07/02/2017

Cata de un NO vino.


¡Argh! Llevo tres días a vueltas con la factura de la luz de las narices, que si término potencia, que si término energía, que si termino hasta los cojo…, vamos, que pase lo que pase hay que seguir soltando un pastizal por capricho de nuestros amados líderes.

Antes de nada. Que nadie se sienta identificado con lo que voy a contar en esta entrada y en la siguiente. Tanto en el pasado, como en el presente (y espero poderlo hacer en el futuro), si quiero referirme a alguien, que no os quepa duda que lo voy a hacer: Zutano ha dicho esto, aquí, Mengana se ha referido a esto otro, allá. Lo que a continuación viene, es un compendio de unas cuantas horas de lectura en revistas, en blogs, en foros, en preguntas indiscretas a las tres de la mañana hechas a traición y que en el mejor de los casos ha terminado en un telefonazo. En toda la cara.

 Vale, si. Puede contener algo de mala baba y una pizca de la típica retranca vallisoletana, pero una de dos, o me desahogo con vosotros o lo hago con los difuntos más frescos de los presidentes de las compañías eléctricas, pero eso lo único que va a hacer es que la luz suba aún más, si cabe. Como vosotros comprenderéis (y querréis), he optado por la primera opción.

 Hecha esta advertencia, que Dionisos reparta suerte.

Hace ya unos cuantos meses,  hablaba del extraño vino azulque traía tan de cabeza al sector ultraortodoxo del vino. Como en toda afición humana (fútbol, baloncesto, canicas, religión, política, sexo con mutantes…), hay gente tan, tan, tan purista, que al menor atisbo de cambio o soplo de modernidad, que a la que cuentas tres salen como posesos a la calle con una tea y un sacacorchos oxidado al grito de ¡Anatema, herejes!. En fin, los tiempos han cambiado y los autos de fe han pasado a mejor vida, aunque mangas verdes sigue habiendo.

Cómo será la cosa, que en el mes de agosto, con el frío que estaba cayendo, una denuncia “anónimahizo que dos inspectores de sanidad se presentaran en la sede de los creadores del “vino” azul para paralizarles la comercialización del azul elemento. Ea, a juicio, que es otro hobby español. Según parce, el término “vino azul” no aparece en el Reglamento de productos agrarios, con lo cuál no se puede llamar “vino” a ese líquido a pesar de que sea un 99% vino y 1% mosto (llamaremos mosto a la mezcla de zumo de uva, colorantes, edulcorantes y conservantes que permite tener a este líquido el color azul).

Dictamen inmediato del Sr. Juez: multazo de órdago e imposibilidad de comerciar el producto bajo el nombre de “vino”. Según parece, el “anónimo” denunciante puede ser parte interesada del mundo del vino, y no es nada descabellado. Vender 90.000 botellas de Gïk (nombre del producto azul) ha debido escocer al más pintado, y antes de que la cosa se desborde han decidido cortar por lo sano.

Voy a reservarme la opinión de todo este asunto para la próxima entrada, me ha parecido importante esta pequeña introducción para que sepamos todos de lo que estamos hablando.

Y ahora sí, vamos al plato fuerte, nota de cata del vino producto azul “Gïk”:


- Gïk Live (Sin IGP): empezaré por lo más obvio, color azul transparente. A mi parecer está entre un color añil y un azul eléctrico (¡qué pesadilla!). No cabe duda que el color es muy atrayente, es distinto a todo lo que hasta ahora he bebido. Cierto es que en alguna ocasión ha caído una copa de un vodka morado y una ginebra también azul, pero la intensidad de este azul es completamente distinta. En nariz, huele a jarabe de niño, a dulce, muy por lo bajini a frutas blancas, pero muy por lo bajini. En boca…, en boca, sabe a jarabe, es un líquido dulce, no es una mistela o un mosto alicorado, pero casi. Es como esos vinos blancos semidulces que venden a cascoporro en las grandes superficies.

Definitivamente no es un vino para Paula o para mí. No obstante, entiendo que le haga gracia a los más jóvenes, habla su idioma, es novedoso, es atrayente (Sergio estuvo a punto de coger la copa en dos ocasiones), tiene un diseño atractivo, PERO… aunque no podamos hablar de vino per se, lo voy a tratar como tal. 

La etiqueta muy bonita, muy chula, muy graciosa, tiene la cara de un perrito como Uly con dos copas, jajajaja. Información, ninguna, al igual que muchas bodegas importantes de este país. No sabemos que variedad de uva se ha utilizado, no hay atisbo de “añada”; dado que ponen que el vino tiene edulcorantes y colorantes, que menos que informar cuales son. Vale, el colorante azul no lo pueden desvelar porque si no están desvelando su secreto. En su web, sólo se indica que provienen de pigmentos naturales de la piel de la uva, investigando por ahí, los mismos creadores dicen que se trata de antocianina e indigotina (E-132). Como mis conocimientos de ampelografía y química son los que son, no puedo contradecirles. Salvo que ellos hallan encontrado la indigotina de forma natural en los hollejos de la uva, este elemento sólo se encuentra de forma "ecológica" en un arbusto de la familia de las leguminosas, quiero decir, alejada de la vitis vinífera.




En definitiva, es un vino facilón, visualmente atractivo, pero que no va a gustar al que ya beba vino. Es un vino para gente joven, gente que no quiere complicarse la vida eligiendo un vino, al que guste de lambrusco… y que no les importe gastarse 10 € la botella, me parece un precio exagerado para lo que realmente es.


Si os ofrecen una copa, yo me la tomaría, al menos saber de lo que estamos hablando antes de llamar herejes, sacrílegos o terroristas al personal. Después podemos hablar largo y tendido sobre lo mal que nos parece o lo mal que está la juventud, pero para eso os espero en la próxima entrada. Promete.

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