08/01/2013

Buenas intenciones 2.013


Pues ya han pasado las navidades, ya tenemos una (o dos) tallas de más en nuestros (fofos) abdominales, ahora toca el tiempo de los arrepentimientos, de mirar atrás y ver que repetir, por tercera vez, ese plato de lechazo, quizás no fuese una buena idea. Bueno, reconozcamos que estaba para chuparse los dedos, y que de hecho, lo hiciste cuando se acabó el pan y te creías solo en la cocina (y no lo estabas).

Ahora llega el tiempo de las buenas intenciones, de comer mucha verdura, mucha lechuga, mucha fruta y un poquito de pescado hervido. Toca ponerse las zapatillas de deporte y ponerse a caminar todos los días tres kilómetros a buen ritmo, sin pararse. Toca beber solo agua, una cerveza –sin alcohol- de tanto en cuanto. El vino, desterrado hasta que de las viñas salgan los brotes de la nueva cosecha. Toca ir de rebajas, más que nada, porque los pantalones se nos han quedado estrechos “misteriosamente” y al cinto no le podemos hacer un agujero más, salvo que queramos utilizarlo de colador…

¿Cuánto durarán las buenas intenciones este año, apostamos?, quiero decir ¿apostamos en serio? Casi mejor que no ¿verdad?. Bueeeeno, por lo menos intención de hacerlo, tengo, desde comienzos de año me llevo motivando para cumplir los buenos propósitos que he prometido realizar para este 2.013, pero el destino, el cruel destino, no hace más que poner palos en las ruedas de mi voluntad, y creedme, que me he resistido cosa mala y no habrá sido por tentaciones, que las ha habido y de las que me hacen caer: mi hermana, por ejemplo, me regala una caja con cinco sobres de jamón ibérico, dos de caña de lomo y otras dos de chorizo, bastaría para al menos abrir un sobre, pongamos que dentro de una semana, un poco de tapadillo, pero si a esto le añadimos una botellita de cerveza de frambuesas, una Judas, y una de medio litro de Franziskaner, joer… Pero si además, llega tu padre según te está despidiendo y te da dos botellitas de verdejo, ¿cuánto tiempo tardaría cualquiera de nosotros en caer…? Cero coma…

Todo el mundo tranquilo, no he caído, no hemos caído, aún, casi…, a ver, nos metemos Paula y yo seis horas y pico de coche, la nevera un poco escasa, pocas ganas de cocinar, unas latas de atún, un teléfono de la pizzería de debajo de la casa, las cervezas y una de las botellas de verdejo enfriándose, ¡ay!, tranquilidad, mente fría, la cajita con los sobres, quietecita, ¿estará la birra fría? ¡joder cómo está la Judas!, ¡y la Mort Subite…! Mierda, volvimos a caer…

A partir de mañana a dieta…¿no?

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