¡Ay madre mía! Yo sabía que esto de ser padres era complicado y cansado, que el poco tiempo libre que te queda se lo tienes que dedicar, también, al niño o a sus pañales o a sus biberones o a la madre que lo parió (literalmente). Lo que antes tardabas media hora en hacer, ahora se complica de modo y manera que tardas tres días.
El pequeño Sergio, el cual de momento desconoce el concepto de “horario”, poco le importa que quieras cambiar un poco la imagen del blog, o que estés pensando alguna entrada curiosa, o que estés liado haciendo unos mapas. No. El bibe es el bibe y aquí no hay más que discutir. Ya no te digo nada cuando la cuestión no va con el bibe y hay que dejar lo que estés haciendo, sea lo que sea, cuando suenan todas las alarmas y hay que activar la Operativa Cacota. Sálvese quien pueda.
Pero cuando tu paciencia hace tiempo que se agotó, que tus fuerzas solo te dan para moverte un paso al frente más, cuando tus ojeras son distinguibles por cualquier astronauta que se asome por la ventanilla de la Estación Espacial Internacional; en ese momento preciso, Sergio abre la boca y sonríe.
Se ríe, quizás se ríe de papá y de mamá, que ya no se sienten cansados ni ya les duele nada, aunque solo quieren irse a la cama, un ratito, media hora, nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por motivos ajenos a mi voluntad, os informo que todos los comentarios tienen que ser moderados.
Salvo que dichos comentarios incluyan insultos o cualquier amenaza (física o verbal) contra las personas o cosas, serán publicados a la mayor brevedad posible.
Muchas gracias.