(Entrada publicada el 17 de marzo de 2012)
Bueno, tenía un poco abandonada esta parte del blog, y no será porque no hayamos ido a más sitios o no hayamos probado otros caldos, qué va...
Pero tenía especial interés por este sitio, pero antes de nada, una aclaración.
La Azotea tiene dos restaurantes, el que nos ocupa en la calle Zaragoza, y otro en la calle de Jesús del Gran Poder, si bien este último tiene una tienda de vinos de los mismos propietarios justo al lado, y que dentro de poco tendré que ir a bichear.
La Azotea es un nuevo restaurante, pequeño pero coqueto, moderno, que lo puedes disfrutar bien desde la barra o desde la mesa. En cualquiera de los dos casos, conviene ir con cierta antelación ya que no aceptan reservas y os puedo asegurar que se llena en poco tiempo. Nosotros por ejemplo, nos presentamos a eso de las nueve y cuarto de la noche y nos quedamos con la última mesa. La barra no corre mejor suerte y es posible que cuando llegues, los taburetes también estén ocupados.
Tanto en la barra como en la mesa puedes disfrutar de los mismos platos, si bien en la barra tienes la opción de comer por tapas, con lo que puedes picotear un poco de todo.
Hay una carta fija con platos que mezclan muy bien lo antiguo y lo moderno; y lo combinan con una serie de platos de temporada fuera de carta, lo que hace que cada visita no sea siempre lo mismo (variedad, ese es el secreto para todo en la vida, ¿no?)
Tienen también marisco de temporada, cada uno que elija lo que más le guste, pero ya que vais, aceptar no esta recomendación, si no obligación: las coquinas. No están buenas, están lo siguiente a cojonudo. Y si te las comes con un Reina de Castilla Sauvignon, ya puedes morir tranquilo.
Si que os advierto que las raciones y medias raciones no son tan grandes como nos gustaría, te comes media ración y tienes sensación de que te falta algo, quizás está algo descompensado el precio con la cantidad, salvo con las coquinas, que curiosamente pasa lo contrario.
Ayer tomamos la dorada salvaje (extraordinaria), steak tartar, si, carne cruda, pero que estaba buenísimo y unas albóndigas de cordero.
Pero vayamos a lo que nos interesa:
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Blancos |
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Tintos |
Sé que la calidad de las fotos no son muy buenas, es lo que tiene hacer fotos desde el móvil.
De blancos, la verdad es que abusamos de chovinistas y nos pedimos los dos blancos de Rueda, pero vamos a ser serios, no fallamos. El Reina de Castilla Sauvignon, tremendo, un olor a frutas tropicales increible, y de sabor.... buffffffff. Pero es que el Villa Narcisa verdejo estaba aún mejor, todo fué acercarme la copa a la nariz y venir a mi cabeza mi pueblo. Ahí está el olor a cítrico, ahí el herbaceo, ese toque de manzana... y de sabor escandaloso, creo que, dentro de los verdejos, de lo mejor que he probado en tiempo.
En cuanto a los tintos, que alguien diga del tirón el nombre del segundo.... suena a africano ¿verdad?. Y yo que soy tonto, voy y me lo pido... acierto total. Es un Jumilla monastrell muy sabroso, redondo, con mucha fruta... y hecho en la provincia de Albacete... espérate que al final en La Mancha van a saber hacer vinos. Tiene un color rojo violaceo muy bonito, transparente, y en la nariz aparece esa fruta, especias, algo de pizarra (si, el curso de cata me ha venido muy bien).
Otro que probamos fue un Cigales, el 13 cantaros, un tempranillo que si hubiera probado en primer lugar me hubiera despertado más sensaciones. Está muy bueno, un colorcito rojo teja, fruta madura en nariz, muy bueno y correcto, pero la verdad es que la impresión del Wrondo Dongo eclipsó al 13 cantaros. No queda más remedio que realizar una recata...
Si queréis ir:
La Azotea. Calle Zaragoza, 5 41001 Sevilla
Teléfono: 671 496 579
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(Actualización a 31 de mayo de 2013)
Hemos vuelto unas cuantas veces a La Azotea, la comida sigue siendo de escándalo, al igual que la carta de vinos. Sorprende que con la crisis que estamos atravesando, el local esté lleno y con gente esperando en la calle para poder entrar a comer en una mesa o en la barra. Es verdad que el local es pequeño y que enseguida se llena, que la gente se quede en plena rue con una copa de la mano, a la vista de todo aquel que sube o baja la calle Zaragoza, es un aliciente, ¿cómo de bueno tiene que ser la cocina para que la gente no le importe hacer cola en la calle?
Hace ya un tiempo que no nos acercamos por allí, y aunque no es tiempo de coquinas, bien merece una visita a comprobar que novedades hay en la carta de vinos.
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