Han pasado otras navidades más. Y unas cuantas botellas. Sigo incómodo en esta posición de torero de salón, eligiendo vinos a través de una pantalla de ordenador en vez de realizarlo cara a cara, con la botella a la vista y Paula de contrapeso cuando me entusiasmo demasiado con un vino. A Parker me gustaría defender sus gustos delante de la moza.
Este año, por razones que yo mismo desconozco, me he inclinado por vinos de mi tierra natal, otras veces suelo esparcirme por más sitios, pero será por morriña o por designios de Dionisos, Castilla y León ha tenido mucha presencia en casa.
Antes de empezar, os voy a pedir perdón por la calidad de las fotos de las botellas, el editor de imágenes que suelo utilizar para estas tareas está de morros conmigo.
- 7 Fuentes 2.013 (DO Valle de la Orotava): empezamos con un vino tinto canario, sabroso pero ligero. De color granate, capa media, en nariz es algo complejo, me huele a pimienta, pizarra, fruta roja, monte. En boca es de esos vinos que estás deseando terminar la copa para ponerte la segunda, noto mucha fruta y algo que no sabría si describir como mineral, algún toque a café. Lo comimos en una merienda informal a base de chorizo, salchichón y caña de lomo. Para repertir.
- Le Batard 2.013 (VT Castilla y León): una señora garnacha, digo señora porque me pareció muy elegante, tanto en aroma, como en sabor. Fruta negra y regaliz en nariz, algo de vainilla, en boca es como morder muchos granos de granada, fresco, sedoso. Dimos cuenta de él con unas chuletillas de cordero. No es un vino que me pueda permitir todos los meses, pero merece la pena darse un capricho.
- Camino de los Arrieros 2.014 (DO Arribes del Duero): una amalgama de tintas procedentes de Fermoselle, provincia de Zamora. De alegres tonos violetas (capa baja), tenemos un vino plenamente frutal (tanto en nariz como en boca), pese a no llevar tinta de toro, aparentemente, tiene marcado ese gusto a ciruela, pero no es tan denso. De este vino cayeron dos botellas en días distintos. Uno de ellos sirvió de acompañante a unos garbanzos con carrilleras y chorizo, quizás no es la mejor combinación, pero ¡que rico estaba todo!.
- Cantayano 2.014 (VT Castilla y León): uno de los mejores verdejos fuera de la DO, otro más. Se empeña la DO Rueda en tener los mejores exponentes de la variedad autóctona fuera de la denominación de origen. A ver si el nuevo consejo regulador recapacita. Vino amarillo pálido con reflejos verdes, me huele a hinojo, flores blancas (lirio). En boca es redondo, cubre toda la boca, fresco, puntito goloso, tiene esa mezcla entre de dulce/ácido de la fruta cuando aún no está madura. Al final del trago, tiene un deje amargo, nada molesto, es como cuando comes alcachofas, mientras está en boca tiene cremosidad, sabor algo dulce, pero que tiene ese sabor final amargo cuando pasa a la garganta. Es para seguirlo de cerca, espero ansioso la añada del 2.015.
- Castelo de Medina verdejo 2.015 (DO Rueda): dentro de la DO Rueda, un verdejo que está rico, pero que le falta algo. A la vista es amarillo pajizo, pálido. En nariz se nota plátano, frutas blancas, hierbas aromáticas. En boca decae un poco, está bueno, pero le noto algo más flojillo que en añadas anteriores, le falta un poquito de potencia, no termina el trago y como que ya se ha ido el sabor. No obstante es un verdejo para seguirle el paso.
- Castrillo de Duero 2.014 (VT Castilla y León): un tinto carnoso, granate, capa media. Huele a fruta roja, sabe a fruta, es un vino joven rotundo, un vino de para tener en casa por botellas. Quizás no sea el más indicado para una fiesta formal, pero para un pollo asado al carbón o al romero, bufff.
- Faustino I Gran Reserva 2.004 (DOC Rioja): regalo de mi suegro. Esperaba encontrar un tinto potente, con amplios aromas a madera, nada de fruta, un vino “señor”. Y no, para nada. Aroma a fruta en compota, café, vainilla, pero por lo bajini. Color granate oscuro, en boca es un vino sutil, destaca más por el sabor que le ha aportado la madera (torrefacto, vainilla) que por el de la fruta. A ver, es un vino correcto, apto para el consumo, pero no aporta nada para la calidad que debiera tener.
- Finca Las Caraballas 2.015 (DO Rueda): uno de mis verdejos favoritos, ahora ya dentro de la DO Rueda. Amarillo pajizo, buen olor a fruta blanca (pera, manzana) y hierba. En boca se presenta algo más débil que en años anteriores, no tiene esa rotundidad del 14 ó el 13, le noto algo más disperso, no me cuadra, tendré que hacerme con otra botella.
- HESVERA Cosecha Limitada Reserva 2008 (DO Ribera del Duero): regalo de mi hermano, es un vino de corte clásico. Un poco pasado de madera, aunque no tapa del todo los aromas a fruta roja. Le cuesta abrirse un poco, nada fuera de lo normal, pensé en encontrar un vino maderón, pero no. Consistente, se pude masticar, fruta en compota y madera que acompaña bien al conjunto. Necesita un plato contundente. Muy rico.
- Lovamor 2.015 (VT Castilla y León): una golosina. Amarillo dorado pálido a la vista, olor a compotas, membrillos, miel, limón. Diría que es un vino simple, extrovertido, alegre, muy fácil de beber. Fresco, descarado, combina muy bien con un pescado, eso sí, hay que terminarse la botella de una vez. De un día para otro pierde.
- Pesquera Crianza 2.013 (DO Ribera del Duero): regalo de mi tío Ricardo (al igual que el Castelo), tenemos a uno de los mayores representantes de la DO Ribera del Duero. Fruta roja y madera a partes iguales, algo de regaliz, cuero, en boca fue algo más diluido, carnoso, pero le noté algo flojillo. No obstante tendré que hacerme con otras añadas.
- Tinajas de la Mata 2.013 (DO Alicante): un vino naranja, si, naranja turbio y con bastante precipitado. En otros tiempos hubiera devuelto la botella, pero ya sabía lo que estaba comprando. Vino natural, hecho como lo hubieran hecho los mismísimos romanos, según reza en algún artículo. Hecho a base de moscatel de Alejandría y otras variedades blancas, vino reposado en tinajas de barro por más de un año. Al pasar la copa por la nariz, destaca el olor a moscatel (típico) de la uva principal, y a flores blancas. Algún aromilla a albaricoque y tierra asoman muy al final. En boca me ha desconcertado. Ácido, pero ácido como una manzana verde. No me disgusta el sabor, pero creo que es más propio de una sidra natural que la de un vino. Nunca he probado un vino igual, así que, tendré que darle otra oportunidad más adelante.
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