21/07/2013

¿Qué le pasa a mi vino?

Me agota el calor de Sevilla en verano, me deja sin ganas de hacer nada, ni de beber.

Si trabajo en el turno de mañana, la tarde comprende una siesta con el aire acondicionado en modo ventilador (en el mejor de los casos), pasando por una ducha, nuestro paseo con la fresquita con el inseparable Uly, nueva ducha y a la cama. Si trabajo en el turno de tarde, la cosa no varia mucho, la siesta queda aplazada a la noche y meterse en la cocina para hacer la comida se convierte en una proeza.

En ambos casos, cuando quiero tomar un vino bien en la calle, bien en casa; el calor hace imposible que pueda disfrutarlos como en el resto del año. Aún con la fresquita, la copa de vino se hace poco menos que una sopa en menos de cinco minutos, por muy fría que esté la botella y la copa, lo pude comprobar el otro día en casa con una botella de Cuatro Rayas que estuvo dormida en la nevera a 5º C durante una semana. La primera media copa estaba helada, no salía sabor ni olor ninguno. La otra mitad era caldo de hierbas.

La segunda copa estuvo bien los dos primeros sorbos, el tercero no tuve más ganas de vino, cogí la botella que ya casi había adquirido la temperatura de la sala y la llevé de urgencias a la nevera. Temo que ese vino se haya perdido irremediablemente.

En la calle no mejora la cosa. Salvo que la copa esté completamente helada (que no es el caso), el vino está condenado a terminar en algún florero. Alguno de los sitios a los que solemos ir, han decidido dejar de poner vinos por copas, "la calidad del vino se resiente" dicen. "En verano la gente decide dejar de beber vino y no sale rentable dejar una botella abierta, cuando lo  más seguro es que se tire abierta por días y los pocos que bebéis vino, con toda la razón, me reñís porque el vino se ha convertido en un brebaje insufrible, por mucho tapón de vacío que quieras ponerle" nos comentó un amigo de confianza. "No merece la pena [vino] por copas con este calor", sentenció. 

La solución pasa por beber el líquido elemento en una sala con el aire fresquito todo el tiempo, pero es una pena el verano pasarlo encerrado en un local o en casa gastando luz, a parte que Uly no puede entrar en los locales.

Y entre nosotros, soy capaz de renunciar a una copa de vino si la bella Paula corre el riesgo de coger un resfriado por el aire acondicionado o si Uly no va a poder venir con nosotros.

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