15/11/2020

De antiguas piedras y anclas oxidadas (III): miente, que algo queda.

 

Llevamos el Abogado y yo dos semanas intentando ponernos de acuerdo para escribir esta entrada, no logramos dar con el tono exacto para expresar nuestra idea. Para cuando lo hemos logrado, nos ha quedado demasiado paternalista, y si no somos tan paternalistas, nos ha quedado largo de cojones, seis páginas.

 

Un momento, termino la biblia y me pongo con lo vuestro.

La idea central es nuestro asombro y cabreo por cómo se expanden mentiras, bulos, informaciones tergiversadas sobre el vino, como muchas bodegas, IGPs, periodistas, aficionados…, difunden una noticia sin siquiera leerla, ya no digamos contrastarla ni mucho menos contextualizarla (o comprenderla). Hasta aquí, los dos de acuerdo.

¿Cuál es el debate? En qué hacemos con toda información falsa o tergiversada que llega a nuestras redes.


Uno de nosotros, cree que las mentiras caen por su propio peso a lo largo del tiempo, que la gente es lo suficientemente inteligente en diferenciar lo que es una patraña de la verdad, y que aquellos quien sólo se limita a retuitear, a compartir mentiras y rebatir verdades, finalmente se crea una imagen y una reputación de falso, de mentiroso, de una falta de crédito y rigor.

 

El otro, cree que esas mentiras hay que combatirlas, que si llegan a tu alcance y ves que se expande como una mancha de aceite, hay que rodearlas, decir claramente porqué es mentira, y si hace falta, evidenciar (desde el respeto) al mentiroso, porque al final tanta mentira, tanta manipulación, ahoga a la verdad o la deja irreconocible, oculta.

Pero, claro, al final estas mentiras, estas medias verdades sirven a algo, tienen un objetivo.

Ayer se volvió a difundir que el vino es bueno para prevenir ataques al corazón, según un estudio de Harvard, en el que se dice que la ingesta de polifenoles es beneficioso para el corazón. ¿Qué bebida tiene cierta concentración de polifenoles? Bingo, el vino, y así lo reconoce el propio estudio. Pero el estudio también tiene una nota que te dice que no vale sólo con la ingesta “moderada” de vino, si no que te vale siempre y cuando tengas una dieta determinada y un estilo de vida saludable, vamos, que si estás tiradazo en el sofá poniéndote morado a palomitas mientas ves del tirón una serie de tropecientos capítulos, beber vino no va a reducir el riesgo de quedarte moñeco un día de estos, más pronto que tarde.

 

Tía Angustias y la Rogelia bajando el colesterol.

Esto no lo vayas a buscar en el artículo, no lo pone, NO INTERESA. Pero la revista en cuestión ya ha colado el artículo, ha logrado 32.000 visualizaciones. Cuando lees el artículo, te saltan varios anuncios con los que se financia la misma (curiosamente, uno de ellos es sobre carne ultraprocesada, uno de los factores que el estudio de marras dice que influye en contra de la salud cardiovascular); y te pone el enlace del estudio (en inglés). No faltan a la verdad, no dicen toda la verdad.

De la revista salta a las bodegas, oigan, producimos un producto que es bueno para la salud, te protege el corazón. Y punto. ¿Han leído las bodegas el estudio?

Ni flores, tampoco interesa. Lo que interesa es difundir que el vino es bueno para la salud, que lo ha dicho tal revista, que lo ha dicho Harvard.

 

Conclusión, difundir una mentira o medias verdades es potencialmente interesante para hacer negocio, no es fundamental, pero sirve para diferenciarte de otras bebidas alcohólicas que no pueden decir que son tan sanas.

De momento.

 

(Estudios sobre los beneficios del chupito de hierbas esperando su turno)

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