robáis, controláis la curvatura del espacio-tiempo a vuestro antojo, tenéis una máquina que genere cuartos de hora o qué?

Dadas las fechas en las que andamos, ya estoy liado con los vinos que quiero poner en la mesa para los días de Navidad. Este año no he podido “experimentar” tanto como yo quisiera. En otras ocasiones y con tiempo más que de sobra, suelo pedir vino a bodega o darme una vuelta por las vinotecas de Sevilla, ver, probar y dejarme aconsejar. Personalmente, creo que es la tarea más interesante para aquellos que nos gusta el vino: investigar, probar, leer...

Para escribir dispongo de mucho menos tiempo, pero para mí fortuna, hay gente que no solo tiene buen gusto con el vino, sino que además también sabe plasmar por escrito las sensaciones que les ha generado esos tragos: los hay academicistas, los hay “modernos”, los hay serios, y los hay tremendamente divertidos; todos ellos tienen que tener cabida en este mundo, todos son igualmente de importantes, si bien y como en todas las cosas de la vida, finalmente sientes más afinidad por unos que por otros.

Como ya he dicho en otras ocasiones, estamos en una época en la que tan importante es probar, probar y probar vino cómo importante es saber comunicar las sensaciones que nos deja. El que el mundo del vino deje de estar tan “¿mitificado?” depende y mucho de cómo contemos como es.

El vino no es mejor o peor porque Parker, Peñín o el cuñadísimo lo digan. Lo más seguro es que tus gustos no coincidan completamente con los suyos. De hecho, las puntuaciones de Parker, Peñín, Proensa, Tanzer y de otras tantas guías no las hace la misma persona. Por muy objetivas y honestas que sean, estas puntuaciones dependen muy mucho de los gustos de una o más personas. Añadamos que catar/probar 10 vinos es una mañana y otros tantos por la tarde puede ser de todo menos objetivo. El hecho de mirar un vino, olerlo, catarlo, escupirlo, beber agua, anotar sus sensaciones, una vez, dos, cinco, diez…; es completamente imposible que a partir de la cuarta vez puedas ser objetivo. Quieras que no, algo de alcohol ya le has metido al organismo, por otra parte, por muy buenos profesionales que sean (y que no dudo que lo sean), por mucho que hayan entrenado, llega un punto en el que los sentidos de gusto, vista y olfato los tendrán saturados.

Estas guías, además, cada día están más cuestionadas. Muchas veces el criterio para seleccionar los vinos o el método utilizado para catar los vinos, no es el más claro, y se dice que predomina más el interés económico que el de la calidad del vino.

No poseo los suficientes conocimientos del vino como para poder decir si estas afirmaciones son más o menos correctas. Hay ocasiones en las que vinos que me puedo permitir y con altas puntuaciones de la Guía Peñín o Parker (más de 90 puntos) me han parecido muy corrientes, demasiado. Por ello creo que estas guías deben de ser utilizadas, al menos hoy en día, como mera referencia para saber situar un vino en un mapa, saber quien lo produce y en menor medida, conocer su evolución a lo largo de los años.

Bajo estas premisas ¿de quién deberíamos fiarnos a la hora de elegir un vino? Mi respuesta es siempre la misma: de uno mismo. Y con todo y con ello, nos solemos engañar.

Nadie posee la objetividad plena. Subconscientemente siempre elegimos por una de nuestras filias o fobias, por nuestras afinidades, por nuestro carácter o el carácter de los otros.

Este año me he dejado llevar.

Este año he elegido parte de los vinos por las recomendaciones de otras personas, por exceso o por defecto, porque me satisfacía lo que decían  o porque aborrecía lo que no decían.

Varios de los vinos que se van a beber estas navidades, he decidido que sean otras personas quienes los elijan, a pesar de que no van a estar sentadas a la mesa.
Esto que puede parecer una patochada (o una gilipollez como un camión de grande…), creo que es un experimento bastante interesante.

No dispongo de los recursos económicos, ni tiempo, ni espacio para poder realizar una cata de vinos, pero puedo juntar a personas importantes para mí y que me pueden dar su punto de vista sobre el vino que vamos a beber. No somos expertos, la verdad es que no bebemos mucho vino, unos porque no podemos, los otros porque (aún) no son muy aficionados, pero creo que disponen de un nivel de objetividad cercana al 99 %.

De sus resultados, intentaré plasmarla de la mejor forma posible, si es que puedo y me dejan.


Ya por entonces pediré a esos padres que tienen algo de tiempo libre, que me presten una hora (u dos…).


3 comentarios:

  1. Buen hombre, cruce usté ya el rubricón o el Durius y nos de la lista pa navidá,
    mira que me lo he leído hasta el final y que ni uno

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  2. Hay un vino que no está en la bodega y que nos ha dejado alucinados: Tragolargo de Viñedos Culturales. Alucinante.

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