Llevamos el Abogado
y yo dos semanas intentando ponernos de acuerdo para escribir esta entrada, no
logramos dar con el tono exacto para expresar nuestra idea. Para cuando lo
hemos logrado, nos ha quedado demasiado paternalista, y si no somos tan paternalistas,
nos ha quedado largo de cojones, seis páginas.
Un momento, termino la biblia y me pongo con lo vuestro.
La idea central es nuestro asombro y cabreo por cómo se
expanden mentiras, bulos, informaciones tergiversadas sobre el vino, como
muchas bodegas, IGPs, periodistas, aficionados…, difunden una noticia sin
siquiera leerla, ya no digamos contrastarla ni mucho menos contextualizarla (o
comprenderla). Hasta aquí, los dos de acuerdo.
¿Cuál es el debate? En qué hacemos con toda información
falsa o tergiversada que llega a nuestras redes.
Uno de nosotros, cree que las mentiras caen por su propio
peso a lo largo del tiempo, que la gente es lo suficientemente inteligente en
diferenciar lo que es una patraña de la verdad, y que aquellos quien sólo se
limita a retuitear, a compartir mentiras y rebatir verdades, finalmente se crea
una imagen y una reputación de falso, de mentiroso, de una falta de crédito y
rigor.
El otro, cree que esas mentiras hay que combatirlas, que
si llegan a tu alcance y ves que se expande como una mancha de aceite, hay que
rodearlas, decir claramente porqué es mentira, y si hace falta, evidenciar
(desde el respeto) al mentiroso, porque al final tanta mentira, tanta
manipulación, ahoga a la verdad o la deja irreconocible, oculta.
Pero, claro, al final estas mentiras, estas medias
verdades sirven a algo, tienen un objetivo.
Ayer se volvió a difundir
que el vino es bueno para prevenir ataques al corazón, según un estudio
de Harvard, en el que se dice que la ingesta de polifenoles es beneficioso para
el corazón. ¿Qué bebida tiene cierta concentración de polifenoles? Bingo, el
vino, y así lo reconoce el propio estudio. Pero el estudio también tiene una
nota que te dice que no vale sólo con la ingesta “moderada” de vino, si no que
te vale siempre y cuando tengas una dieta determinada y un estilo de vida
saludable, vamos, que si estás tiradazo en el sofá poniéndote morado a
palomitas mientas ves del tirón una serie de tropecientos capítulos, beber vino
no va a reducir el riesgo de quedarte moñeco un día de estos, más pronto que
tarde.
Tía Angustias y la Rogelia bajando el colesterol.
Esto no lo vayas a buscar en el artículo, no lo pone, NO
INTERESA. Pero la revista en cuestión ya ha colado el artículo, ha logrado 32.000
visualizaciones. Cuando lees el artículo, te saltan varios anuncios con los que
se financia la misma (curiosamente, uno de ellos es sobre carne ultraprocesada,
uno de los factores que el estudio de marras dice que influye en contra de la
salud cardiovascular); y te pone el enlace del estudio (en inglés). No faltan a
la verdad, no dicen toda la verdad.
De la revista salta a las bodegas, oigan, producimos un
producto que es bueno para la salud, te protege el corazón. Y punto. ¿Han leído
las bodegas el estudio?
Ni flores, tampoco interesa. Lo que interesa es difundir
que el vino es bueno para la salud, que lo ha dicho tal revista, que lo ha
dicho Harvard.
Conclusión, difundir una mentira o medias verdades es
potencialmente interesante para hacer negocio, no es fundamental, pero sirve
para diferenciarte de otras bebidas alcohólicas que no pueden decir que son tan
sanas.
De momento.
(Estudios sobre los beneficios del chupito de hierbas esperando su turno)
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