08/11/2013

Bodegas Divina Proporción

Decíamos ayer, sobre una visita a un trozo de mi tierra en pleno centro de Sevilla, de catar viandas y beber vino, más de lo segundo que de lo primero, para que nos vamos a engañar. Hubo una muy buena representación de casi todos los rincones de La Meseta, pero de entre ellas merece la pena destacar una.

Los vinos de Toro siempre han pasado por ser vinos “cabezones”, densos, muy alcohólicos, al punto de que si alguien tenía valor para beberse dos vasos de una sentada, nada más levantarse acababa en el suelo. Muchas veces el trago pasaba medio qué, si se rebajaba con gaseosa. Pero todo esto ha cambiado. Desde finales de los 90, Toro ha vivido una revolución en torno a su uva, ha pasado de dar vinos bastos y cabezones a vinos tremendamente sabrosos y muy aromáticos. De hecho, muchas de las grandes bodegas españolas han puesto sus ojos en esas viñas, y algo deben de tener esas viñas cuando, a día de hoy, el vino más caro de  España sale de esas tierras.

Pero bajando de nuevo al mundo terrenal, dejad que os hable de una de esas bodegas que lo están haciendo muy bien en tierras zamoranas.

No llega a hacer hoy un año, Paula y yo no teníamos muchas ganas de hacer la cena y ya que estábamos en la calle, decidimos probar suerte a ver si en uno de nuestros restaurantes secretos, donde sabemos que se trata al vino como se merece, tenían mesa libre para dos, cosa poco habitual porque el local, sin ser grande, siempre está lleno a partir de las 10 de la noche. Su dueño, que a fuerza de ir un montón de veces ya nos conoce, a la hora de pedir de beber me recomendó un vino que se llama Encomienda de la Vega. “Te va a sorprender este Toro”.

Recuerdo haber metido la nariz y ser aquello una especie de terremoto. Cuando de repente empiezas a reconocer olores a frutas negras, grosellas, esas moras del árbol de la piscina de mis tíos en Medina, olores, casi perfumes que tenía olvidados, pufff, me vinieron recuerdos de cuando era pequeño. Fue un instante, pero intenso, tuve que pasar la copa a Paula, porque sin llegar a saturarme, tenía inundada la nariz de olores. “Este vino tiene una pinta estupenda” recuerdo que le dije. Y mira que Paula es guapa cuando sonríe, pero la sonrisilla que puso al oler ese vino ya me dio la pista definitiva de que nos encontrábamos ante un gran vino.

Cayeron tres copas de vino esa noche, me quedé con el nombre del vino y de su bodega, Divina Proporción.     



Al día siguiente me puse a buscar por Sevilla ese vino, saber en qué tienda podría estar… Ninguna… Imposible que haya pasado inadvertido…Tenía el teléfono de un mayorista que lo llevó al restaurante, pero yo solo quería un par de botellas, no quería verme en la obligación de tener que coger vino por cajas, no sin saber si realmente estaba ante un gran vino o si la noche anterior me había dejado llevar.

Durante un tiempo seguí la pista de la bodega, hasta que me enteré que la bodega participaba en la feria Tierra de Sabor de Sevilla.

No tardé mucho en localizar el puesto de la bodega, con mucha gente alrededor pidiendo vasitos para catar el vino. Pude hacerme un pequeño hueco, pedir mi vasito y presentarme. Llevaba ya la idea de llevarme alguna botella y salí de allí con tres, no sin antes haber conversado con los simpáticos responsables del puesto, que con todo lujo de detalles, mientras ponían vasos al público, me contaron un poco la corta trayectoria de una bodega que se reinventa a sí misma todos los días. Es cierto que las bodegas han dejado de ser herméticas, se han abierto a los amantes del vino, pero ellos han decidido dar un valiente paso en este tiempo y abrirse del todo, mostrar su interior, el de sus vinos y el de su tierra. Por un módico precio, puedes probar sus vinos y quedarte a comer en su restaurante, cosa que estoy deseando hacer en cuanto tenga ocasión.


¿Los vinos? Una auténtica pasada, todos ellos hechos con la uva autóctona de Toro.

Hay quien considera a la Tinta de Toro un clon del Tempranillo que se ha adaptado al terreno de esta ciudad zamorana. Puede ser, ambas comparten la misma genética, pero al igual que mis hermanos y yo tenemos la misma carga genética, cada uno de nosotros tenemos nuestras virtudes, nuestros caracteres y nuestras pasiones, cada uno de nosotros es tan distinto a los otros en tanto Cris se parece a Javi lo mismo que él se parece a mí. 
Tiene sentido que esta bodega, jugando con la viña, el terreno y la madera se llame Divina Proporción.

De  Encomienda de la Vega os acabo de hablar hace un momento, es un vino genial para comenzar a descubrir olores y texturas, un vino que sirve para el copeo con los amigos, algo informal pero para quedar muy bien.

Unos días después (no pude resistirme), probé el Abracadabra, un vino algo más serio, estructurado y potente, un vino que pide a gritos un buen chuletón, lechazo o cochinillo. Digo serio porque ya el olor de la fruta deja de estar tan matizado y pasa a “jugar” con olores de maderas, de tiza, mineral. En boca se nota esa potencia, quizás al que no esté acostumbrado a beber aún tinto le puede resultar algo agresivo, pero es un vino que invita a pedir una segunda (y una tercera) copa.

Y aunque tenía el firme propósito de guardar la tercera botella para navidad, terminó por caer Madremíaso excusa de que era el único vino tinto de mi cava. Es un vino que va a gustar a los que siguen las enseñanzas de Parker, un vino con 92 puntos Parker por menos de 12 euros, ahora vas y lo tuiteas…
Pensando que sería un vino más de reserva, me encuentro a un vino que está a medio camino de los dos anteriores. Es un vino en el que siguen destacando los olores y sabores a frutas, quizás algo más de compota y de licor, aunque están ahí esos olores a madera fina, por un momento pensé en haber olido algo de sándalo, un vino moderno pero con raíces en el pasado.


Y justo cuando estoy escribiendo esta entrada, me entero de que han sacado un nuevo vino, 24 mozas, que tendré que buscarme las cosquillas para poderlo catar. Espero que no tenga que esperar tanto tiempo como la última vez. Quizás la próxima vez que vaya para el pueblo, saldré con algo más de tiempo, y una vez que llegue a Alaejos, en vez de coger el cruce a la iquierda en dirección a Medina del Campo, tendré que cogerlo a la derecha, dirección a Toro.

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