17/12/2013

Mi primera vez

No hay fotografías. Tampoco hay notas manuscritas o grabaciones de voz en mi móvil, aunque mi intención era hacerlo.

Ni fotos, ni notas escritas, ni notas de voz. Nada.

Hace un par de sábados salí de casa a eso de las nueve y veinte de la noche, con un carrito de la compra de la mano, caminando con prisa. No tengo por costumbre llegar tarde a las citas, y mucho menos si soy yo quien fija el sitio y la hora. Y por primera vez en mucho tiempo, llegaba tarde.

Dentro del carrito, que no es que tuviese tracción a las dos ruedas precisamente, baliloteaban dos cajas de cartón. En una de ellas, se podía oír cómo chocaban entre sí unas botellas de vino. En la otra también se oía el tintineo de  seis copas de cristal, de esas que no tienen pie.
No exagero cuando digo que llevo como dos o tres años queriendo realizar una cata de vino con amigos y compañeros de trabajo, pasar un buen rato, charlando e intentando que durante unas horas el tiempo pase sin que en las conversaciones esté el día a día en el curro o las últimas barbaridades (por no decir burradas) que ha dicho tal ministro, tal político; si tal equipo de fútbol ganó o perdió, ni mucho menos si los aspirantes de esos horripilantes concursos de canto y gorgoritos (que tanto detesto) hicieron una muy buena versión de tal canción, aun cuando lo más seguro es que la hayan destrozado. No. Conversaciones casuales entre botellas de vino.

Y a estas alturas de la película no nos vamos a engañar. De conocimientos de vino, pues lo que voy aprendiendo, responder a según qué preguntas puede dejarme en ridículo, nunca sabes si alguien entre el paisanaje sabe algo más que tú y esté dispuesto a corregirte “de aquellas formas”, aunque sinceramente, me preocupan mucho más aquellas personas que se autoinvitan a dar una opinión que nadie le ha pedido en una reunión a la que no se les ha invitado, esos catedráticos del “porque lo digo yo” que a la segunda frase se delatan: prefiero dar mi opinión cuando me la piden y admitir que no tengo ni idea cuando no sé algo.

El caso que llegué unos cinco minutos tarde a mi cita, entré incluso resoplando, uno ya no está acostumbrado a según qué trotes. Allí estaban todos. Yo era el último.
Elegí hacer la cata en un bar cerca de casa, un sitio donde me encuentro cómodo y donde las tapas, siendo de estilo clásico, están realmente buenas: Alium Tapas, totalmente recomendado. Y si os gusta el arroz, creo que os merece realizar una visita al local. El arroz negro está extraordinario.


Por fin pude organizarme un poco, sacar las botellas y presentarlas. En esta ocasión probamos tres vinos: un blanco, un rosado y un tinto joven. Mi idea era maridar esos vinos con las tapas que pidiéramos, intentando romper un poco los binominos carne/tinto y pescado/blanco, aunque no me quise alejar del todo, al menos en esta primera toma de contacto.

Comenzamos probando el rosado con una cazuela de almejas y langostinos con jamón. El vino elegido fue Losada 5 Rosas, un vino rosado de la zona del Bierzo, hecho con la uva típica de la zona: la Mencía. Bonito color rosáceo, para mí que tiraba hacía carmines aunque hay quien opinó que tiraba hacia un ligero lila. Olor a fresas, golosinas, piruletas, dulzón, casi casi como al temible lambrusco apuntaban por allá. Bueno, para empezar, no está mal. Quería que la gente perdiese el miedo a realizar una cosa tan poco seria como una cata, les pedí que hablaran sin miedo a equivocarse, “¿qué olor es el que te viene a la mente?”, para poder posteriormente diseccionar esos olores.
En boca, como comprenderéis, un vino algo carameloso, frutas rojas (fresas, guindas…), un poco de aguja, aunque muy fina. Maridó estupendamente con el plato.



Pasamos al blanco. Como os imaginaréis, aposté por un verdejo de la zona de Rueda, un verdejo de uvas de Medina del Campo, de uvas cercanas al pinar donde tantas mañanas de sábado nos llevó nuestro padre cuando éramos pequeños. De un bonito color amarillo, limpio, transparente, con esos reflejos verdes en las paredes de la copa. Olor a flor blanca, albaricoques, ni melocotón ni ciruela verde, no, albaricoques e hinojos. Algún balsámico..¡miel! dijo alguien. Ea, no se diga más. Un trago… redondo, sedoso, cubre la lengua y la garganta conforme baja al estómago. Notas anisadas, pero a la especia, no al licor. Tremendo. Elegí en esta ocasión unas berenjenas fritas y una tempura de verduras, algo carnoso y de sabores que vienen de la tierra. Creo que maridó mejor con la tempura, pues la berenjena tenía un poco de miel de caña y quizás este sabor tan dulce se arrastraba por toda la boca, falseando el sabor del vino. Sin embargo, la tempura matizaba muy bien el dulzor natural del pimiento y la cebolla con la acidez del vino. Me siento orgulloso de que, al fin, en Medina se haga un buen verdejo, y encima ecológico.







Finalizamos la cata con un vino de la Ribera del Duero, de la zona de Burgos, un clásico en casa.Milù 2.012 es un tinto un poco como los de antes, de los de pueblo. Tiene un color granate, oscuro, pero que al borde de la copa se desvanece en colores morados. Aromas a frutas maduras, especiadas, yo noté algo de mineral y caramelo (de esos toffes que se te pegan al cielo del paladar). En boca, sensaciones contradictorias. La primera botella desplegaba toda la fruta, sabroso, un sabor que combinó a la perfección con unas carrilleras al PX, jugaba la juventud de un vino descarado con un plato contundente. Sin embargo, la segunda botella que abrimos, tenía un poco más de acidez, no molestaba dada la contundencia del plato, pero no terminó por ser del gusto de alguno de los comensales, no obstante, es lo que tienen algunos vinos jóvenes: alguno sale un poco más fresco de la cuenta.






Fue una buena cata, buenos vinos, buena comida y mejor compañía. Espero no tener que tardar otros tres años en poder realizar otra cata.

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Actualización a 31 de Diciembre.

Hace unos días nos hemos enterado de que Alium Tapas ha cerrado, esperamos que no sea de una forma definitiva, es una pena que un proyecto en el que se le ponen ganas, trabajo y buen servicio se vea abocado a echar el cierre. Esperamos y deseamos que en breves fechas volvamos a poder encontrarnos con la gente de Alium Tapas, si no es en el mismo sitio, al menos que sea en otro proyecto, ¡¡¡MUCHA SUERTE!!!

4 comentarios:

  1. Nada de esperar tanto tiempo... ya estamos poniendo fecha para otra!!... y mira los cuadrantes para que me coincida en días de descanso!

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    1. pptines, yo por mi la hacíamos todos los fines de semana, aunque dudo que Flequi compreneda que tenga que presentarse todos los domingos por la mañana a suplir servicio y Pepito de operador....

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  2. Buena elección el Verdejo, pero un rosado la cazuela y almejas a mi gusto atrevido. Felicidades por el blog.
    No se corte en pasarse por el mio : http://tali-vinos.blogspot.com.es/

    Un saludo

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    1. Shursergi, bienvenido. Precisamente lo que buscaba con la combinación del rosado con la cazuela era sorprender. El rosado, aunque tenía una punta de dulce, tenía una acidez aproximada a la de un blanco, como cuando comes esas fresas a principio de temporada, que sin que estén del todo maduras, tienen una acidez que refresca toda la boca. Yo te animo que hagas al prueba. Un saludo.

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