11/09/2021

¿Y si nos estamos equivocando? 1ª parte.

 

Autor: ronleishman


Se habla mucho, mucho del consumo del vino, que si esto, que si lo otro, que si antes bebíamos más, que no sabemos valorar lo que tenemos, que si las nuevas generaciones, que si el terroir, la mineralidad, las microparcelaciones, los vinos baratos, la moda vegana, el vino natural y el SO2, el vino en lata, los #winefakers y los “concursos” de vinos (de esto tenemos que hablar otro día sin falta), etc.

Hablamos del consumo de vino, hablamos de consumo de cerveza, de cómo (según algunos) estamos sustituyendo el “tradicional” consumo de vino por otro que no tiene alma, que no tiene tradición y que no tiene arraigo histórico. Me pregunto si alguna vez bajan a un bar o si echan un vistazo a las cifras de consumo por habitante de ambas bebidas.

El consumo de vino, al menos en España, está demasiado romantizado, se le ha dado y se le insiste en dar un halo de cultura y patrimonio, que en mi opinión, no tiene. Si pudiéramos viajar en el tiempo, situarnos en cualquier bar/tasca/mesón de la primera mitad del s.XX en España, sería bastante complicado pedir que te sirvieran un botellín de cerveza, no digamos ya que te sirvan una cerveza de grifo; lo más probable es que te pidieras un vino, generalmente de la misma zona de donde te encontraras, quizás algún vino de Jerez o de la Rioja, si acaso, o algún licor o bebida local.

Lo que quiero decir es que esa tradición de vino no es realmente una tradición, es que no había otra cosa, se podría decir que el consumo de vino fue prácticamente un monopolio, incluso la gran mayoría de aguardientes y destilados provenían del vino o derivados, sería realmente curioso saber qué es lo que bebía alguien que no le gustara el vino, aparte de agua, claro.

El vino ahora se está enfrentando a otras bebidas, y en ese enfrentamiento tiene casi todas las de perder (y de goleada). Entras en cualquier bar, da igual que sea el que tienes debajo de casa, que el del chiringuito de la playa o de un restaurante finolis, raro es el que no tiene uno o dos grifos de cerveza y/o botellines de cuarto, de tercio… de una o varias marcas, incluso últimamente te puedes encontrar con distintos estilos de cerveza, y lo que es más sorprendente, las cerveceras industriales se han dado cuenta, y de momento, han apostado por sumarse a ese carro. Vas a un hipermercado, y lo mismo, ¿cuántos lineales de cerveza había antes, cuántas marcas distintas había, cuántos estilos?

 

El vino lleva confiando en la vuelta del hijo prodigo unos 35 años. Siguen esperando a que los consumidores se den cuenta de que, ¡oh, maravilla!, el vino, esa bebida sagrada está ahí y yo quiero tres botellas, en serio, hay gente que espera que el consumo aumente por arte de birlibirloque, porque si hay algo que está claro, es que el mundo del vino es tremendamente inmovilista.

Ya en alguna ocasión hemos hablado del “relato” del vino, de cómo se repiten incesantemente las mismas palabrerías de acercar el vino a los jóvenes, utilizar un lenguaje menos técnico, que sea parte de la dieta mediterránea y bla bla bla; el 95% de las entrevistas a bodegueros, enólogos, sumilleres, variopintas gentes que “saben” de vino, siempre está la preguntita de “¿cómo acercaría el vino a lo más jóvenes?” y todos, y digo TODOS, sueltan la misma retahíla, y los que éramos jóvenes lechones en el 2000 escuchamos las mismas respuestas que escuchan los tiernos corderetes del 2021. No funciono antes, ahora menos.

¿Se puede recuperar el consumo de vino de antaño? Ni en el sueño más húmedo del mayor de los optimistas. Primero, porque antes se bebía lo que había, segundo, porque lo que se bebía (en el 90% de las ocasiones), eran vinos de una calidad mediocre, y aquí me voy a parar un poco. Vino bueno y de calidad lo bebían antes y ahora quienes lo han podido pagar. Los bares y tascas de nuestros abuelos, ni de coña servían un vino de una calidad y salubridad a la que pueda tener hoy en día un vino de 2€, y todos sabemos la calidad que tienen esos vinos. Si se gastaban algo más de dinero por un vino mejor, era cuando había dinero, se podía hacer ese gasto y normalmente era por alguna celebración extraordinaria, pero eso pasaba en el S.XX y en tiempo de los romanos y los griegos. Ahora hay una mayor masa de la sociedad que puede permitirse pagar algo más por el vino, a pesar de lo que dicen los lineales de los súper e hipermercados, pero ahora se puede elegir qué mediocridad podemos llevar a casa, y sinceramente, puestos a elegir mediocridad, solemos comprar la más barata y accesible.

Tercero, bueno, esta razón la dejo para la segunda parte, que ya os he aburrido bastante.

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