¡Pardiez que resulta complicado quitarle una etiqueta a una botella de vino! En todo este tiempo he querido quitar unas cuantas etiquetas a varias botellas de vino, unas por curiosas, otras porque traen auténticas barbaridades, otras porque por decir, no dicen nada; pero siempre que he querido quitar alguna, la he terminado por romper. A ver, no he llegado y he cogido la etiqueta por una de las esquinas y me he limitado a tirar (aunque el resultado ha sido el mismo). Las he sumergido en agua, en agua con jabón, en agua caliente; las he tenido sumergidas solo por la parte de la etiquetas, la botella entera, una hora, dos, toda la noche… y nada, siempre terminaban por romperse por alguna parte, ya podía tener el cuidado que quisiera que terminaba por romperlas.
Y el caso es que el otro día, cuando por fin pensaba que la victoria sería mía, cuando con mucho cuidado y con mucha paciencia tenía casi toda la etiqueta retirada de la botella… termino por romperse, aunque no mucho, teniendo un poco de cuidado se podría llegar a escanear sin muchos problemas. Como aún estaba húmeda, la dejé al aire para que se secara un poco, poniéndola encima de un libro, y en ese momento metí la pata. Cuando la quise recoger, el trozo por donde se había comenzado a romper se había retorcido lo suficiente como para que se hubiera pegado una parte encima de la superficie donde la dejé, no me di cuenta y se partió un poco más. Aún habiendo pasado más de 10 horas desde que la puse en aquel libro, el pegamento estaba totalmente fresco, apoyar un dedo sobre esa superficie pringosa era suficiente como para llevarte la etiqueta entera.
Como pude, la pegue en un cuartillo de papel blanco y pude escanearla:
¿Cuál es el misterio de la etiqueta? Pues que me parece que ofrece una buena información en poco espacio, a saber, nos dice la IGP a la que pertenece la bodega, añada, variedad de uva que han usado, edad del viñedo, envejecimiento del vino, tipo de las barricas usadas (si ya hubieran incluido si eran de primer uso o no, mejor para el consumidor), recomendaciones de almacenamiento y de consumo, me llama poderosamente la atención sobre todo, el que hayan incluido la fecha óptima de consumo, cosa poco común en este país; y para finalizar, nombre de la bodega, registro embotellador y grado alcohólico del caldo.
En muy poco espacio hay condensada mucha información, que en algunos aspectos quizás pueda parecer trivial, pero es información útil para saber lo que vas a comprar, pero sobre todo es culturilla, cosas que no son solo para soltarlas en medio de una cena y quedar como un gourmet (o un cenutrio, según se mire), si no que sirven para saber lo que vas a beber.
Que luego esta información sea real o no, ya es harina de otro costal, carne para otra entrada al blog.
Por cierto, muy buen vino, quizás sea candidato a la lista de catas.
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