10/09/2012

A la última.

(Esta entrada se tenía que haber publicado el pasado viernes 7 de Septiembre)


No me resisto a comentar la última moda que se ha impuesto en algunos locales high class y que empiezo a ver en algún que otro restaurante "finolis" .

Entramos en el local, nos atiende un educado camarero que nos ofrece la carta con los platos y otra con la de los vinos. Mucha marca, mucho prestigio y mucho dinero; varios vinos franceses e italianos, alguno norteamericano. Tenían vino por copas aunque no conocía ninguno de ellos, excepto el blanco. No estaban mal, aunque tampoco eran para tirar cohetes, pero bueno, nos habían invitado a cenar y tampoco era el momento de ponerse en plan pedante.

Volvemos a pedir de beber y nos atiende otro camarero que parecía algo más entendido en vinos, salieron a relucir marcas y gustos, y sería que tendrían que hacer caja porque no hacía más que insistir en que nos pidiéramos una botella, que estaba muy bien de precio, que si esto, que si lo otro. Ya un poco harto, pero con educación, le comenté que sí, que muy buena bodega pero que a razón de 45€ la botella y sin conocer el vino, pues como que no me arriesgaba a pedirla. En esto que me sale que sin problema, que el próximo día podría traer yo un vino que conociera y que lo catábamos todos. Al principio me lo tome a broma, bueno, me lo quise tomar a broma porque el tío se estaba poniendo pesado y borde; pero resulta que es un servicio que ofrece el restaurante.

No me había fijado que en la última página de la carta de vinos y en varios carteles dentro del restaurante, animaban a la clientela a traer su propio vino a un coste de 6 € en concepto de descorche, IVA aparte.

¿Lo qué??? Ya entré al trapo. Vamos a ver, a ver si yo lo entiendo: yo traigo mi vino, mi vino que es mío, que me lo he pagado, o que me lo han regalado, o que se me ha caído "accidentalmente" en una bolsa... y si quiero traerlo aquí para beberlo tengo que pagar 6 euros. 

Entiendo que si un día quiero impresionar a los colegas, o descolgarme con una rareza, un vino nuevo que he encontrado y que no se vende en demasiados sitios, o directamente, que no lo tienen en un sitio en cuestión, ya te digo, entiendo que quieras cobrarme una cantidad más o menos simbólica porque al fin y al cabo utilizo tu menaje o incluso te voy a pedir una cubitera con hielo, que supone un coste determinado, pero que en cualquier caso no supera los 6 €. Es más. Ya en casi toda la hostelería te cobran una cantidad fija por persona en concepto de "servicio" o de "pan", cantidad que varía entre uno y tres euros. 
Si nos sentamos a la mesa cuatro personas, este concepto de servicio nos va a costar entre cuatro y doce euros, aun cuando el pan en la gran mayoría de los casos es el mismo que compras tú en la tienda de al lado, y que en muchos sitios, es el mismo pan del día anterior o que la bolsa con los picos o las regañás están ya un poco pasadas; ya no te digo nada cuando en nombre de servicio te toca un camarero, digamos, poco eficiente o poco educado.
Con esto quiero decir es que desde el momento en el que te sientas a la mesa ya me estás cobrando por el mero hecho de sentarme y de que tu me sirvas, entiendo que si yo llevo mi propia bebida, tu dejas de percibir lo que yo me iba a gastar en bebida y quieras compensar parte de la perdida cobrándome el descorche, que en sí, no es más que euro y medio por persona en una mesa para cuatro personas. El chocolate del loro, vamos.

Pero voy a dar una vuelta de tuerca, me presento en tu local con una botella de vino que tu tienes en tu bodega, perdón, en tu enoteca; y que a mí me ha costado 7 € en una tienda y tu me la cobras en tu local -la misma botella, de la misma añada, a la misma temperatura- 15 euros. Evidentemente, los siete euros de la botella más los seis euros del descorche, hacen trece euros, dos menos por el que tú me la vendes, puede parecer despreciable. 

Pero pongamos por caso una botella que a mi me cuesta 18 € y tú la vendes a 30 €, ya hay una diferencia de doce euros, recuperas seis con lo del descorche y puedes llegar a pensar que además te ahorras una botella de vino que puedes servir en otra mesa, pero ¿y si hacen lo mismo que yo, pongamos, tres clientes a la semana, cuatro semanas al mes? Cada mes estás dejando de vender 12 botellas, o lo que es lo mismo, una caja. Y lo que es peor, además estás dejando de ganar pasta, por lo bajo 72 € la caja, y digo por lo bajo porque seguramente tú puedas comprar la botella de vino más barata de lo que a mi me cuesta en tienda.

Puede que se te ocurra el que yo no pueda  traer el mismo vino que tú tienes en tu local. 

A mí se me puede ocurrir no volver a pisar tu local.

Se te puede ocurrir bajarte del guindo y cobrarme por el vino un precio razonable, o que no me suponga mucha diferencia entre pedírtelo a ti en vez de traerlo yo. 
Si yo quiero un día traer un vino que tú no tienes, vale, pues me cobras el descorche, pero me tienes que prestar un servicio que realmente justifiquen ese descorche, porque en mi bolsillo cabe perfectamente un sacacorchos y alguna idea de servir vino tengo.


Pero ya el remate del tomate es el mismo caso en esas enotecas fashion de algunas ciudades. Es decir, tu escoges un vino y ellos te dan la oportunidad de beber el vino in situ, en una sala adyacente, con la posibilidad de acompañarlo de algún pincho o tapa, hay incluso algunas tiendas donde tienen un pequeño buffet con hornillos donde poder calentar esa tapa. Vamos, tu llegas a la tienda, escoges el vino, si es tinto hasta quizás no haya ni que enfriarlo, te descorchan la botella, te sirven un pitriflus deconstruido  y luego te cobran lo que te haya costado la botella, el descorche y el pitriflus. Negocio redondo. El margen de beneficio que obtienen por la botella es grande: pongamos por caso que la botella le ha costado al negocio, perdón de nuevo, a la viniteca; 10 euros y la venden a 13,50 euros al público. Sumemos el descorche de 6 € (aunque los he llegado a ver de 15 €). Bebernos y rebañar esa botella sin tapa ni nada nos ha costado 19,50 €, es decir, que el tendero sin beberlo ni comerlo le hemos financiado prácticamente dos botellas. Que menos que si me bebo la botella en tu negocio, o bien me rebajes el precio de la botella o que me ofrezcas un servicio en el que se note el precio del descorche.

Ver para creer.

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