25/03/2014

Nos toman el pelo ¿no?

Sé que no debiera asombrarme, pero lo hago. En este país se nos da de maravilla identificar problemas para luego no poner remedios, y si existe el remedio, mejor lo tapamos. O mejor aún, desprestigiamos la solución y crucificamos al inventor de la misma. Aquí vivimos y bebemos por ver la paja en el ojo ajeno,  sacar el ojo de la paja, que es más difícil, pero mucho más divertido, más que nada porque el ojo suele ser el de otro, y encima  el tuerto no tiene siquiera derecho a quejarse de que le escuece la herida.

Estoy bastante harto ya de que tanto presidente de consejo regulador, de tanto periodista entendido, de tanto bodeguero endiosado  (alguno de ellos en caída libre desde las alturas del Olimpo) lamentándose del bajo consumo de vino en España. Harto de tanta literatura barata, de tantos (estúpidos) argumentos que sostienen una situación artificial  que ellos mismos, directa o indirectamente, han creado.

Hace unos días, salía  esteartículo en El Mundo Vino, en el que da noticia de un encuentro entre bodegueros y un representante del Ministerio de Agricultura con el fin de crear alguna campaña con el fin de dar de conocer los vinos de España al mercado internacional. En sí, me parece hasta bien, muchas bodegas subsisten porque más del 50% de sus ventas salen al extranjero, si bien este porcentaje pude ser muy superior.

Pero, ¿por qué no se pone ese mismo interés en demostrar a “los de casa”’ lo bueno que está el vino? Insisto, es importante para muchas bodegas darse a conocer fuera, pero no veo motivo alguno para que no se puedan hacer las mismas campañas en España, o ¿es que no interesa?

El Ministerio de Agricultura propone llevar vinos de cierta calidad a Europa aprovechando la existencia de franquicias que explotan la moda de las tapas y pinchos fuera de nuestras fronteras, mientras que los bodegueros prefieren apostar sobre seguro y que sean cocineros españoles de relumbrón quienes den a conocer las virtudes de nuestros vinos cuando realicen sus trabajos fuera de su casa.

¿Qué demonios pasa, esto mismo no se puede hacer de puertas para adentro? Vale que quizás los restaurantes de comida rápida no se puedan encontrar vinos de una calidad muy grande, y que cenar en restaurantes que aspiran a estar (o incluso están) en la guía Michelín se sale de la mayoría de nuestros presupuestos, pero ¿no puede haber un término medio?, sobre todo cuando estas “campañas” pueden estar “subvencionadas” con dinero público, es decir, de nuestro bolsillo.

No, aquí solo se plantea que la única forma de alentar el consumo sano de vino español sea a través de una más que probable nuevo impuesto al vino, que por muy reducido que sea, este seguro que pasa a pagarlo el consumidor habitual.

Pero mientras aquí nos rasgaremos las vestiduras, diremos que hemos perdido nuestra identidad cultural, lamentaremos el hecho de que no estamos dispuestos a pagar más por más calidad y que somos un país inculto.


Eso sí, podremos aprovechar en una visita a Londres, París o Roma para tomar un montadito de lomo al whisky con una copita de un buen vino español a un precio de risa.

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