Tierra de Sabor

Hay quien dice que una de las cosas más complicadas a la hora de ponerse a escribir, es enfrentarse al blanco de una hoja, limpia, esperando a que comiences a garabatear eso que te está bullendo en la cabeza. Casi todos los escritores han tenido que recurrir a sus musas para afrontar el reto, para algunos la musa se llamaba vino, whisky o absenta, pero cuando escribes (o al menos lo intentas) sobre vino, la cosa se complica un poco más. Alguna vez he sentido la tentación de hacerlo con un gin-tonic al alcance de la mano izquierda, pero si normalmente se me va la pinza cosa mala, imagínense ustedes cual puede ser el resultado de mezclar taninos con botánicos (¿alguien puede decirme que narices son los botánicos en una ginebra?).

Hace ya unas semanas de todo esto. En pleno centro de Sevilla se instaló un cachito de mi tierra natal, solo por un fin de semana, pero ¡qué fin de semana!.

Tierra de Sabor es una iniciativa que trata de mostrar al gran público las excelencias de los productos de Castilla y León, sus carnes, sus quesos, sus frutas y hortalizas, y si, sus vinos. Me puse loco de contento al saber que durante al menos unos días iba a tener la oportunidad de probar cosas que echo de menos el resto del año, y no es que aquí en Sevilla se coma mal o no haya productos de calidad, al contrario, los hay y muy buenos, pero perdonadme que esta ocasión sea un poco chovinista y tire hoy un poco más al lado del Duero del que vengo.

De esta guisa salí tras haber recorrido todos los puestos de las distintas bodegas que acudieron a Sevilla. Eche mucho de menos que no hubiera alguna más, alguna más de Rueda (estaba solo Hermanos Lurtón, que nos surtió de un buen verrdejo), me faltó algo de Cigales, eché de menos algo de los Arribes, de Valtiendas, de Cebreros…, aunque para eso hubiera hecho falta toda la Plaza Nueva para albergar a todas las bodegas (lo cual no deja de ser una buena idea para el futuro que dejo ahí, para el que quiera cogerla…)